Opinión

Donde hay poesía y juventud hay esperanza

Las madres afligidas esperan una señal Un rastro en cada piedra que levantan En cada escombro que mueven Están cansadas Lloran su propia muerte Chary Gumeta (México)

Me acerqué pausadamente a un auditorio de Estudios Generales donde alcancé a ocupar una de las muy pocas sillas vacías. El auditorio rebosaba de juventud y yo me confundí entre aquella multitud de jóvenes, rememorando tiempos inolvidables de estudiante en esa casa de estudios, siempre cálida y acogedora.

Fuimos convocados por los organizadores del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica 2022 a un recital en Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, donde participaron representantes de países tan lejanos como Egipto, India o Kurdistán y más cercanos como España, Cuba, Argentina, México, Honduras, entre otros, así como de nuestro país.

El recital nos atrapó con un menú poético de gran riqueza y diversidad, servido con delicadeza y generosidad a un público que se mantuvo atento, disfrutando a plenitud cada lectura de poemas que evocaban mundos culturales diversos, pero amalgamados por esa fuerza mágica y potente del lenguaje poético, que al decir del poeta y teólogo Rubem Alves, es el leguaje por excelencia del cuerpo.

El mensaje de los poemas leídos por sus autores nos indujo a celebrar de nuevo la vida, el amor y la paz. También a recuperar la historia trágica de mártires y desaparecidos en esta América Latina azotada por regímenes despóticos que han teñido con sangre las páginas de su historia. Y a saber apreciar y valorar la cotidianidad de nuestra experiencia cultural, la fuerza espiritual de sus mitos, símbolos y ritos. A mantener viva y pujante la memoria de las gestas heroicas de nuestros pueblos, sus victorias y derrotas, para recobrar la dignidad y la mística que nos hace no claudicar en la incansable búsqueda de una convivencia planetaria más justa, hermanable y siempre poética.

En tiempos donde las armas rugen y los poderes geopolíticos imperiales nos ponen en la encrucijada de un futuro incierto, al borde de un colapso termonuclear, resulta muy aleccionador que este pequeño país se haya ofrecido una vez más como espacio para conjuntar a las voces de poetas de muchos países del mundo. Y, sin duda, un gran acierto, convocar a la juventud a participar de este evento. Donde hay poesía y juventud siempre habrá esperanza de poder proyectar y construir un mundo mejor, más humano y hermanable.

Cabe destacar que, en este recital en particular, los poetas y poetisas hicieron un reconocimiento al nutrido público joven que se mantuvo atento y con gran disponibilidad durante el evento, celebrando con efusivos aplausos cada lectura de poesía. Este gesto celebrativo, tanto de la poesía como de la juventud universitaria presente, es un motivo más para resaltar el valioso aporte cultural de este magno evento.

Son merecedores del más sentido y efusivo reconocimiento los impulsores y organizadores de Casa de Poesía del XXI Festival Internacional de Poesía de Costa Rica: los escritores Julieta Dobles, Norberto Salinas y Rodolfo Dada, así como los destacados escritores que representaron dignamente al país, en esta ocasión, la señora Julia Hernández y el señor Miguel Fajardo, de Limón y Guanacaste, respectivamente.

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