Opinión

Dice el poeta “que mis manos trabajen la paz”.

Como es de conocimiento internacional, en estos últimos días y con la colaboración de Egipto, el Jefe de la Dirección de Diplomacia Pública de Israel, Lior Haiat, anunció el cese al fuego contra la Yihad Islámica en la Franja de Gaza y en la Margen Occidental, luego de varios días de conflicto.

La Universidad de Costa Rica tiene por principios orientadores la libertad plena, la verdad, la justicia, el respeto a las diferencias, la solidaridad, el diálogo, la libre expresión de ideas y opiniones, la existencia de diferentes visiones del mundo y corrientes de pensamiento, sin otra limitación que el respeto mutuo, pluriétnica y multicultural, tal y como lo consiga su Estatuto Orgánico.

Teniendo en consideración tales aspectos, el Consejo Universitario ha emitido pronunciamientos, el año pasado sobre Palestina y este año sobre la guerra entre Ucrania y Rusia. La Universidad debe formar profesionales para el desarrollo, pero también con sensibilidad humanista, para la paz y la no violencia.

Estuve, in situ, en el borde limítrofe entre Israel y Gaza, en donde mi pregunta sin respuesta es por qué, luego de muchos intentos, no se logra la paz duradera.

Al final de cuentas, en ese lugar y en ese tiempo, solo era un escritor con una pluma y versos. Han pasado varios años y aún no he podido concluir el relato corto que empecé a escribir ahí.

En mis manos tenía las resoluciones de las Nacionales Unidas y el acuerdo de Oslo, pero no eran suficientes para comprender la magnitud del problema.  Era necesario, también, profundizar en las razones históricas, políticas, sociales, culturales y económicas.

Fue por esos días que conocí a Lior Haiat, con quien intercambié puntos de vista  sobre “la paz en Oriente Próximo”, diálogo en el que tuvimos coincidencias y discrepancias.

Es tan complejo el asunto, que como referencia histórica puedo comentar que en la portada del Semanario Universidad de noviembre de 1973 (hace 49 años) aparece una información que en su título dice “Medio Oriente a media paz”, en el que se habla del conflicto armado entre países árabes e Israel.

En días recientes he podido ver dos versiones fílmicas que muestran una parte muy pequeña de tan crítica situación: la primera es sobre las reuniones de Oslo, que recomiendo ver para el análisis jurídico político del rol de los delegados palestinos, israelíes y los funcionarios noruegos sobre negociación y mediación.

La segunda es el documental titulado “el nobel que no dejó de soñar”, que hace un repaso de la vida de Shimon Peres, exprimerministro y expresidente de Israel. Esta obra es un repaso a los viejos ideales de la social democracia internacional, pero, en especial, al papel de Peres en las diferentes etapas de negociación de la paz con la Organización para la Liberación de Palestina.

Se pueden citar otros documentales, con enfoques distintos, pero muy pocos se escapan de tener algún sesgo o inclinación hacia uno u otro lado. Al margen de estos, tal vez es prudente buscar material balanceado, objetivo e intentar alejarnos de la desinformación que nos llena el corazón de odio y nos nubla la razón.

La política exterior nacional

Uno de los puntos centrales de la política exterior de Costa Rica es la promoción de la paz mundial, la búsqueda del diálogo y la solución pacífica de los conflictos.

La página del Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica indica que dentro de los ejes de la política internacional nacional está “la promoción de la paz, del desarme y de la seguridad nacional, regional y mundial”.

Hace poco tiempo elevamos a rango de ley el ideal de paz como un derecho humano fundamental (Ley N° 9288) y no tememos exponer esta tesis en los foros internacionales.

Aunque estamos tan lejos geográficamente, podemos apoyar las iniciativas para la reducción de las tensiones, el abandono a cualquier forma de violencia, el acercamiento a la mesa del diálogo y a las negociaciones.

A la vez, mostrar empatía con quienes trabajan en el establecimiento de las condiciones para la paz y la confianza mutua.

Dice el poeta que mis manos trabajen la paz”. En coherencia con esa tradición civilista y pacífica nuestras instituciones pueden promover acciones de cooperación para la paz en lugares de conflicto, en contrapeso a quienes buscan la violencia como forma de solución de las diferencias.

Solo la posibilidad del desarrollo de los pueblos a partir de la cooperación, la visión de un futuro sin violencia y el sueño de un mundo sin armas y sin guerra justifica cualquier esfuerzo por la paz mundial.

Lo importante es que, los niños y niñas, todos y todas, sin importar, credo, nacionalidad, étnia, edad, género, entre otros, puedan vivir un día sí y otro también mirando hacia el futuro sin temor.

 

 

 

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