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Por primera vez, un tribunal tico castiga con cárcel aleteo de tiburón

Una empresaria puntarenense de origen taiwanés fue condenada a seis meses de prisión por aleteo de tiburones.

Una empresaria puntarenense de origen taiwanés fue condenada a seis meses de prisión por aleteo de tiburones, convirtiéndose en la primera persona en recibir cárcel por este delito en Costa Rica.

El 7 de febrero, el Tribunal Penal de Puntarenas condenó a una mujer de apellidos Tseng Chang por descargar aletas de tiburón en muelle sin estar adheridas naturalmente al cuerpo del animal.

Esta conducta está penada en Costa Rica por los artículos 139 y 140 de  la Ley de pesca y acuicultura.

La empresaria es la representante legal de la embarcación Wang Jia Men 88 y ordenó a su capitán que descargara “652 aletas de tiburón, sin que estas estuvieran adheridas de forma natural al vástago”, según el fallo del tribunal.

Los hechos ocurrieron en el muelle El Carmen de Puntarenas en octubre de 2011.

“Nos alegra que, desde el Poder Judicial, el país envíe la clara señal de que su prioridad es proteger la sostenibilidad del país”, dijo mediante un comunicado Marco Quesada, director del Programa Costa Rica de Conservación Internacional (CI), organización que apoyó el trabajo del Ministerio Público.

La empresaria fue absuelta en un juicio que concluyó el 21 de abril del 2014. Tras una apelación de la Fiscalía, el 19 de mayo el Tribunal de Apelación de Sentencia de San Ramón ordenó un nuevo proceso.

Ahora Tseng Chang podrá también apelar el fallo. El juez permitió la ejecución condicional de la pena, pues ella no tiene antecedentes.

El caso es significativo porque la embarcación utilizó un método considerado novedoso en su momento.

En vez de traer a puerto únicamente la aleta (que es penado por ley) o traer intacto y completo el tiburón, la embarcación cargaba la espina conectada con las aletas de cada animal.

“El fin era tratar evadir un poco la fiscalización simulando que la aleta estaba adherida”, dijo Gladys Martínez, abogada senior del programa marino de la Asociación Interamericana de Derecho Ambiental (AIDA) que también apoyó.

La legislación costarricense señala que las aletas deben llegar al puerto unidas naturalmente al cuerpo del tiburón.

Al separar las aletas del cuerpo del pez en altamar, los pescadores pueden cargar más en sus unidades de refrigeración y maximizan así la ganancia. El cuerpo del tiburón tiene poco valor, pero las aletas tienen un precio alto.

“Lo que ellos quieren es conservar la mayor cantidad de aletas en refrigeración y botan el cuerpo al mar”, apuntó Martínez.

En 2011 un capitán taiwanés fue condenado a pagar ¢34 millones por aleteo, aunque no fue enviado a prisión por acogerse a un convenio internacional.

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