Opinión

El derecho penal y la violencia en la familia

Recientemente nos hemos enterado, con enorme dolor en nuestros corazones, sobre un asesinato pasional en el sector de Matapalo

Recientemente nos hemos enterado, con enorme dolor en nuestros corazones, sobre un asesinato pasional en el sector de Matapalo, el cual ha sido altamente mediatizado. Es bastante común, leer el periódico o ver las noticias y escuchar sobre un nuevo evento de violencia familiar, los cuales trágicamente culminan en femicidios, siendo un factor común el silencio de vecinos y amigos, quienes tenían conocimiento de la situación de violencia en el hogar.

Si bien estos eventos por su gravedad generan una alerta social, no es cierto que sean recientes o sean casos meramente asilados. La violencia en las familias costarricenses se ha convertido, en no pocos casos, en el pan diario de los hogares, siendo un total misterio hallar la solución adecuada para erradicar de nuestra sociedad este mal.

Solución mediante el castigo punitivo. Muchas soluciones se han ofrecido en las redes sociales y en los programas televisivos, por lo general todas dirigidas a una sanción punitiva. No obstante, considerar incrementar penas, crear nuevos delitos o fomentar una cultura que promueva castigos de pena de muerte o tortura es, en mi humilde criterio, la peor decisión que un pueblo democrático podría tomar.

El derecho penal nació con la visión de ser la última opción para un Estado democrático de castigar y sancionar acciones antisociales, y evitar caer a un “estado de naturaleza”. Esta visión del derecho penal como “ultima ratio”, es la que advierte que intentar solucionar todos los conflictos sociales mediante la imposición de penas, es la mejor demostración de la pérdida de visión y sentido democrático de un país.

Origen del problema. Y es que si nos ponemos a pensar, el conflicto familiar surge por motivos personales y psicológicos de cada miembro del grupo familiar, llámense celos, llámese control, llámese amor romántico, cualquier calificativo que se desee utilizar y el cual legitima la existencia de este tipo de violencia. La responsabilidad y la culpa de la violencia en la familia, tiene que ver con la educación, la formación en valores y visión de la sociedad costarricense.

Somos un país abiertamente machista, que mediante el uso y manipulación de medios de comunicación y religiosos, fomenta sin reparo alguno una especie de superioridad masculina; ejemplo de ellos es que las mujeres en las escuelas y colegios se les enseña a no andar solas en las calles o no vestirse forma “provocativa”, esto para evitar posibles ataques sexuales, pero en todos mis años en la escuela y colegio, nunca escuché que nos enseñaran a respetar el cuerpo y libertad de nuestras compañeras.

El problema de la violencia en la familia es un problema de sociedad como tal, no son culpables personas en específico o instituciones del Gobierno. De este fenómeno, somos responsables todos; intentar solucionar este mal mediante el derecho penal no haría otra cosa más que agravar los problemas que nos aquejan.

Solución al problema. La violencia en la familia se logra reducir mediante el cambio en la formación primaria, mediante un cambio en la visión social, mediante un respeto total y absoluto al cuerpo y dignidad de la mujer, mediante la transformación de la visión tradicional del hombre como jefe de hogar, hacia un miembro más del hogar; que el hombre deje de ser visto como el proveedor, como el guía, como el que manda y se realce el papel de la mujer, se dignifique.

Considero que si estos elementos confluyen, este tipo de casos por violencia podrán verse súbitamente reducidos, crear una norma que prohíba a las parejas pelear no va a evitar que eso suceda; una ley es un papel que sencillamente se irrespeta; la transformación social es integral, duradera y efectiva. Eduquemos con valores y, sobre todo, no guardemos silencio ante estos eventos; la prevención es la mejor arma con la que contamos.

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