Mujeres que juegan al fútbol como profesionales, pero son tratadas como amateurs por sus clubes y toda la organización del deporte en el país. Salarios muy bajos (cuando los hay), sin seguros, sin uniformes suficientes y en condiciones que obligan a cada jugadora a asegurarse el sustento con un trabajo adicional.
Esta es la lamentable realidad del fútbol femenino en Costa Rica, en la que pese a que se formulan muchas preguntas, son pocas las respuestas y las que se consiguen dejan mucho qué desear.
No son pocas las futbolistas que han salido en tiempos recientes a decir “basta ya” por las malas condiciones en las que deben trabajar y que en varios casos han obligado a jóvenes prometedoras a finalizar sus carreras porque simplemente no pueden más.
“Nosotras sí pertenecemos a una institución, tenemos la responsabilidad de entrenar todos los días a las 5 a.m. y como “profesionales” tenemos que cumplir. Y como profesionales debemos de cumplir no solo en eso, sino en un buen peso, buena condición física, etc. Es una doble moral”, Fiorella Varela.
Hace unas semanas, Robert Garbanzo, gerente deportivo del Club Sport Herediano, aseguró que “en Costa Rica hay clubes que buscan profesionalizar a la fuerza el fútbol femenino con salarios exorbitantes”, después de sufrir la salida de 29 jugadoras desde diciembre del año anterior. ¿Cuánto será un “salario exorbitante” en un medio en el que la única remuneración económica que reciben algunas jugadoras son viáticos para ir a entrenar, en el que otras negocian que les paguen en forma de materias de la universidad?
Días después, tres exjugadoras del Herediano alzaron la voz sobre el trato recibido en el club: Michelle Montero, Vanessa Molina y Fiorella Varela. Montero anunció su retiro a los 28 años, indica que Herediano le comunicó que no podía cubrir su sueldo (menor a $1.000). Manifestó saber que el fútbol femenino debería ser mejor que lo que les dan.
Vanessa Molina, quien también se retiró prematuramente, escribió: “Mis respetos a las jugadoras que siguen dándolo todo por amor a la camiseta, pero yo también ya tuve suficiente de vivir de las migajas que nos dan a las mujeres en el fútbol”. Fiorella Varela confesó también pensar en un retiro con 20 años.
Las jugadoras de primera división están en un limbo legal y laboral. Los problemas van desde la falta de seguro social y salario hasta la imposibilidad de que se les rompa una camiseta, porque no hay otra. Algunas reciben remuneración económica por medio de pagos en efectivo, en sobres, todo esto en un medio en el que nadie quiere decir nada.
Según la Unión Femenina de Fútbol (UNIFFUT), el fútbol femenino en Costa Rica es amateur, no profesional. La primera división femenina costarricense está compuesta por ocho equipos: Liga Deportiva Alajuelense, Saprissa Fútbol Femenino, Club Sport Herediano, Sporting Fútbol Club, Dimas Escazú, Municipal Pococí, Municipal Pérez Zeledón y la Comisión de Fútbol de Palmares (COFUTPA).
UNIFFUT informa que hay, al menos, 26 jugadoras inscritas por club. Sin embargo, el reglamento permite utilizar jugadoras de alto rendimiento también. Este segundo grupo suma de 25 a 26 jugadoras adicionales, aunque no todas juegan en primera división.
Según datos proporcionados por UNIFFUT, hay 146 jugadoras inscritas en Primera División, a las que se suman 94 jugadoras de alto rendimiento (ver gráfico).
Gráfico representando las jugadoras inscritas en Primera División, según datos suministrados por UNIFFUT y 3 de los equipos: LDA, Saprissa y Dimas.
No hay claridad en información tan básica como cuántas jugadoras están inscritas en Primera División, pues los datos de UNIFFUT y de los respectivos equipos no coinciden. UNIFFUT dice que Alajuelense tiene a 22 jugadoras inscritas, mientras el equipo reporta 24; UNIFFUT cuenta 18 jugadoras de Saprissa inscritas, mientras el club dice que son 25; en Dimas se registran 25 futbolistas, pero el club cuenta 5 menos. Los demás equipos no suministraron datos, por lo que no se pudo efectuar la comparación.
El promedio de jugadoras inscritas en Primera División por equipo es de 19. Herediano cae muy por debajo de esa línea, con tan solo 8 jugadoras. El promedio de jugadoras de alto rendimiento por equipo es de 12. Esta vez, Pococí está muy por encima de la línea, con 22 jugadoras.
