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Cobra fuerza hipótesis sobre beneficios de vacuna contra tuberculosis para combatir COVID-19

Hospital de Massachussetts y Universidad de Harvard se suman a esfuerzos para realizar estudios. Todavía falta más financiamiento.

La posibilidad de que la vacuna usada en todo el mundo para combatir la tuberculosis sea efectiva también contra la enfermedad COVID-19 parece cercana a ser una realidad, según avanzan los estudios en ese sentido.

El pasado 8 de abril UNIVERSIDAD informó sobre estudios en diversos lugares del mundo que exploran esa hipótesis, así como el análisis hecho por el Departamento de Ciencias Biomédicas de la Escuela de Medicina Osteopática del Instituto de Tecnología de Nueva York (NYIT, por sus siglas en inglés), el cual encontró que los países que tienen políticas de aplicación de la vacuna BCG muestran tasas de letalidad por COVID-19 significativamente inferiores a aquellos que no.

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Hace cien años, los microbiólogos franceses Albert Calmette y Camille Guérin desarrollaron la vacuna contra un bacilo que causa la tuberculosis, por ello ese medicamento se designa con las iniciales de bacilo Calmette Guérin (BCG).

Esta vacuna desde hace años se aplica en Costa Rica al momento del nacimiento como parte del esquema de vacunación del Ministerio de Salud y de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).

Ahora un equipo conformado por el Laboratorio Faustman del Hospital de Massachussetts y la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, en ese mismo Estado, informó que se encuentra “organizando activamente” una prueba clínica para determinar si la vacuna puede proteger contra el COVID-19 al personal sanitario considerado en riesgo.

Enfatizó además que ese tipo de pruebas “nos ayudarán a entender el papel de BCG en la actual y futuras pandemias”.

Cabe recordar que en Estados Unidos no es obligatoria la aplicación de esta vacuna. Al día de hoy, ese país lidera al mundo en casos confirmados, con 890.524, así como los decesos, con 51.017, según la Universidad Johns Hopkins.

Falta apoyo

En un documento informativo divulgado por esas instancias, se explica que históricamente el desarrollo de vacunas ha apuntado a identificar antígenos “perfectos”, que generen respuestas de inmunidad a largo plazo para infecciones específicas y que por ello impliquen inmunidad del organismo si se reencuentra con el mismo agente infecciosos en algún momento.

Ese enfoque sin embargo puede tomar meses o años para desarrollar el medicamento y “aún debe llevar a una vacuna exitosa contra los coronavirus”.

El término “coronavirus” se refiere a una variedad así designada por sus características morfológicas. El virus que causa la enfermedad COVID-19 identificado a finales del año pasado en Wuhan, China, es designado SARS-CoV-2.

Los científicos de Massachusetts explican que otro enfoque puede centrarse en un mejoramiento más general del sistema inmunológico para combatir infecciones, lo cual se hace al incentivar una memoria inmunológica no específica, denominada “inmunidad entrenada”, la cual puede “armar” a las células del cuerpo contra una gama amplia de enfermedades infecciosas. Aparentemente, la vacuna BCG es capaz de generar ese tipo de respuesta.

De acuerdo con el documento divulgado, “múltiples pruebas clínicas” han demostrado sus efectos “fuera de rango”, es decir, no previstos originalmente. Cita como ejemplo un caso en que adultos sanos, a quienes se les aplicó, resultaron inmunes a una variedad atenuada de la fiebre amarilla.

También menciona que en recién nacidos, además de proteger contra la tuberculosis, la vacuna reduce la mortalidad significativamente y les defiende ante infecciones virales del tracto respiratorio y la sepsis neonatal, una infección en la sangre muy difícil de diagnosticar.

También afirman que la vacuna incide en un aumento en la producción de glóbulos blancos en la sangre, los cuales entre otras cosas mejoran la protección ante infecciones pulmonares.

Concretamente, cita estudios sobre su efectividad contra el virus sincitial respiratorio, en Guinea-Bissau; influenza, en Países Bajos, o diferentes virus en España.

También menciona un seguimiento que se hizo de la aplicación de la vacuna en indígenas norteamericanos a lo largo de 60 años y que encontró efectos protectores contra el cáncer de pulmón y la diabetes tipo 2.

“Adicionalmente, muchas pruebas han demostrado el potencial de la vacuna BCG en el tratamiento o prevención de enfermedades autoinmunes, incluyendo diabetes tipo 1 y esclerosis múltiple”.

Para el caso del COVID-19, apunta que “datos nuevos y muy preliminares” sugieren que la vacunación a gran escala con este medicamento puede incidir en la tasa de mortalidad y citó el estudio mencionado del NYIT.

Así, menciona que actualmente se realizan al menos dos pruebas clínicas con la vacuna BCG “en marcha o planeadas” respecto a sus efectos de autoinmunidad, una en Estados Unidos sobre la diabetes tipo 1, y otra en Italia, sobre el síndrome radiológicamente aislado, una condición que aparece como lesiones blancas y que se relaciona con la esclerosis múltiple.

El equipo de Massachusstes también destacó que en todo el mundo se han iniciado pruebas clínicas sobre el efecto de esta vacuna sobre el COVID-19 en personal sanitario considerado de riesgo, mientras tanto, en Estados Unidos, “seguimos esperando por la aprobación y financiamiento”.

“Necesitamos más datos y apoyo para estos estudios. Es importante que cambien el rumbo los gobiernos y grupos interesados que hasta ahora no han financiado estudios que comprueben los beneficios fuera de rango de la vacuna BCG”, pues el nivel de seguridad que ofrece, facilidad para ser administrada y su demostrada capacidad para prevenir infecciones de las vías respiratorias superiores, “la hacen un candidato ideal para ser probado como un agente protector contra la infección COVID-19 y sus complicaciones subsecuentes”.

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