Mundo Expresidente soviético Mijail Gorbachov

“El mundo ha llegado a un punto peligroso”

La opinión del último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, probablemente sea una voz autorizada para analizar el escenario internacional

La opinión del último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, probablemente sea una voz autorizada para analizar el escenario internacional: “El mundo ha llegado a un punto peligroso”, afirmó la semana pasada, en una entrevista a la agencia rusa RIA Novosti.

Su voz es solo una, entre otras más diversas, que advierten en todos los tonos y desde todas las geografías, sobre la gravedad de la situación mundial.

El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier declaró la semana pasada a Bild, el diario más popular del país, que la tensión actual entre Rusia y Estados Unidos “es más peligrosa que la Guerra Fría”. “Parece que la confianza mutua se ha acabado. Si sigue así, volveremos a los tiempos de la confrontación entre dos grandes potencias”.

Un recuerdo de lo dramático de aquellos días puede ser leído en el relato de Erick Ardón en su página de Facebook, en un texto que tituló “¿Guerra nuclear?”. Era octubre de 1962,cuando el presidente John Kennedy denunció la existencia de misiles nucleares soviéticos en Cuba y estableció un cerco naval a la isla.

Ardón, entonces estudiante en Atlanta, narra como vivió una experiencia que no era otra cosa que los preparativos para una invasión y, muy probablemente, una guerra nuclear.

Steinmeier recuerda aquellos tiempos cuando afirma que, entonces, el mundo estaba dividido en dos, pero Moscú y Washington conocían sus líneas rojas y las respetaban. “Es una ilusión pensar que se trata de la antigua Guerra Fría. La época actual es diferente, más peligrosa”, afirmó.

Para el embajador de Rusia en Estados Unidos, Sergey Kislyak, “la calidad de las relaciones entre nosotros es sin duda el punto más bajo desde la Guerra Fría”.

Diversos escenarios

Los escenarios de la confrontación son diversos y quizás el más explosivo, el más expuesto a “accidentes”, es el de Siria.

Para el analista político ruso Alexéi Pilkó lo que está en juego en Siria es mucho más que el destino del presidente Bashar al Asad. “La apuesta de Washington en Siria es tan alta ya que lo que está en juego es el futuro del mundo unipolar”, estimó Pilkó. “Estados Unidos nos ha llevado al borde de una nueva crisis de los misiles”.

Una derrota de las posiciones norteamericanas significaría, en su opinión, el “colapso del mundo unipolar. “Por lo tanto Washington ha agudizado la situación hasta el punto donde una colisión directa entre nuestros países se ha hecho probable”.

Moscú ha dicho que cualquier ataque a las instalaciones del ejército sirio en Siria, como ya ocurrió hace algunas semanas, será una violación flagrante del derecho internacional.

“Las acciones hostiles contra Rusia en Siria no quedarán sin respuesta” advirtió, por su parte, la semana pasada, la portavoz oficial del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Majárova.

Moscú reconoce la legitimidad del gobierno de al Assad, que Estados Unidos y sus aliados desconocen. En ese desconocimiento está el origen de una guerra civil que ha llevado al mundo al borde de la catástrofe y ha provocado una crisis humanitaria sin precedentes, pues Washington y sus aliados armaron a los grupos opositores con los que esperaban derrocar el gobierno de Damasco.

A principios de octubre, Estados Unidos acusó a los rusos de haber provocado la muerte de miles de civiles en la ciudad de Alepo, cerca de la frontera turca, controlada parcialmente por los rebeldes. Washington suspendió el acuerdo a que habían llegado con Rusia para mantener el alto al fuego en Siria por estimar que ambos países no compartían “los mismos objetivos” en ese país.

Cuando el ministro de Defensa británico, Michael Fallon, acusó a Moscú de alargar la guerra civil en Siria, el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, el general Ígor Konashénkov, se preguntó:

“¿Y dónde estaba Londres cuando los combatientes del Estado Islámico casi llegaron a las costas del Mediterráneo y casi convierten a Siria en un califato terrorista, como pasó en Libia gracias a sus esfuerzos? Precisamente ustedes controlaban el cielo de Siria hasta la llegada a ese país de las Fuerzas Aeroespaciales rusas”, recordó Konashénkov. “¿A quién hay que responsabilizar por el surgimiento y la complicidad con el Estado Islámico y el Frente al Nusra?”

Tejidas con filigranas, las alianzas en el conflicto sirio involucran fuerzas e intereses muy diversos. Entre ellos los de Turquía, especialmente preocupada por el papel de los rebeldes kurdos en el conflicto. Basta ver un mapa con la ubicación de las diferentes fuerzas en el terreno para darse cuenta de la complejidad del escenario.

Turquía es un país clave en el esquema militar de la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN) pero su renovado acercamiento a Moscú, después del conflicto provocado por el derribo de un caza ruso en la frontera siria, preocupa a Occidente.

Pese al acercamiento, las posiciones rusa y turca difieren en Siria. El viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, se refirió al presidente sirio como un “peón” en el conflicto regional e insistió en que Assad no tiene lugar en ningún sistema político futuro en el país. Según Kurtulmus, la oposición siria “no negociará” con el actual jefe de Estado.

Pero , agregó, “si esta guerra subsidiaria continúa (…) Estados Unidos y Rusia llegarán a la guerra”, agregando que el mundo está “al borde de una gran guerra regional o global”.

Otros escenarios

Sin embargo, las tensiones no se reducen a la situación Siria, o a Oriente Medio. Como lo señalaron analistas de la cadena norteamericana CNN, “las relaciones entre Estados Unidos y Rusia se han deteriorado drásticamente en medio de un aluvión de acusaciones y desacuerdos, que van desde las operaciones militares en Siria, las disputas sobre la independencia de Europa del Este y la escalada de violaciones cibernéticas”.

La razón del malestar de Estados Unidos con Rusia reside en el hecho de que Washington, poco a poco, ha ido tomando conciencia de que se acaba su “omnipotencia”, aseguró el ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov.

A medida que la OTAN acerca sus armas más modernas a la frontera rusa, se renuevan las tensiones.

Citado por la agencia Sputnik, el subjefe de la Dirección Operativa del Estado Mayor Conjunto de la Comisión Militar Central de China, general mayor Cai Jun, afirmó que “el despliegue del escudo antimisiles de Estados Unidos en Europa pone en peligro la seguridad de Rusia. Este plan “acentúa el desequilibrio de las fuerzas en la región, agrava las controversias existentes y complica la situación general en el ámbito de seguridad”, agregó.

Analistas rusos y chinos hablan de un nuevo orden mundial que la alianza entre los dos países vendría a consolidar. Uno de los anuncios conjuntos fue el de la creación de un “escudo antiaéreo” conjunto, hecho durante la Conferencia Internacional de Xishan, en Pekín, la semana pasada. El objetivo sería “contrapesar el sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos desplegado en Corea del Sur”.

En la campaña

El aumento de las tensiones entre ambas potencia no podía escapar del escenario electoral que vive Estados Unidos.

Tanto el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, como el Secretario de Estado, John Kerry, han amenazado con responder a lo que consideran como ataques cibernéticos realizados por Rusia contra objetivos norteamericanos.

Hillary Clinton, candidata demócrata, acusó a Rusia de haber jaqueado datos de su campaña lo que, en su opinión, es la prueba de que Rusia apoya al candidato republicano, Donald Trump.

Trump había dicho, en el segundo debate presidencial que “sería muy bueno llevarnos bien con Rusia”.

La respuesta de Putin a las acusaciones de que trata de interferir en las elecciones norteamericanas las dio en la reunión de los cinco países del grupo conocido como Brics, en la India, la semana pasada:

“Quiero tranquilizar a todos, incluyendo a nuestros amigos y socios estadounidenses. Nosotros no pretendemos influir en los resultados de sus elecciones presidenciales. No sabemos qué pasará después de esas elecciones. Moscú no sabe si en caso de victoria cualquiera de los candidatos va a cumplir o no con sus intenciones”.

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