Opinión

De amiguismos, mercaderes de la fe y mercaderes de los votos

No se puede construir una sólida cultura política en un país que carece de buena memoria. Los errores que cometen líderes políticos

No se puede construir una sólida cultura política en un país que carece de buena memoria. Los errores que cometen líderes políticos en organizaciones sociales de diverso tipo, deben ser analizados con calma pero con rigor, para aprender de ellos y evitar que se repitan. Sin embargo, si los olvidamos y los barremos debajo de la alfombra de la autocomplacencia o del desinterés, muy pronto estaremos de frente otra vez con la piedra que nos hizo tropezar en ocasiones anteriores.

Una de esas piedras, en el caso de los partidos políticos no tradicionales o emergentes (y a pesar de ser partido oficialista en este momento, sigo colocando al PAC en esa categoría) es la ausencia de formación política y la tendencia a tomar decisiones sobre la base de simpatías y amiguismos. Otra piedra es la ignorancia, que se sostiene sobre el rechazo al estudio de los problemas y procesos culturales y políticos; y que se alimenta al trivializar la importancia de una buena asesoría legislativa.

Si los diputados y diputadas del progresismo (grosso modo), no comprenden qué es y cómo funciona el fenómeno del fundamentalismo de corte evangélico y el neo-integrismo católico, o si sabiéndolo, no desarrollan estrategias claras para evitar que siga expandiéndose (en cuyo caso, ya yo dejaría de incluirlos en la categoría progresismo), cometerán el error de restarle importancia a la consolidación de estos movimientos políticos de discurso religioso y, al hacerlo, van a contribuir (por acción o por omisión) al avance de estos grupos cuyo talante constituye una seria amenaza a la democracia y al Estado social de Derecho.

Lo más peligroso de partidos políticos como Restauración Nacional o Renovación Costarricense, que son organizaciones político-religiosas fundamentalistas (consideran la Biblia como un texto vinculante en el campo de lo político y jurídico, y lo colocan en un rango superior a la Constitución de la República) no es que tengan un discurso misógino, sexista y homofóbico; o que rechacen avances de derechos humanos. Lo más peligroso es que usan el caudal cautivo de votos de la militancia religiosa que han adoctrinado en sus iglesias, para con ello actuar de modo clientelar dentro de la Asamblea Legislativa, en favor de sus agendas y estilos anti-democráticos.

Ese caudal de votos, producto –sobre todo- de las deplorables condiciones en las que viven miles de personas y que han sabido explotar estos movimientos fundamentalistas religiosos, fue importante en la elección de Laura Chinchilla. El abrazo entre Chinchilla y Justo Orozco no fue un gesto vacío. Tampoco lo fue el acercamiento que Chinchilla tuvo con la Conferencia Episcopal. Recordemos que Chinchilla fue la única candidata que, en la campaña electoral 2009-2010, se pronunció en contra del Estado Laico. Fue ella la única candidata que se sumó a la Marcha por la Vida y la Familia, organizada desde una alianza entre jerarquías católicas y protestantes.

Lo que pasó este 1 de Mayo no es una novedad. Álvarez Desanti está continuando esa estrategia política de pacto con un sector que le asegura una importante movilización de votos para las próximas elecciones, a cambio, por supuesto, de un compromiso con la agenda de los partidos políticos fundamentalistas, que a su vez, favorece ciertos intereses de la jerarquía católica. Esto explica que un proyecto como el 19.099 (Ley de Igualdad Religiosa), avance dentro del proceso legislativo. Ese proyecto fue impulsado en su momento por Justo Orozco y está diseñado para acceder a muchos de los privilegios jurídicos garantizados a la jerarquía católica a través del artículo No.75 que establece la confesionalidad del Estado. De esta forma, ganan tanto los partidos políticos evangélicos fundamentalistas como la jerarquía católica, pues no se elimina el Estado confesional católico. Gana también el PLN, porque se asegura reponer los votos que ha ido perdiendo de su base socialdemócrata. Es la misma fórmula que le permitió a Johnny Araya retornar a la Municipalidad de San José, nombrando como vicealcaldesa a Paula Vargas, pastora evangélica y esposa del pastor/diputado, Gonzalo Ramírez.

Que algunos diputados del Frente Amplio hayan dado un voto indirecto a Gonzalo Ramírez, en lugar de votar por Ottón Solís, demuestra dos cosas: 1) que no tienen claro el enorme daño que el fundamentalismo religioso les hace a las sociedades democráticas y a la lucha por la justicia social;  2) que se dejan llevar por antipatías o se concentran en una agenda de máximos, en lugar de negociar desde los compromisos de mínimos.

Esta forma reduccionista de maniobrar es común dentro de muchas otras organizaciones sociales y políticas en Costa Rica. Los resentimientos, los prejuicios, la ausencia de objetivos claros y diferenciados entre el corto, el mediano y el largo plazo, así como un cierto desprecio por el análisis y la argumentación mesurada, parecen guiar la toma de decisiones en numerosos espacios del progresismo. Así, el panorama para conservadores sociales y neoliberales, se facilita.

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