Opinión

Cincuenta años de la masacre en la Universidad de Kent, Ohio: 1970-2020

Un hecho que no debe pasar desapercibido

La invasión del ejército estadounidense contra el pueblo de Vietnam no solo fue la venganza por las derrotas sufridas posteriormente a la segunda guerra mundial, sino que coincidió con acontecimientos mundiales importantes durante la década de los años sesenta del siglo XX. Considerado como el primer conflicto televisado de la historia, permitió la denuncia de las frecuentes violaciones y abusos contra los derechos humanos cometidos por los dos bandos. Por otra parte, la aparición de la contracultura y la rebeldía de la juventud que buscaba paz y amor, el surgimiento del movimiento hippie y otros fenómenos de la denominada “Era Acuario” convirtieron a la protesta y rebeldía con causa una normalidad: la nueva normalidad del siglo veinte.

Las protestas contra esa guerra, que el pueblo estadounidense calificó de innecesaria (¿existe alguna guerra necesaria?) desencadenó el 4 de mayo de 1970 en la Universidad Estatal de Ohio en la ciudad de Kent. Luego de una larga y movilizada noche y madrugada, la guardia nacional de EE.UU. abrió fuego contra universitarios que protestaban por la invasión a Camboya, la cual el presidente Richard Nixon anunció por televisión el 30 de abril. En todos los campus universitarios del país estallaron protestas y oposiciones al conflicto, lo cual generó la represión policial agresiva y la matanza de universitarios en el campus..

Durante una conferencia de prensa el gobernador Rhodes se dirigió a los manifestantes como “antiamericanos” refiriéndose a ellos como un “grupo de revolucionarios” que buscan la destrucción del alto nivel educativo de Ohio. Según sus palabras “son la peor clase de gente que pueda haber en América (entiéndase por esta Estados Unidos”. Fueron cuatro los estudiantes asesinados: Allison Krause, Jeffrey Glen Miller, Sandra Lee Scheuer y William Knox Schroeder.

Los comunicados oficiales de las autopsias describieron a los asesinados con trazas de estupefacientes, hediondos, con señales de varios días de no bañarse y poco menos que delincuentes, deambulantes e indigentes. Debemos recordar que una forma de protestar contra el statu quo por parte de la juventud rebelde en los años sesenta fue dejarse crecer el cabello, y romper estereotipos de belleza que la sociedad de consumo imponía.

Las investigaciones posteriores señalaron en sus conclusiones frases tan repetidas como: “los policías dispararon en defensa propia”. En 1974, el juez Frank Battisti, quien presidía el tribunal designado archivó el caso “por cuanto las pruebas contra la acusación eran insuficientes para emitir un veredicto”. Si bien durante unos pocos años se realizaron conmemoraciones, las actividades fueron prohibidas desde 1976 por parte de la Administración de la Universidad, aún cuando algunos protagonistas y sobrevivientes siguieron durante muy poco tiempo reuniéndose y marchando pacíficamente, encendiendo velas y realizando actos culturales, que con el paso de los años se fueron disipando.

Recapitulación

Las conmemoraciones de medio siglo de los hitos históricos de la matanza de estudiantes de la Universidad de Kent y los gritos por la paz y el amor, y la gesta contra Alcoa en Costa Rica son hechos que no deberían pasar desapercibidos, pese a los esfuerzos de la historia oficial por desmerecerlos y ocultarlos.

Hoy que Costa Rica levanta su voz de protesta y que aparecen voces desgarrando las vestiduras del templo, satanizando y criminalizando el derecho popular a la protesta como único camino a ser escuchado, debemos recordar la memoria de quienes murieron en muchas partes del mundo por el delito de protestar para hacerse sentir. Más que olvidar o atemorizarnos, estos hechos deben ser un abono para germinar y florecer el único camino de quienes no gozan de cobertura mediática por parte de la prensa burguesa.

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