Opinión

Aquí la democracia manda

Como si se tratara de una obra fantaseada para el mercado de películas de Hollywood, se está creando en este país un aire de subversiva violencia sistemática que desde las personas en algunos puestos atentan contra el espíritu de las leyes, de las inspiraciones ideales de la constitución vigente y del amplio rango axiológico que sirve de inspiración ante el ejercicio del derecho no codificado, dentro de la categoría general de la moral y las buenas costumbres. En otras palabras, al igual que del Norte se acuñó para nuestros países el término de “Banana Republics”, hoy, desde puestos de poder, la versión tropicalizada bajo el tinte nacionalista irracional busca ejecutar de ese concepto una realidad tangible. ¿Quién manda en Costa Rica? Tal vez sea más prudente preguntar, según la confluencia de ideas y herencias de nuestro país, ¿quién debería de ejercer el mando del poder?

El ser ciudadano tiene una cualidad intrínseca a su condición como tal, al analizar fenómenos políticos. Hoy se ha incrementado esta actividad y, claro, enriquece enormemente la dinámica sociopolítica. Costa Rica posee un régimen presidencialista, aunque débil, una democracia procedimental altamente tecnificada. ¡Pero cuidado! Diferentes máscaras que tienen los actores políticos y sectores para así perpetuar su poder, desde una agrupación.

Estamos ante una erosión de la democracia real. Las ideas fundamentales liberales de participación, representación, respeto y, naturalmente, libertad. Hoy se está segregando y pensar distinto da persecución. ¿Dónde está la noción de país que se desea construir? Se eleva la acumulación de odio compulsivo. Lo cual es direccionado como estrategia con fines de poder de ciertos grupos. Producir un mundo de fantasías a parte de las realidades materiales de la población y, por tanto, soluciones integrales.

Se debe buscar el camino del consenso como debe ser que, aunque la realidad implique acuerdos mínimos, estos serán punto de partida. Así se lograrán resultados eficaces para el bienestar de todas las personas, en cuanto el proyecto sea consciente y popular. Si le pusiéramos una calificación a la conducta política de ciertos actores que toman las decisiones en relación con la inspiración del Estado Social Democrático y de Derecho, por mucho reprobarían. Entre otros factores, uno esencial para una conducta: Ética.

Partiendo de la búsqueda del poder y su uso solamente con una finalidad cíclica ante sí mismo. Como el ouroboros, serpiente que se consume y crece. Es en ello un sometimiento sobre la Ética. Lord Acton decía: “el poder tiende a corromper, y el poder total corrompe absolutamente”. Por otro lado, siguiendo al expresidente chileno, Patricio Aylwin Azócar, al referirse en una Conferencia sobre Ética y Política en 1990: “el poder seduce y los hombres, para llegar al poder y conservarlo, suelen incurrir y cometer muchos abusos”. Así, hoy se tiende a engrosar la perpetuidad del poder de ciertos grupos que, si bien utilizan la democracia como mecanismos para llegar a él, lo que en realidad sucede es un enmascaramiento.

La democracia es siempre el poder del pueblo, como proyecto político debe constantemente ser nutrido. Comprendiendo que su naturaleza de ser es una excepción y no una regla. Además, como estandarte de defensa social, es un recurso fácil de emplear engañando. Falsas democracias en sus ideas, procedimientos o fines. Este país, llamado “democracia plena” lo es por su herencia como su voluntad e inspiración en los procesos. Pero, hoy, desde puestos, se minan esos valores al tiempo que se crean narrativas paralelas. Se usan los recursos del Estado con fines nefastos de destrucción democrática, justificándose en ella misma para el colmo. Creando estructuras para enmascarar deseos ignorando sus efectos víricos nefastos, pandemia de falacias. Una red de cuido y de mentiras, un negocio familiar.

Una necesidad hoy es dejar fantasías y construir un proyecto de país congruente, consecuente. Ante todo, ético.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido