Mundo Evo Morales, sobre referendo en Bolivia:

“Estamos derrotados, pero es una pequeña batalla”

Más de 135.000 votos en contra dejaron al mandatario Evo Morales sin el aval para dirigir Bolivia por cuarta vez consecutiva

“Estamos derrotados, pero es una pequeña batalla”, dijo el presidente Evo Morales una vez concluido el escrutinio del referendo celebrado el pasado domingo, que pretendía –mediante un cambio en la constitución− otorgarle derecho a una nueva reelección, dentro de tres años.

El 51,3% de los votantes dijo “no”; 48,7% dijo “sí”. Poco más de 135.000 votos separaron las dos opciones, lo que desató todo tipo de consideraciones sobre el significado de la votación.

“Puede haber sido un error aceptar (la convocatoria al referendo), pero soy disciplinado al pedido de los movimientos sociales. Estamos derrotados, pero es una pequeña batalla”, dijo Morales.

“Nos hemos doblado el tobillo, nos hemos detenido un poco. Vamos a recuperar fuerza, vamos a tomar cañahua y vamos a seguir, para otras victorias. La vida es así, remontar la derrota, superar las dificultades”, opinó, por su parte, el vicepresidente Álvaro García Linera, haciendo referencia a la cañahu, un cereal andino de propiedades extraordinarias.

Las interpretaciones son, en todo caso, discrepantes. Susana Seleme, columnista del opositor diario El Día, de Santa Cruz, expresaba eufórica, al confirmarse los resultados negativos para Evo, su esperanza de que “la ciudadanía empoderada y quienes la arroparon y auparon, contribuyan a forjar la alternativa política al ‘postevismo’, alternativa que deberá ser incluyente para revertir la polarización-división que ha arrojado este referéndum”.

Escenario regional

Imposible evitar el análisis del resultado sin una referencia a una tendencia que parece indicar un cierto agotamiento de los gobiernos surgidos en América del Sur a la vuelta del siglo, en oposición a políticas neoliberales anteriores: las elecciones parlamentarias de Venezuela significaron una estrepitosa derrota del chavismo, mientras en Argentina el candidato más conservador triunfaba en los comicios presidenciales.

¿Están en crisis los procesos progresistas en América Latina? ¿Llega a su fin el ciclo progresista latinoamericano?, se preguntó Raffaele Morgantini, en un artículo sobre el referendo boliviano que tituló: “Sobre la necesidad de una crítica constructiva al proceso de cambio”.

Su opinión es que se debe “seguir apoyando el ‘proceso de cambio boliviano’, para evitar la vuelta en bloque de la derecha y seguir en la vía de integración latinoamericana”. Pero, antes de llegar a esa conclusión, hace un extenso análisis de “dos corrientes esenciales que merecen ser destacadas: la que defiende clara e incondicionalmente al gobierno de Morales, sin prácticamente ninguna visión crítica (y) la que afirma que los gobiernos de este tipo no tienen nada de progresista, que sus proyectos no son anticapitalistas y que, por lo tanto, no hay que apoyarlos”.

El debate no se limita a Bolivia, sino que se repite de forma similar en Ecuador, pero también en Uruguay, Argentina, Brasil o Venezuela.

Morgantini afirma que a pesar de los diversos aspectos positivos del gobierno de Morales, sus políticas y la situación en la que se encuentra Bolivia hoy, “no reflejan una transición poscapitalista”. Para explicar su punto de vista, cita la estructura económica de país, el papel de las empresas transnacionales y una política extractivista, que se ha intensificado en el gobierno de Evo.

Pérdida de provincias

En este referendo el Movimiento al Socialismo (MAS) se impuso en tres departamentos andinos: La Paz, Cochabamba y Oruro, con una votación que osciló entre 52% y 56%, en cifras redondas; no obstante, perdió en los demás. En Santa Cruz, Beni y Tarija, en la llamada “media luna” −bastión opositor−, el “no” obtuvo alrededor de 60% de los votos. En Chuquisaca, Potosí y Pando también ganó, pero con una ventaja ligeramente menor.

El resultado de la consulta muestra de nuevo el país dividido, una tendencia que venía perfilándose, ya que −después del triunfo electoral del 2014, cuando Morales logró más de 60% de los votos para un tercer mandato presidencial− el MAS de Morales perdió, un año después, la elección para las alcaldías en las cuatro ciudades más grandes de Bolivia: La Paz, Santa Cruz, El Alto y Cochabamba.

La “derrota” del domingo pudo anticiparse en las elecciones departamentales y de alcaldes del año pasado, para las cuales “además de perder la gobernación de La Paz −en manos del exministro de Educación, el intelectual aymara Féliz Patxi (algo así como la izquierda aymara)− el MAS debió dejar la alcaldía de El Alto en manos de Soledad Chapetón (algo así como la nueva derecha), aymara”, dijo Tomás Astelarra, en un artículo titulado “Cómo transformar el ‘no’ en esperanza”.

Entonces se dijo que el hecho de no estar el nombre de Morales directamente involucrado en la disputa había afectado. Ahora fue precisamente el hecho de que lo estaba, lo que, según otros analistas, fue factor decisivo en el resultado.

Lo cierto es que ya en las elecciones municipales y departamentales del año pasado se anticipó el quiebre que se confirmó ahora.

Error de cálculo

Se trata de lo que algunos calificaron de “error de cálculo” del mandatario, pues decidió convocar la consulta para el cambio de la constitución cuando ese tema no parecía ser gran preocupación de los bolivianos y le quedaban aún cerca de tres años en el gobierno.

La convocatoria, que aspiraba a otorgarle la posibilidad de un cuarto mandato, se enfrentaba a la siempre delicada percepción de los ciudadanos, de que alguien pretende perpetuarse en el poder, un tema muy sensible en Bolivia y que la oposición explotó con buenos resultados.

Por otro lado, el referendo permitió que toda la oposición se unificara contra de las aspiraciones del presidente, una unidad que será mucho más difícil de lograr cuando tenga que enfrentar otro tipo de elección, con cada partido defendiendo sus intereses particulares. En todo caso, el referendo les permitió acercarse y los intereses más conservadores, como en el caso de Venezuela, tratarán de limar asperezas para conformar un único bloque opositor para el 2019, aunque −según analistas como Pablo Stefanoni− eso no será fácil.

Stefanoni, periodista que ha acompañado de cerca el proceso boliviano, destacó que “en esta década, el Movimiento al Socialismo puso en pie, con bastante éxito, un nuevo modelo económico, basado en el estatismo y cierta ortodoxia macroeconómica, junto a un nuevo Estado más abierto a la diversidad del país”.

“Nos hemos detenido un poco”, dijo García Linera. Habrá que ver. En pocos meses, el escenario político regional cambió y el nacional, en Bolivia, también. Ahora bien, la situación de Bolivia y sus resultados económicos tiene poco que ver con los de Venezuela o Argentina, y el presidente Morales goza de una evaluación muy positiva.

De todos modos –dijo Stefanoni, refiriéndose al gobierno de Morales– “que tras una década −en un país políticamente inestable como Bolivia− aún mantenga casi la mitad de los votos, no es un dato menor. Si los del No son votos de muy disímiles sensibilidades, los del Sí son un apoyo a la continuidad del mandatario cocalero. Por eso, la oposición sabe que el MAS no está vencido para 2019, pero con seguridad el proyecto oficialista se ha debilitado”.

Pobreza en descenso

Según fuentes gubernamentales, reconocidas por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre el 2005 y 2012 la pobreza extrema descendió de un 24,3 % a un 12,2 % en las ciudades, y de un 62,9 % a un 40,9 % en el campo.

Según el PNUD, Bolivia es el país latinoamericano que ha registrado la mayor reducción de pobreza. También el Índice de Gini, que se usa para calcular el grado de desigualdad de un país, ha conocido una evolución importante al reducirse un 3,5 % entre el 2008 y 2012.

El salario mínimo se ha multiplicado más de tres veces, desde la llegada al poder de Morales en 2006. En el 2005, el salario mínimo nacional era del orden de 440 bolivianos (unos $65) y en el 2014 ascendió a 1.488 bolivianos (unos $215).

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