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Siguen reacomodos por retractación de estudios sobre efectos nocivos de la hidroxicloroquina

Datos de casi 100 mil pacientes no eran fidedignos, por lo que se echó marcha atrás con medidas tomadas ante análisis que afirmó que el polémico medicamento tenía efectos prácticamente nulos.

La telenovela sobre las virtudes y cuestionamientos del controversial medicamento hidroxicloroquina para combatir la COVID-19 parece estar lejos de terminar.

Si bien a mediados de mayo parecía vislumbrarse un desenlace cuando se publicó un estudio que concluyó que las virtudes de esa medicina eran prácticamente nulas, la historia dio un giro dramático cuando en el más reciente capítulo esa investigación fue retractada e instituciones desde la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) frenaron su rompimiento con ese medicamento.

Esas instancias habían suspendido investigaciones y la aplicación de la hidroxicloroquina en pacientes, por cuanto la prestigiosa revista científica The Lancet había publicado el 22 de mayo un estudio bajo el título “Hidroxicloroquina o cloroquina con o sin macrólidos para el tratamiento de COVID-19: un análisis de registro multinacional”, firmado por Sapan Desai y otros tres médicos.

Esa investigación supuestamente se había basado en datos de casi 100 mil pacientes en todo el mundo y descartado que la cloroquina y la hidroxicloroquina fuesen eficaces contra la enfermedad pandémica. Al contrario, más bien subrayó que ambos medicamentos aumentan incluso el riesgo de morir.

Sin embargo, la semana pasada se dio la retractación, luego de que durante varios días los cuestionamientos al mencionado estudio se multiplicaron e incluso se llegara a desnudar a la sospechosa empresa Surgisphere, propiedad de Desai, que había aportado los datos del desempeño de esos casi 100 mil pacientes.

Como toda buena historia, esta, además de la retahíla de ires y venires de estudios científicos, tiene el componente de intriga política, pues el presidente de Estados Unidos, Donald Trump —desde un principio empecinado en promover alguna solución milagrosa para la pandemia—, se dio a la tarea de impulsar el uso de la medicina, aún sin tener claridad sobre sus efectos secundarios. El romance de Trump lo llevó incluso a involucrarse de lleno con ella, cuando el 19 de mayo anunció que se la estaba tomando.

Retractación

La hidroxicloroquina es un medicamento derivado de la cloroquina y utilizado como inmunosupresor; es decir, regula el funcionamiento del sistema inmunológico humano y ha sido útil en el tratamiento contra la malaria.

En el contexto de la pandemia cobró protagonismo cuando en marzo un científico francés anunció que tuvo resultados positivos al tratar a pacientes con COVID-19. Sin embargo, su estudio fue muy cuestionado pues no incluyó un grupo de control; es decir, a varios pacientes a los que no se administró el medicamento, con el fin de comparar la evolución de los que sí lo recibieron.

Autoridades sanitarias de varios países, incluida Costa Rica, han informado que utilizan la hidroxicloroquina con buenos resultados en pacientes de COVID-19; sin embargo se ha apuntado que es riesgosa para personas con complicaciones cardíacas. Estudios realizados en Brasil y en el propio Estados Unidos, con personas veteranas de la milicia, arrojaron altas tasas de mortalidad cuando se utilizó el medicamento.

Por ello, el estudio publicado por Desai y compañía pareció ser consecuente con lo observado por otros científicos, aunque sus resultados fueron más dramáticos.

El castillo de naipes empezó a derribarse poco a poco, pero un momento crucial fue cuando el equipo periodístico en Australia del diario británico The Guardian empezó a encontrar inconsistencias en los datos.

En primer lugar, no calzaban las cifras de número de casos y decesos en ese país al 21 de abril, el corte citado por el estudio ya retractado, cuando las compararon con datos de la Universidad Johns Hopkins.

Posteriormente, periodistas de ese medio contactaron a cinco importantes hospitales en la ciudad de Melbourne y dos de Sidney, “cuya cooperación habría sido esencial para lograr que la base de datos alcanzara las cifras de los pacientes australianos”, según denunció en una publicación del 3 de junio. Las autoridades de esas instituciones “negaron cualquier participación en esa base de datos y dijeron que nunca habían escuchado nada sobre Surgisphere”.

El pasado 5 de junio, The Lancet publicó la retractación del artículo, en la que señaló que luego de que “surgieran preocupaciones respecto a la veracidad de los datos y análisis llevados a cabo por la Corporación Surgisphere y su fundador y coautor Sapan Desai”, se llevó a cabo una revisión independiente con el consentimiento de Desai, “para evaluar el origen de los elementos de la base de datos, para confirmar la completitud de la base de datos y replicar el análisis”.

Sin embargo, el auditor independiente (no identificado en la retractación) informó que Surgisphere no transfirió la totalidad de los datos ni los contratos con sus clientes. Por ello, se consideró que la revisión no fue posible, lo cual llevó a The Lancet a retractar el artículo.

Trama que no acaba

UNIVERSIDAD reveló que desde la Casa Blanca insistentemente se ha buscado promover el consumo de hidroxicloroquina, incluso con el objetivo de que en lugar de ser administrada bajo control médico en hospitales se venda libremente en farmacias.

Generosos donantes del Partido Republicano de Trump, e incluso su secretario de Comercio Wilbur Ross, tienen inversiones en empresas que se beneficiarían de la venta masiva de ese medicamento.

Además, también se supo que la multinacional farmacéutica Novartis, que también comercializa el medicamento, intentó infructuosamente buscar influencia en políticas de salud de la administración Trump.

Novartis donó el pasado 8 de abril 130 millones de dosis de 200 miligramos a Costa Rica para atender a pacientes afectados por el COVID-19, lo que ha generado suspicacias de otras casas farmacéuticas.

Durante los primeros días del gobierno del magnate neoyorquino, esa empresa firmó un contrato por $1,2 millones con el exabogado de Trump, Michael Cohen, con el fin de lograr influencia en la Casa Blanca. Posteriormente, Novartis decidió que Cohen no podía cumplir con sus objetivos, por lo que dejó vencer ese contrato, pero de igual manera la insistencia de Trump en promover el medicamento le beneficia.


Estudios reincidentes

La misma base de datos empleada en la investigación retractada sobre la hidroxicloroquina fue utilizada en otro estudio en el que Desai y sus colegas figuran como autores, el cual fue publicado con menos impacto el 1 de mayo en el New England Journal of Medicine (NEJM) y se titula “Enfermedad cardiovascular, tratamiento con medicamentos y mortalidad en COVID-19”.

En este caso, el estudio supuestamente determinó que el uso de ciertos medicamentos para tratar algunas dolencias cardiovasculares no se asociaban a un mayor nivel de riesgo para pacientes de COVID-19.

La retractación se dio el 4 de junio y también se mencionó que el auditor contratado para revisar la validez de los datos no tuvo acceso a toda la información necesaria.


 

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