Opinión

Apologías desvirtuadas

La resolución de conflictos es un ejercicio que debe practicarse en todos los ámbitos de la vida, como experto en esta materia, he dedicado gran parte de mi vida a ponerlo en práctica desde los diversos cargos que he tenido el honor de ejercer, llegando a concluir que los conflictos bélicos son la catástrofe más grande a la que nos enfrentamos como seres humanos en nuestra historia. Al referirnos a ellos son muchos los aspectos que deben tenerse en consideración, leyendo los artículos de la sección de opinión del Semanario Universidad la gran mayoría obvia aspectos tan relevantes como lo es el escenario actual de una determinada región, en este caso me ocupo de los que hacen su enfoque en Oriente Próximo y Oriente Medio.

Me ha llamado poderosamente la atención la abundante cantidad de artículos con el tema de Israel, los palestinos y Gaza, publicados en este medio de comunicación, que surge dentro del seno académico, en el que también podrían ocuparse de publicar sobre temas que surgen en otros escenarios de interés, donde el lamentable número de víctimas es impactante, solo como ejemplo señalo la primavera árabe en Siria, las víctimas ascienden a más  500.000 muertes y alrededor de unos 4.000.000 desplazados, así como la triste  situación que sufren los sudaneses y libios, estos países ya sobrepasan los 300.000 muertos y más 2.5 millones de desplazados, sin embargo, estas tragedias no son de interés para los filósofos, internacionalistas, académicos y periodistas que se dedican con insistencia a ser monotemáticos con el caso de Israel.

No obstante a las cifras supracitadas no se refieren a ellas, ni utilizan terminología como genocidio o masacre. Pero en la seguidilla de artículos que tienen copada esta sección es común que recurran a ellos, al referirse al Estado judío, obviando el verdadero significado de los términos y el derecho de un país a  ejercer su legítima defensa.

Es importante tener en el radar que el escenario actual de las relaciones entre Israel y los países árabes moderados ha cambiado, se ha tenido acercamiento, se firmaron los Acuerdos de Abraham, eludir esto, es distorsionar la realidad y realizar análisis anacrónicos fundamentados en pensamientos de izquierda trasnochada, que no aportan más que polarización. Creo que a partir de opiniones genuinas se pueden dar luces para una convivencia pacífica, no solo en el caso de Israel, sino para el Mundo.

El primer punto para tener una idea aproximada de un conflicto tan complicado es saber distinguir que la guerra que se libra hoy en el Próximo Oriente, no es Israel y los palestinos, es Hamás e Israel —este es un conflicto que Israel, no quería y no buscó, fue obligado a responder a las atrocidades del 7 de octubre, cometidas por los terroristas de Hamás, documentada por los mismos perpetradores—, Hamás violó el alto al fuego que estaba vigente hasta el 6 de octubre. Con este escenario, negarle a Israel su derecho de defensa es condenarlo al exterminio.

La carta fundacional de Hamás, redactada en 1988, se opone a reconocer a Israel como Estado legítimo y llama a su destrucción. Esta posición fundamental ha obstaculizado cualquier proceso de paz en la región. Así como lo dicho públicamente por sus líderes, que perpetrarán cuantos 7 de octubres sean necesarios, pues este fue el primero de muchos. Tal vez quienes opinan podrían dar una posible solución pacífica ante esas afirmaciones.

La situación deplorable y de sometimiento que Hamás ha impuesto al pueblo gazatí debe de ser tomada en consideración. Con 17 años en el poder, Hamás logró consolidar el control absoluto de la sociedad, empezando por el secuestro de una niñez adoctrinada en el odio y la violencia contra los judíos, tal como lo demuestran sus planes de estudio, el reclutamiento a la militancia en sus filas del terror de niños y jóvenes, el aplastamiento de la disidencias y cualquier voz que llame a la moderación, produce como resultado las filas fundamentalistas que conforman esta organización. Los resultados los conocemos.

Dentro de esta lamentable jornada han pasado muchos sucesos, entre ellos el cohete que cayó en el Hospital Al Ahli, como era de esperar los portavoces de Hamás del hospital, inmediatamente, culparon a Israel, provocando  manifestaciones por todo el mundo, mientras algunos medios internacionales, repetían sin comprobar el supuesto crimen israelí.

El Semanario publicó artículos en la edición inmediata a la explosión. Sin comprobación de hechos y menos aún incluir la versión israelí, que fue clara y contundente: no hubo actividad en esa ruta. Las cámaras de varias agencias noticiosas y de Israel revelaron un lanzamiento múltiple de cohetes desde Gaza incluido el que cayó en el sector del hospital.

Los medios que habían culpado a Israel ofrecieron una tímida aclaración alegando incertidumbre del origen del disparo, y conforme se fue confirmando que provenía de la Yihad Islámica Palestina, el número de víctimas disminuyó, mágicamente las manifestaciones de dolor por los afectados desapareció, los medios se silenciaron, los articulistas que siempre escriben contra Israel no rectificaron, y la falsa propaganda de Hamás desde la fracasada segunda intifada, quedó expuesta al aclararse que el cohete de los terroristas había impactado el parqueo del nosocomio. La tragedia bajó su impacto al tener la evidencia de que la culpa no fue de Israel. La razón por la que estas noticias falsas son aceptadas con euforia parece que tiene alguna motivación que cada uno debería descubrir.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, a través de la resolución 181, optó por la división del Mandato Británico de Palestina en dos Estados y estableciendo un régimen internacional especial para Jerusalén. Israel como Estado ha reafirmado su apoyo a la coexistencia pacífica de un Estado judío y otro palestino, sin embargo, esta propuesta fue rechazado por el bando palestino y sus vecinos árabes.

Buscar acuerdos de paz con sus vecinos ha estado presente en los bríos israelíes, plasmados en hechos como la entrega de grandes extensiones de territorio a cambio de paz, buscando encontrar soluciones diplomáticas que aborden las preocupaciones de ambos pueblos. Este compromiso ha sido desafiado por los líderes del Hamás decididos a oponerse asiduamente a la negociación, prolongando la complejidad del proceso de paz en la región.

Basándose en los hechos, dejando de lado las apologías desvirtuadas el mundo debería reconocer que Hamás llevó al pueblo gazatí a una guerra en la que utiliza a sus propios ciudadanos como escudo humanos, disparando desde sus áreas residenciales, contra población civil israelí, abusando y desnaturalizando el fin de la infraestructura civil y humanitaria, doble crimen de guerra de acuerdo al derecho internacional, así como exigir la liberación de los secuestrados. Este panorama debe ser abordado con extraordinarias estrategias en resolución de conflictos, los pueblos palestino e israelí merecen vivir en paz.

 

 

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido