Opinión

¡Costa Rica somos todos!

“Costa Rica es una República democrática, libre, independiente, multiétnica y pluricultural”.

Así reza el artículo primero de nuestra Constitución Política, la cual juramos respetar y defender todos los costarricenses, incluidos nuestros funcionarios públicos, entre ellos, los diputados de la República. A pesar de ello, el diputado Abelino Esquivel del Partido Renovación Costarricense, ha irrespetado nuestra Carta Magna, la cual él mismo juró defender, al referirse con expresiones racistas y xenofóbicas a la población de ascendencia china de nuestro país.

Con gran estupor la ciudadanía ha escuchado al señor Esquivel referirse de manera inaceptable en contra de una parte de la población nacional, usando expresiones y conceptos impropios de una persona de su investidura y cargo, más aun por tratarse de expresiones carentes de fundamento alguno, alimentadas únicamente por el odio, la intolerancia y la ignorancia.

Costa Rica es una nación compuesta por muchas culturas y etnias, las cuales han contribuido desde tiempos inmemoriales a formar nuestro ser y nacionalidad. Los aborígenes, europeos, judíos, afrodescendientes, nicaragüenses, mestizos, latinoamericanos, zambos, chinos y muchos otros, son parte indivisible de nuestra herencia, han aportado su cultura, arte y ser al crisol de razas que es nuestro país, por lo que el descalificar a una de esas etnias equivale a desconocer una verdad fundamental: que todos somos iguales ante Dios y ante la Ley, con idéntica dignidad y derechos.

Los chinos en Costa Rica no son ningunos advenedizos, los registros históricos trazan su llegada hasta hace más de 161 años, tiempo en el cual se han convertido en parte de esta nación, contribuyendo en todos los campos de nuestro quehacer. Su aporte, a diferencia de lo que se ha querido erróneamente hacer creer, no se limita a unos pocos campos comerciales, sino que alcanza las más variadas sendas.

Costa Rica se ha beneficiado de la presencia de los chinos de mil maneras, y los chinos han colaborado desde mil trincheras al crecimiento y progreso nacional. Solo por mencionar algunos ejemplos, Franklin Chang ha destacado a nivel mundial en el campo científico; Isidro Con Wong es un artista reconocido y laureado; doña Hilda Chen, una destacada y respetada académica del más alto nivel.

Pero además de ellos, incontables ciudadanos de ascendencia china trabajan cada día, hombro a hombro, con todos los demás costarricenses, en pro del bienestar de sus comunidades, familias y del país en general. Su aporte, en muchos casos silencioso y anónimo, no puede ser pisoteado e invisibilizado, al pretender generalizar a los chinos como “extranjeros”, como gente deshonesta y vil. El chino es conocido a lo largo y ancho de nuestro país como un trabajador honesto y dedicado, tanto como todos los demás costarricenses. Su aporte en el comercio no puede ser vilipendiado por un exabrupto inaceptable, su trabajo no puede ser objeto de ataques infundados.

El dueño de un minisúper trabaja en una actividad legal y necesaria para la comunidad, aportando un servicio a la población. El chino que tiene un comercio de este tipo la “pulsea” tanto como cualquier otro, pasa las mismas dificultades para conseguir crédito y pagar sus cuentas como lo hace cualquier otro pequeño empresario, brinda empleo y contribuye al estado con sus impuestos, e incluso expone su vida ante el hampa como cualquier otro comerciante. El empresario gasolinero, no por ser de ascendencia china tiene más ventajas que otro: debe cumplir con los mismos requisitos legales, debe pagar los mismos impuestos, trabaja tanto como el de la gasolinera vecina.

Y en todos los casos, no por tener ojos razgados o una cultura diversa, dejan de ser ticos.

El comerciante de un minisúper, de un almacén, de un restaurante, de una gasolinera, y en fin, del negocio que sea, a pesar de ser de ascendencia china es tan tico como cualquier otro, con sus particularidades culturales, pero con los mismos sentimientos de pertenencia y nacionalidad que tenemos todos. El chino del minisúper es tan tico como aquel futbolista afrodescendiente que nos hizo vibrar de emoción en Brasil 2014, o aquellas hermanas alemanas que nos dieron el metal olímpico por primera vez, o aquel “nica” que desde las tablas nos hizo ver que somos hermanos, parte de una sola familia.

¡Ya es tiempo de que rechacemos todas las formas de intolerancia, odio e ignorancia, y de que como Nación exijamos respeto y dignidad para todas las personas!

Por eso es que en la Colonia China en Costa Rica rechazamos las ignominiosas declaraciones del diputado Esquivel y le exigimos una disculpa pública por su exabrupto, no para los chinos, sino para todos los costarricenses, ya que Costa Rica somos todos, y un ataque a uno de nosotros es un ataque a la colectividad.

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