Opinión

Animas

De_forma_muy_breve, quisiera_llamar_a_la_reflexión_sobre: a) la frase “Suicidarse es una forma de decir la verdad, posiblemente la más vehemente de todas” y b) algunas formas para interpretarla.

De forma muy breve, quisiera llamar a la reflexión sobre: a) la frase “Suicidarse es una forma de decir la verdad, posiblemente la más vehemente de todas” y b) algunas formas para interpretarla.

A mi modo de ver: a) Puedo deducir que hay otras formas de decir la verdad, que “posiblemente” nos da otras posiciones en cuanto a ser o no ser asertivo el contenido de la frase, y “más vehemente” admite grados de intensidad en cuanto a la vehemencia, quedando la posibilidad abierta, además, a otros calificativos sinónimos de vehemencia.  Queda también la reflexión sobre qué es, cuál o para quién es la verdad. Esa ambigüedad nos invita a sumergirnos en deliciosas aguas profundas de reflexión.

Todos hemos conocido al menos a una persona que nos ha estremecido con su suicidio y nos ha sacudido en un sinfín de preguntas sin respuestas, llenando nuestro corazón de tristeza y nuestra voluntad de impotencia. Ese ser arribó “posiblemente” a una verdad, excluyente para él de toda ilusión, motivo o mentira a qué aferrarse. Solo queda algo que se le presenta: su soplo de vida no solo es vano, sino nocivo o sin razón de ser. No le queda motivación y, por ende, fuerzas para seguir caminando.

Surgen muchas hipótesis. Los expertos las conocen bien: guías espirituales, médicos, sociólogos y hasta estadísticos, que analizan el fenómeno desde diversas aristas, nos ofrecen explicaciones para que aniden en nuestro modo de ser.

Queda solo una verdad: un espacio vacío que deja alguien que se ha ido de este plano tridimensional. Evidente, ¿verdad? Pero lo más desgarrador de todo esto es cómo esta persona dibujó para sí y caminó por un sendero tenebroso, posiblemente durante meses, para arribar a  una verdad que se le imponía de forma categórica y le decía: “Todo será mejor sin tu existencia”. Y todo es todo, al extremo de no quedar ni tiempo ni un poquito de espacio para cualquier otra verdad.

Es una tragedia humana, un gemido de la existencia, un suspiro entre lágrimas que dice adiós a quien, ante tal aterradora conclusión, tuvo la osadía de “ejecutarse”. Las circunstancias de esa decisión  nunca son atenuantes: ni la edad, ni la salud, ni la situación económica, ni nada, y nada es nada.

Luego b) me pregunto: ¿qué clase de mente y con qué tipo de argumentación puede llegarse a la conclusión de que quien tiene la sensibilidad de percibir lo anterior indubitablemente está –al mismo tiempo– de acuerdo con el suicido y, aún más, para algunas mentes, esa persona lo está recomendando?

Entonces, me inclino por pensar que no es solo un asunto de razonamiento, sino fundamentalmente de calidad de “persona”. ¿Qué clase de persona reacciona con politiquería ante un tema tan sensible y, en vez de proponer diálogo constructivo para afrontar una verdad que nos golpea como población planetaria, se conforma con pedir una renuncia de un funcionario público?

Concluyo: para intentar suicidarse, hay que ser primero persona, luego sentir vehemencia y buscar alguna verdad. No obstante, parece que hay mentes que no dan para eso. No estoy recomendando el suicidio, estoy intentando hacer tan solo un ejercicio de respeto y de cariño por las ánimas de quienes encontraron en la muerte una forma, quizás la más vehemente y desgarradora de todas, de decir su verdad, fuera cual fuera.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido