Deportes Solo en Abu Dhabi 2019 se lograron 16 oros en Especiales

Tras los porqués del éxito de Costa Rica en Olimpiadas Especiales

El deporte internacional costarricense tiene un fenómeno interesante en el olimpismo.

El deporte internacional costarricense tiene un fenómeno interesante en el olimpismo. Mientras las medallas son pan de cada día en las ediciones de Olimpiadas Especiales, en las regulares eso se convierte en un recuerdo cada vez más lejano y difícil de repetir.

La delegación de Olimpiadas Especiales regresó procedente de Abu Dhabi. Su regreso no pudo haber sido más triunfal luego de anexarse un total de 54 medallas, 17 de ellas de oro.

Más allá de que quedaron por debajo de potencias como Canadá (90 oros), Rusia (88), Estados Unidos (72), Reino Unido (63), entre otros, hay que destacar que este logro se dio con una delegación de sólo 31 deportistas en seis disciplinas, debido principalmente a que, todavía hasta finales del año anterior, tenían dificultades para poder asistir, pues no tenían el presupuesto aprobado. Sólo el reunir el dinero para los boletos aéreos de 50 personas, delegados y entrenadores incluidos, costó cerca de 50 millones de colones.

Por otro lado, para la edición Los Ángeles 2015, Costa Rica pudo llevar a más de 200 competidores repartidos en el programa completo de las 24 disciplinas deportivas, y gracias a ello se pudieron regresar de territorio estadounidense con un total de 207 medallas, la cifra más alta de preseas jamás obtenida en cualquier cita olímpica, sin distinción de categoría (Olimpiadas Especiales, Juegos Olímpicos o Paralímpicos) o estación del año (Verano o Invierno). De ellas, 76 eran doradas.

Además, los Juegos Mundiales de Invierno en Olimpiadas Especiales también han deparado experiencias exitosas para el país. La edición de Pyeongchang 2013 en Corea del Sur, entregó dos preseas de cada metal, con todo y que en suelo costarricense no hay nieve ni pistas de hielo y que los atletas que asistieron a aquella edición nunca habían estado expuestos a esas condiciones. Lo más parecido que se pudo hacer fue llevarlos al Cerro Bellavista, con el fin de aclimatarlos al frío de Corea del Sur.

¿Y Costa Rica en olimpiadas regulares? Desde que empezó a asistir a Juegos Olímpicos regulares, allá en el lejano año de 1936, únicamente contabiliza un oro, una plata y dos bronces, todos ganados por las hermanas nadadoras Sylvia y Claudia Poll entre Seúl 1988 y Sydney 2000.

Algunos ejemplos que quedaron más cercanos han sido el ciclista Andrés Brenes (sexto lugar en Atlanta 1996) y la también nadadora María del Milagro París (sétimo lugar en 100 metros mariposa en Moscú 1980), así como la propia Sylvia, también en Seúl 1988 (quinto lugar en 100 metros libre, sexto lugar en 100 metros dorso) y Barcelona 1992 (sétimo lugar en 200 metros dorso), o incluso la selección de fútbol masculino de Atenas 2004 (octavo lugar).

Todo esto mientras que en las Olimpiadas de Invierno regulares las participaciones de costarricenses son esporádicas y el medallero sigue en blanco; incluso, cuando ningún deportista costarricense ha vuelto a comparecer a estos certámenes desde 2006, en la ciudad italiana de Turín.

¿De qué manera explicar este fenómeno? En una entrevista previa concedida a UNIVERSIDAD, el jerarca del Comité Olímpico Nacional, Henry Núñez, había proyectado que las siguientes medallas olímpicas podrían venir hasta 2024 o 2028, siempre y cuando se hiciese una serie de cambios en las bases y un fomento deportivo constante por parte del gobierno a través de los presupuestos.

“A veces hay recursos y a veces no, entonces es difícil que podamos aspirar a ganar medallas; no imposible, pero sí bastante más difícil que en otros países”, había asegurado en aquella ocasión Núñez. Al consultarle sobre este fenómeno ahora, no se consiguió obtener respuesta alguna.

Sin embargo, el presidente de Olimpiadas Especiales, Carlos Valverde, demostró que lo logrado obedeció más que todo al esfuerzo de atletas y familias, así como a una planificación extensa.

“Un gran éxito, queda demostrado claramente que hubo una planificación de más de un año de trabajo, de entrenamiento para llegar a unos juegos mundiales en las mejores condiciones, un gran esfuerzo que han hecho las familias, los atletas, sus entrenadores y el programa nacional, todos trabajando de la mano”, fueron sus primeras palabras al llegar al país luego de su participación en el Golfo Pérsico.

Sin embargo, el entrenador de natación de la Asociación de Deporte Inclusivo, Luis Fernando Cortés, se mostró crítico con el modelo de Olimpiadas Especiales. Para él, este programa tiene un orden más recreativo que competitivo y es contraproducente para incluir a los atletas con discapacidad en el alto rendimiento.

“En la Asociación de Deporte Inclusivo manejamos nadadores con discapacidad cognitiva, síndrome de Down, espectro autista y paralímpicos, y este año todos ellos están en el circuito, van y compiten solos, y nadan las mismas distancias que los demás (1500 o 3000 metros). Allá en Olimpiadas Especiales el nivel es muy bajo, y no se da una verdadera inclusión”, afirmó.

Pese a que vio con buenos ojos la inclusión de los deportistas unificados (regulares) en algunas disciplinas, considera que aún no es suficiente y que el proceso podría darse al revés, poniendo a los atletas con discapacidad a competir de tú a tú contra deportistas regulares en vez de hacer torneos por aparte.

A favor de los deportistas convencionales, se podría citar el hecho de que manejan tiempos mucho menores que los de atletas de olimpiadas especiales. Por ejemplo, Yuliana Mora se dejó el oro de los 400 metros libre en territorio emirato haciendo 7 minutos, 49 segundos y 89 centésimas. Mientras que el récord mundial y olímpico de esta distancia, en poder de la estadounidense Katie Ledecky, es de 3 minutos, 56 segundos y 46 centésimas. Y en el contexto nacional, la nadadora más rápida regular, Helena Moreno, dejó el reloj en 4 minutos, 18 segundos y 89 centésimas.

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