Mundo Mirando al Sur:

“No sé muy bien lo que está sucediendo en Nicaragua”

“No sé muy bien lo que está sucediendo en Nicaragua, pero tengo informaciones de que las cosas no están nada bien por allá”, dijo el expresidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en una entrevista con la periodista mexicana Sabina Berman, en agosto pasado.

“Si pudiera darle un consejo a Daniel Ortega, se lo daría a él y a cualquier otro presidente: —No abandone la democracia. No deje de defender la libertad de prensa, de comunicación, de expresión, porque eso es lo que fortalece la democracia”, dijo Lula en esa entrevista.

Dos meses antes, en junio, Argentina y México habían llamado a consulta a sus embajadores en Managua. En un comunicado conjunto, divulgado el 15 de junio por las cancillerías de ambos países, se manifestaba preocupación por los acontecimientos ocurridos recientemente en Nicaragua. Especialmente —decía la nota— “por la detención de figuras políticas de la oposición, cuya revisión contribuiría a que el proceso electoral nicaragüense reciba el reconocimiento y el acompañamiento internacional apropiados”.

Y agregaban: “No estamos de acuerdo con los países que, lejos de apoyar el normal desarrollo de las instituciones democráticas, dejan de lado el principio de no intervención en asuntos internos, tan caro a nuestra historia”.

Tampoco estamos de acuerdo —agregaban— “con la pretensión de imponer pautas desde afuera o de prejuzgar indebidamente el desarrollo de procesos electorales. En este contexto, no nos fue posible acompañar el proyecto de resolución puesto a consideración hoy en el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Es perentorio que la OEA retome el espíritu constructivo de su Carta”.

“Si pudiera darle un consejo a Daniel Ortega, se lo daría a él y a cualquier otro presidente: —No abandone la democracia. No deje de defender la libertad de prensa, de comunicación, de expresión, porque eso es lo que fortalece la democracia”, Luiz Inácio Lula da Silva.

Pero en septiembre las relaciones con el gobierno de México volvieron a tensarse. Nicaragua calificó de “injerencista y entrometido” al embajador mexicano en Managua, Gustavo Cabrera, quien retuiteó una publicación del escritor Sergio Ramírez donde rechazaba una orden de detención en su contra.

En su nota, la cancillería nicaragüense lo acusaba de cumplir “sumisa” y “fielmente a los yanquis” sirviéndoles de “interventores permanentes en nuestros asuntos “por encargo del imperio”.

Con el escenario polarizado en Nicaragua, con una oposición mayormente alineada con las posiciones más conservadoras del congreso norteamericano y las políticas de Washington, la voz de Argentina y México intentaron abrirse un espacio en ese escenario, rechazado por el gobierno de Ortega.

Como dijo Lula, hace diez años no tiene contacto con Nicaragua. Esa ausencia de sectores progresistas latinoamericanos deja las puertas abiertas al Norte, que trata de ocupar todos los espacios de la oposición.

En Europa, uno de los interlocutores de los conservadores nicaragüenses es José Ramón Bauzá. Politiquillo de pueblo, español, conservador, miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y de la Delegación para las Relaciones con Estados Unidos en el parlamento europeo, Bauzá se lamentó, en un artículo reciente, de que el gobierno español no se alinee con Washington en América Latina. Washington tiene intereses muy importantes en la región y se le acaba la paciencia, afirmó.

Bauzá comentaba el debate en el senado norteamericano, en la sesión de confirmación de Julissa Reynosa como embajadora en Madrid.

El senador Bob Menéndez, presidente de la comisión de Exteriores del senado, —con línea directa con el presidente Joe Biden, dijo Bauzá—  recordó que a los españoles no les gustaría que nos comportáramos en su hemisferio como lo hacen ellos en el nuestro. Un recordatorio que no deja dudas sobre las consecuencias de agotar la paciencia de nuestro principal aliado, afirmó Bauzá.

Comentario que deja en evidencia la necesidad de una presencia permanente y coordinada de los partidos progresistas latinoamericanos en la región si queremos un hemisferio también nuestro.

Sería lamentable que el 8 de noviembre los únicos interlocutores para la oposición nicaragüense fueran Bob Menéndez y Bauzá. Sería mejor que Lula y Mujica, que Fernández y Correa y López Obrador hicieran posible un diálogo también con el Sur.

¡Hay que montarse en el carrousel!

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