Se le consultó a María José Fonseca, del departamento de prensa de la UNIFFUT, sobre los salarios de las jugadoras y su respuesta fue tajante: “Ninguna recibe salario”.
Sobre los seguros, contestó: “Jamás, lo más que se tiene es que los equipos puedan tener pólizas y demás que puedan cubrir ciertas situaciones, ciertas lesiones, emergencias y cuestiones así, pero no es ni una obligación ni es generalizado”.
Según Marta Angulo, de la Dirección de Inspección de la CCSS: “De conformidad con la normativa establecida en la Ley Constitutiva de la CCSS, en especial el artículo 3, los equipos de fútbol como cualquier otra empresa, se encuentran en la obligación de reportar en planillas ante la CCSS, a sus trabajadores con los salarios que se les cancele en el mes correspondiente. Lo anterior, en el tanto mantengan una relación obrero-patronal”.
De la información brindada por la UNIFFUT, se concluye que las jugadoras de primera división costarricense no mantienen una relación obrero-patronal con sus clubes, al no recibir salario. No obstante, hay versiones contradictorias.
Por ejemplo, el departamento de prensa de LDA informó que: “A las que juegan en primera división se les paga un salario ya que son empleadas del club”. José Antonio Morelli, del departamento de prensa y comunicación de Dimas Escazú, explicó que “No es salario, no hay servicios profesionales de jugadoras, son viáticos de acuerdo a sus necesidades”. 25 jugadoras de Dimas Escazú reciben viáticos. Saprissa prefirió no entrar en detalles, replicando “Esta es información de índole privada”.
No se conocen las versiones del Herediano, Sporting, Pococí, Pérez Zeledón y COFUTPA, pues no respondieron las consultas enviadas en reiteradas ocasiones a sus correos electrónicos.
Se consultó con la CCSS si los clubes de primera división costarricense tienen a sus jugadoras inscritas en planilla, a lo que Angulo respondió que “el catálogo de ocupaciones de dicha base de datos (Sicere) no registra la ocupación de jugador de fútbol, por lo que no es posible identificar en una planilla si una persona se dedica a dicha ocupación de manera remunerativa”.
María José Fonseca, de UNIFFUT, aclaró que “en este momento no existe, en las categorías de trabajo de la CCSS, un campo que diga jugadora de fútbol”. Esta afirmación es correcta, sin embargo, agregó que “sí existe jugador de fútbol profesional”, que Ángulo desmintió.
Para entender mejor las condiciones y el trato que viven en los clubes, se entrevistó a cuatro jugadoras de primera división: María Paula Porras de Sporting FC, Mariela Campos de Saprissa FF, Valery Sandoval de Alajuelense y Yolian Salas de Herediano. Dos de ellas fueron convocadas al campamento rumbo al mundial de Australia y Nueva Zelanda: Porras y Campos.
Los honorarios de Porras, Campos y Sandoval rondan los ₡150.000 y ₡450.000 quincenales y están aseguradas (no por la CCSS). Salas no compartió su monto, ni confirmó recibir remuneración alguna. Es importante aclarar que la comunicación con ella no fue directa, sino por medio de un colaborador del club. Dimas Escazú expresó que “las jugadoras de primera división están cubiertas con una póliza del INS”.
Es seguro decir que en Costa Rica el ser una mujer futbolista no es una profesión que alcance para pagar las cuentas. Según María José Fonseca, de UNIFFUT, “ninguna jugadora en nuestro país vive de fútbol”.
Esta situación obliga a las jugadoras a tener otros trabajos. Fonseca citó algunos ejemplos: “Noelia Bermúdez, la portera de la Liga, tiene una panadería y hace repostería fina. La mayoría de jugadoras son educadoras físicas (…) Otras son personal trainers, trabajan en mercadeo, tienen sus empresas propias, trabajan en empresas privadas, están en la universidad…”.
La precariedad del fútbol femenino también las obliga a entrenar a horas en que la mayoría de la gente duerme, entre las 5:30 y las 6 de la mañana. En cambio, sus contrapartes masculinas entrenan entre las 8 y las 10 de la mañana. Ellas tienen ese horario para cumplir con las responsabilidades de su día: estudiar, trabajar. Los hombres pueden vivir de eso. Las obligaciones laborales de la mayoría al terminar de entrenar son cuidarse, comer bien y descansar.
