Opinión

Costa Rica: más allá de los mitos

Acabamos de cumplir un año aciago con la pandemia del COVID-19 como parte de nuestro diario vivir. En Costa Rica y en el mundo se habla de cambios y reformas, pero es más de lo mismo; más capitalismo férreo, más desigualdad y más pobreza y, por ende, menos hermandad y humanidad.

Ante este panorama desolador, en nuestro país se triplican los males endémicos, y se padece de crisis económicas, sociales e ideológicas por culpa de la ignorancia y la desmemoria de un país. Esto se evidencia al acotar que en Costa Rica muchas personas reflejan un estado emocional para el cual la nación representa la imagen de ensueño de una sociedad pacífica, donde el civismo y la inexistencia de un ejército, o de una institución como tal, forman parte del imaginario utópico colectivo de la sociedad costarricense.

Escribo porque la cultura y la educación me despertaron del estado emocional idílico en el que se vive en este país sin memoria, por ello entendí lo que Carlos Cortés plasma en su novela Cruz de olvido, cuando se menciona que “En Costa Rica no pasa nada desde el Big Bang” porque como sabemos vivimos en “el país más feliz del mundo” desde tiempos inmemoriales.

Según mi criterio, la “Suiza Centroamerica”, “el país del pura vida” representan la imagen que siempre se ha querido mostrar, tanto adentro como afuera, la de una utopía eterna, de ensueño, de sociedad perfecta, carente de problemas sociales, políticos y económicos. Cabe, entonces, preguntarnos ¿si no estamos ante una estrategia del Estado conservador y mediocre para controlar aún más a la sociedad costarricense y sumirla en la paz del olvido?

De hecho, la violencia y corrupción que se muestra cada vez más en nuestra sociedad, nos reafirma a esa Costa Rica desdibujada que nos presenta Jacqueline Murillo y la de muchos otros críticos literarios que se han dado a la tarea de cuestionar a la “Suiza inexistente”. Esa imagen de la Costa Rica desdibujada contradice el estado emocional de muchas personas, quienes todavía siguen sumidas en la oscuridad del modelo oficial de la identidad costarricense.

Ante esta incuestionable realidad, cabe decir que Costa Rica sufre de la amnesia de la desmemoria producida por los discursos hegemónicos, los cuales no quieren dar cuenta de la verdadera historia de la Costa Rica de antaño y la actual. Este meollo implicaría desestructurar con el orden pacífico y conservador de la nación, empero, cada vez más la máscara de lo idílico de la paz se subvierte, pues ya no hay manera de esconder la tragicomedia que caracteriza a la “Costa Pacífica”, perdón a “Costa Rica”.

¿Cómo nos damos cuenta de la Suiza inexistente? Nos damos cuenta ante la pobreza y la desigualdad de los sectores subalternos. Así, por ejemplo, en la zona sur del país, los pueblos indígenas son masacrados por los crecientes problemas de usurpación de sus tierras por parte de los terratenientes, amparados por un gobierno que no muestra el mayor interés en brindar ayuda o solución al problema.

Por otra parte, factores o situaciones como los altos índices de violencia de género, gracias a la creciente ola de femicidios ocurridos en el país, así como la corrupción y falta de liderazgo de los tres supremos poderes del país reflejan una Suiza tenue. Estas problemáticas, tanto sociales como políticas y económicas, ponen en evidencia los mitos culturales e imaginarios de la identidad costarricense. Es así que conviene preguntarnos si el Covid-19 ha venido a demostrarnos y, por tanto, a confirmar que la “Suiza centroamericana” es una invención de los mitos y de la ficción, por parte de los entes hegemónicos para ocultar la imagen monstruosa de terror y de horror de la sociedad costarricense.

En este caso porque la pandemia del Covid-19 como tal ha sido utilizada como una pantalla de los discursos oficiales para ejercer más control y dominación en la población, pues, si bien es cierto, la pandemia ha ocasionado un retroceso en todos los ámbitos sociales, en el fondo  es más de lo mismo.

En efecto, la Asamblea Legislativa ha preferido menguar la cultura y la educación con la justificación de sanear las finanzas públicas al promover los recortes hacia toda actividad de carácter cultural, con el fin de mantenernos silenciados e insertos en una sociedad susceptible a ser domesticada.

Como todos sabemos el saneamiento de las finanzas públicas no contempla la implementación de políticas hacendarias progresivas y equitativas, era de esperarse en un país donde el Panem et circenses es la práctica más implementada por el gobierno de Costa Rica.

A decir verdad, estamos ante un Estado inoperante que deambula entre lo perverso y lo estúpido al preferir el oscurantismo de sus mociones antes que priorizar  la cultura y la educación para salir del estado de desigualdad social en el que nos encontramos.

Hemos de concluir, en consecuencia, que no estamos ante problemáticas nuevas, surgidas por la crisis sanitaria que aqueja al mundo entero, sino de un mal endémico reproducido por los discursos hegemónicos y coloniales. Esta pesadilla colonial se evidencia en el “temor al cambio y el engorroso proceso de crear constituciones, leyes y organismos (…) La libertad no era un sueño, sino una pesadilla” (Murillo, 2002, p. 15).

