(Información de su nieta Sara María del Carmen Acosta Chaverri (n. 1946) a través de su nota en Internet: Story of Amado Chaverri Matamoros, versión en inglés, firmado como Sara Acosta Newlin)
Costarricense, viajó a México en 1918 y pronto se incorporó al proceso revolucionario en curso; fue funcionario de confianza y Jefe del Servicio de Prensa, Información y Propaganda del gobierno revolucionario.
Además de sus múltiples publicaciones en el Diario La Prensa, en favor de la revolución, fue un prolífico escritor. Sus libros son:
Sonora y Carranza, 1921, 522 p. (Sobre Venustiano Carranza que siguió a Calles como Presidente).
El Verdadero Calles, 1933, 441 p. (Sobre Plutarco Elías Calles, líder revolucionario de México y luego Presidente).
La Patria Grande, sobre política en América Latina.
Calles y el Futuro de México, visión prospectiva del movimiento revolucionario.
La Gran Vida, revisión crítica de la sociedad mexicana, pre-revolucionaria.
Del Retorno, libro de poesía.
De acuerdo a su Fe de Bautismo, Parroquia de Atenas, entrada 226, pág. 188, del 25 de noviembre de 1891, se le llamó Amado de Jesús María, hijo de Vicente Chaverri y Teresa Matamoros González, fue su madrina Marcelina González, madre de Teresa y por tanto su abuelita materna.
Casó con Isolina Solano en 1910, de cuyo matrimonio se menciona una hija, Miriam Chaverri Solano (1912-1989 ¿?). En 1918 viajó a México, donde muere en 1945, fecha aproximada, por posibles complicaciones de alcoholismo crónico.
Olvidado de su patria, en un acto de bigamia, casó con María Ogarrio en México, situación que ocultó hasta el nacimiento de su hija: Amada. Debido a sus compromisos políticos, se cuenta que descuidó sus deberes de esposo y padre y la familia vivió en gran desamparo.
Cuando se hable de distinguidos costarricenses en México, hay méritos suficientes para incluir a Amado Chaverri Matamoros, el tico periodista y escritor de la Revolución Mexicana y por derecho propio ha de estar junto al escultor Francisco Zúñiga, la cantante Chavela Vargas, la escritora Yolanda Oreamuno y el inolvidable prócer Florencio del Castillo. Por tanto, debe instarse a la Escuela de Periodismo de la UCR y al Colegio de Periodistas de Costa Rica, para que incluyan en sus actos, al periodista tico, vocero de la Revolución Mexicana. Tal vez un proyecto de tesis de la carrera de periodismo, podría recuperar su aporte en México, en su real dimensión.