De las entrevistadas, Porras, Campos y Sandoval están en la universidad, mientras Salas trabaja en un supermercado.
Mariela Campos se unió a Saprissa a principios de este 2023, y no tiene miramientos para denunciar a su equipo anterior: el Club Sport Herediano. Comentó que “en Heredia había muchísimas inconsistencias” entre las que destacó que le pagaban en efectivo: “no teníamos cuenta, sino que Heredia inició dándonos efectivo, nosotras teníamos que ir a recoger a la oficina de Heredia sobres que decían: ‘Mariela Campos, tanta cantidad’. Ya después lo que hacía para no verse tan feo era que nuestro entrenador recogía todo eso y nos lo depositaba en cuentas que nosotras mismas le dimos, pero no era por parte del club”.
Además, contó que al finalizar el torneo de Apertura 2022, Mariana Benavides (ahora en Saprissa) y ella, quienes eran “como las capitanas”, tuvieron que ir a hablar con la administración, pues tenían tres meses de no pagarles. “A veces nos depositaban mensual, a veces decían que por quincena, a veces nos pagaban a inicios del mes, a veces nos pagaban finales del mes, mes atrasado. Era una inestabilidad muy grande”, sentenció Campos.
Desde UNIFFUT, sostienen que el camino a la profesionalización requiere de muchos años y procedimientos, y que no es una decisión suya, sino de la FIFA. Fonseca declara que, en los últimos cinco años, han ido trabajando “en obligar a que los equipos vayan creando las condiciones mínimas para empezar a aplicar por el profesionalismo”. Pero esto es complicado, ya que “como nuestro fútbol no es profesional, tampoco hay un tema de obligatoriedad muy grande”, en sus propias palabras. Entonces, ¿cómo avanzar hacia el profesionalismo sin caer en un círculo vicioso?
“Ojalá algún día antes de opinar piensen en todos los sacrificios que hacemos para hacer lo que amamos… porque eso es el fútbol femenino aquí”, Fiorella Varela.
Algunos de los procedimientos en los que UNIFFUT trabaja junto con los clubes son: profesionalizar las inscripciones, que los equipos empiecen a contar con licencias de club de fútbol —otorgadas por el Comité de Licencias de la Fedefútbol—, que los camerinos estén en buenas condiciones, que las canchas y los estadios cumplan con los estatutos mínimos, contar con personas de seguridad, camilleros y ambulancias… Cuestiones básicas que en el fútbol masculino resultan obvias, en el fútbol femenino adquieren dimensiones de conquista.
Lograr la profesionalización del fútbol femenino costarricense significaría grandes cambios, especialmente en la vida de las protagonistas. Todas las jugadoras de primera división recibirían un salario (igual o mayor al mínimo establecido), pues sería una actividad profesional. Asimismo, estarían aseguradas por la CCSS.
Al consultarle a las jugadoras si les dan suficientes uniformes, Valery Sandoval, defensa de Liga Deportiva Alajuelense, respondió: “Tenemos 2 uniformes por torneo, a diferencia de los hombres que creo que tienen 17 camisas al año. Pueden regalarlas si quieren, nosotras tenemos solamente 2”. Las jugadoras, a pesar de señalar las carencias a las que se enfrentan, muestran agradecimiento a la institución. Sandoval agregó “pero son nuestra talla y todo entonces no hay ningún problema”.
Mariela Campos, volante del Saprissa, destacó la misma experiencia, y la ilustró con el recuerdo de un clásico en el que a Abigaíl Sancho se le reventó la camisa. No había extras. “No tenemos segundos uniformes, ni de visita, ni de casa. Si se nos pierde, cuesta un montón conseguir otra camisa que sea igual, con número, etc. De hecho, creo que ni siquiera lograron conseguirle otra a Abigaíl para el siguiente partido. Entonces, eso es un poco complicado”, finalizó.
Esto quiere decir que las mujeres no pueden intercambiar camisetas con el rival ni regalar camisetas a la afición, prácticas regulares en fútbol masculino… Los equipos están muy anuentes de incluirlas en las campañas publicitarias y en usar su imagen para anunciar y vender sus camisetas, pero no para darles más de dos.
Las críticas a la selección nacional que disputó la pasada Copa del Mundo en Nueva Zelanda no faltaron tras regresar a casa con tres derrotas, pero muy poco puede exigir un país que da tan poco a sus jugadoras y pretende exigirles igual que a aquellas que juegan al más alto nivel.