En resumidas cuentas, la Costa Rica más allá de los mitos, es aquella que desmitifica y nos muestra el lado oculto del país que se dice pacífico y se ve contrastado con los altos porcentajes de femicidios, los asesinatos de líderes indígenas que aún permanecen impunes como consecuencia de la corrupción, la inoperancia de las autoridades, y el conservadurismo.

Se dice la “Suiza” donde la pobreza, el desempleo y la desigualdad son el pan de cada día, y no acrecentados por el Covid-19, sino por la ignorancia de los hombres con mentalidades de Colón con sus fanatismos y sus circos ¿A dónde irá a parar la “Costa Pacífica” con sus cambios y reformas que solo sirven para corroborar la “Suiza inexistente” y la “Costa Pobre” de paraíso muerto, sin su ideal étnico de blancura y homogeneidad?

Asimismo, me permito retomar la frase inicial de la novela Cruz de olvido como estocada final a este escrito, ya que, como nos hemos dado cuenta, en Costa Rica sí suceden cosas desde el Big Bang, y la pandemia actual lo ha evidenciado aún más, aunque muchos quieran ocultarlo en nombre de la paz de la desmemoria.

Por esta razón, me pregunto ¿Podrán lograr los hilos del arte y la cultura romper con la máscara de los mitos y nos permitirán reconocer el laberinto de lo que es el yo costarricense? Los recortes del presupuesto a la cultura y a la educación de Costa Rica son el pilar para deshumanizarnos más y mantenernos idiotizados, mientras “los criterios asistencialistas” de la institucionalidad y la corrupción de los altos jerarcas en la función pública se mantienen. La cultura presupone un peligro para los entes de poder, porque, curiosamente, los artistas y escritores saben, como usted y como yo, de la farsa e inexistente Suiza.

A continuación, me gustaría mostrarles algunos de los versos que conforman dos composiciones poéticas publicadas en revistas culturales y literarias (Revista Primera Página y la Revista Kametsa) de México y Perú, respectivamente. Uno es de mi autoría y otro de la estudiante y escritora costarricense Mailyn Madrigal Abarca. El primero de ellos se titula Costa ficción el segundo La Suiza centroamericana, ambas obras desmitifican los mitos identitarios del imaginario costarricense desde un pensamiento descolonial que busca repensar esa gran historia oficial llena olvidos y silencios.

El objetivo de estas composiciones consiste en descolonizar la imagen de Costa Rica con sus mitos y errores para sanar la desmemoria que tanto daño ha hecho a la nación.

En los siguientes versos se evidencia un cuestionamiento, desde el punto de vista artístico, de los mitos e imaginarios del ser costarricense:

“¡Oh, arcadia tropical, perdiste tu color, ya no eres blanca y pura! /Dicen que eres la Suiza centroamericana, cuya paz es tu segundo nombre y resplandor”; “¡Oh, Costa Pacífica! ¡País quimérico!, desprovisto de memoria” (Huertas, 2021); “Se suicidó la melliza de Suiza /Se suicidó la gemela de la europea después de bajarse los pantis caros y ver que no tiene la piel de leche sino de cacao” (Madrigal, 2021), entre otros.

En este sentido, la desmitificación se configura a través de un yo lírico contestatario que critica los estereotipos culturales de la nación, como el mito del blanqueamiento y la Suiza centroamericana. Así en “Costa ficción” y “La Suiza centroamericana” se busca repensar y descolonizar la H/historia a partir de los mitos identitarios que han sido presentados como verdades absolutas: aquellas frases como “el país más feliz del mundo” y “pura vida”, “la Costa Rica blanca” logran subvertirse a través de la ironía, artificio que envuelve a los lectores en un cuestionamiento constante.

En definitiva, estos poemas expresan de forma irónica los mitos fundacionales del ser costarricense, las disconformidades, creencias y percepciones del ser costarricense, lo cual revela la propuesta contestataria de ambas obras.

Me permito decir sin ser silenciada, al menos por ahora, que la cultura y la educación no solo deben ser el motor para una mejora económica, sino para reconstruir la verdadera imagen identitaria de un país cuyos espejos rotos yacen esparcidos de manera cíclica, gracias a la oscuridad del olvido y de los discursos del error.

Bibliografía

Cortés, C. (1999). Cruz de Olvido. Alfaguara.

Huertas, K. (2021, 26 de febrero). Costa ficción. Revista Primera Página. Recuperado de https://primerapaginarevista.com/2021/02/26/costa-ficcion-poema-de-kimberly-huertas-arredondo/

Madrigal, M. (2021, 16 de marzo). La Suiza centroamericana. Revista Kametsa. Recuperado de https://revistakametsa.wordpress.com/2021/03/16/autoras-costarricenses-el-cansancio-de-un-dios-creado-por-hombres-y-una-suiza-inexistente/

Murillo, J. (2002). Costa Rica (des)dibujada.  Editorial Costa Rica.

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