Opinión

Costa Rica: Crecimiento económico e inflación (2012-2020)

Es un lugar común entre economistas ocuparse del crecimiento de la producción, el empleo, la inversión y la inflación; algunas veces también de la tasa de interés, en cada instante (ej. trimestral, anual). Al hacerlo brindan algunas razones casi aproximadas a los textos propios de la ciencia económica.

Desde el año 2016 hasta el 2019, sin los chivos expiatorios Covid y Huelgas, la tasa de crecimiento de la producción ha disminuido, de 4.2% a 2.1%, según datos del Banco Central (BCCR). Desde el año 2013 la tasa de crecimiento del empleo (ocupación) ha tendido a la baja, con un sobresalto en el 2018 (8.5%), desde donde sufre caída libre. Mientras tanto la tasa de crecimiento del desempleo (desocupados) tiende al alza, abonada por los nuevos ingresos de personas trabajadoras; en el 2017-2018 escaló abruptamente, y se precipitó en 2018-2019, pero fue levantada estrepitosamente por la falta de cursos de acción económica del gobierno, las ocurrentes medidas sanitarias y las flaquezas del BCCR, fundamentalmente. La tendencia de la tasa de crecimiento de la formación bruta de capital es a la baja desde el 2012, a pesar de un leve aumento en 2013-2016, y en caída brusca desde 2018. La tasa de crecimiento de la inflación, objetivo endemoniadamente primordial del BCCR, es llevada a la lona del cuadrilátero de esos indicadores y lanzada fuera del mismo en el 2016; ¡no sin alarde de éxito! Por más elevado que sea el costo de oportunidad social.

El indicador crucial en el análisis del crecimiento económico lo constituye aquí la razón positiva entre la tasa de crecimiento del empleo y la tasa de crecimiento de la formación bruta de capital, el cual denominó elasticidad de la composición de los recursos trabajo-capital, principal motor del crecimiento económico. Durante los años 2013-2019 la tasa de crecimiento de la producción muestra su mejor desempeño alcista cuando esa elasticidad oscila entre 0 y 0.5, a la vez que la tasa de crecimiento de la inflación es a la baja. La tasa de crecimiento de la producción se suaviza en 0.5 y 1.5, mientras que la tasa de crecimiento de la inflación acelera su paso. La tasa de crecimiento de la producción disminuye en 1.5 y más mientras que la tasa de crecimiento de la inflación declina suavemente (ver figura anexa).

De esos resultados se concluye que la tasa de crecimiento de la inflación podría ser controlada en el rango de 2% – 2.5%, cuando la elasticidad se localiza en el rango 1 – 2.5, en el cual la tasa de crecimiento de la producción oscila entre 3% – 3.7%. Es probable que un análisis trimestral brinde mejor ajuste a estos resultados. Administrar la elasticidad a efectos de controlar la inflación y la producción es una tarea preponderante. Ello implica que fuerzas exógenas, tales como el cambio tecnológico o la simple innovación y la calidad en la formación de las personas trabajadoras en todos los niveles, influyan en la elasticidad y, por consiguiente, en la productividad e inflación. El objetivo de pleno empleo de los recursos y su cantidad, dependerá de promover mayor inversión de capital. Mantener la elasticidad en el rango 1 – 2.5 al incrementar la inversión en capital y empleo de personas trabajadoras en consonancia con el incremento en la productividad, podría permitir un mayor nivel de producción, sin que la tasa de inflación se salga del rango 2% – 2.5%.      

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