Cultura

“Sin arte no somos nada”

Armando Mandy Loinaz, fundador de Hebra, mira desde la distancia de 40 años el aporte del seminal grupo de rock.

A finales de los años 70, cuatro jóvenes guitarristas, prácticamente colegiales, se presentaron en vivo en Canal 13. Convencidos de haber recibido un impulso definitivo a su carrera que los llevaría al estrellato internacional, tras la presentación se fueron a la cercana línea del tren a celebrar tocando más. Eran las 4:20.

Luego, regresaron a pie al centro de la capital y a la altura de La Sabana Armando Loinaz pensó en voz alta: “¡Diay!, ¿y las guitarras?”.

“Habíamos dejado las cuatro guitarras puestas a la par de la línea del tren recuerda Loinaz ya en enero de 2020, como para la portada de un disco. Nos devolvimos; había llovido, pero ahí estaban las cuatro”. De esa línea del tren además salió la canción “Ya me voy de la ciudad”.

“De Hebra original solo quedo yo”, admitió sin sentimentalismo el cantante, flautista y guitarrista. Recordó a Ronald Wong, quien cambió todo cuando presentó al grupo la música de Sui Generis. Tiempo después Wong acabaría con su propia vida, pero “las mejores canciones son las que él escribió con Édgar Brealey. Estábamos José Ruiz y yo. Solo queda Édgar”.

Se trata del grupo de rock original en español de más larga data de Costa Rica. Hebra no solo ayudó a definir un sonido autóctono del rock, sino que a lo largo de los años ha servido de pilar al desarrollo de muchos otros grupos.

Actualmente a Loinaz lo acompañan “roqueros consagrados”: Marcos Elizondo, guitarrista de de La Silla Eléctrica; el baterista Fernando Alvarado, el muy conocido bajista Carlos Calilo Pardo y el tecladista Carlín Castro. Esa es la formación que interpretó canciones ya emblemáticas como “Retrato” o “Sabana Cementerio” el pasado 18 de enero en Mundoloco, en San Pedro, y lo volverá a hacer el 7 de febrero en el bar Whisky, en Santa Ana.

Un movimiento rockero

Hebra nace en 1976, “éramos muchachillos de colegio”. En ese momento, la escena musical urbana josefina era dominada principalmente por el inglés, “ya Álvaro Fernández andaba por ahí, pero él tocaba trova; se habían hecho varios intentos… La Silla Eléctrica tocaba en inglés”, recordó Loinaz.

A ello se suma la oscurantista realidad de que “en esa época el rock solo venía de México, “Pototitos” y ese tipo de cosas. No sabíamos nada del rock argentino”. Fue hasta tres o cuatro años más tarde que Wong mesiánicamente tocó para sus amigos del grupo “Las increíbles aventuras del señor tijeras” de Sui Generis. “Yo dije ‘¿qué es esa vara?’, nunca había escuchado ese tipo de música escrita en español”.

De esa manera, Hebra empezó a juntar influencias que marcaron el sonido de la generación ochentera inmediatamente posterior del rock costarricense. Además, mucha influencia melódica del rock argentino, en especial de Sui Generis, con una guitarra más cercana al sonido rockero anglosajón. En efecto, Loinaz reconoció que en aquella etapa inicial tocaban canciones de grupos como Eagles.

“Nos reuníamos con botella de ron colorado y otras cosas, mejor no hablar de eso porque la juventud es muy delicada. Empezábamos a escribir poemas y a componer piezas, llegamos a componer más de cien canciones. Decidimos dejar de escuchar radio; vea qué ingenuos, según nosotros para no ser influenciados, como si por generación espontánea nos fuera a salir la música del corazón”, relató con una sonrisa.

Recordó la música que componían como “urbana y ecológica” y reconoció que “en momentos en que estaba la huelga de Alcoa, un momento histórico en Costa Rica, no nos metíamos, éramos, no digamos anticomunistas, pero no éramos panfletarios”.

Dijo que se identificaban más con los guatemaltecos de Alux Nahual, pero terminó admitiendo que “siempre hay política en la música, porque la música tiene que influenciar, pero no ser panfletaria”.

Con todo ello, el hecho histórico es que uno de los primeros conciertos de Hebra fue en Naranjo, para recoger fondos para el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Ahí, Loinaz tenía otra cita con su destino artístico: “repartieron unos folletillos de propaganda y venían unos poemas de Roque Dalton… quedé azotado, él veía la vida como es”.

“Hebra no es un grupo, es un movimiento musical”, pues por acá “han pasado un montón de músicos, son 40 años de rock & roll”, aseveró.

Ese aporte abarca la gestión de festivales que, marcaron época al fruncir el ceño de la aburrida y conservadora Costa Rica. En 1979 organizaron el Festival en la Montaña, al que según dijo llegaron más de 10 mil personas, para tres días de música y “nos cayó la iglesia católica. Cuando llegamos estaba la policía, nos cerraron el lugar, ya teníamos la tarima montada, y nos mandaron al Bosque de la Hoja, sin luz,  nos conseguimos un transformador y lo hicimos”.

Dijo que gracias al impulso que significó ese festival, “los 80 fueron definitivos”. En 1983 en La Guácima, Hebra organizó  el Festival en el Sol, “metimos más de 10 mil personas también, el pueblo se nos echó encima porque era música “satánica”, entonces el nuestro era un mensaje a nuestro pueblo, a nuestra gente”.

“Metimos 42 grupos, hasta Karibú tocó y ahí nació (el grupo de rock) Shénuk, y a partir del 83 explotó todo”, aseveró Loinaz. Además, citó la emergencia de grupos como Igni Ferroque, José Capmany en Café con Leche, o Chakal.

“En los 80 llenábamos los teatros, el Centro Cultural Costarricense Norteamericano hasta la leña. La gerente el viernes en la noche nos daba la llave y nos decía que pasáramos el lunes a la oficina a dejarla. Hacíamos los conciertos, cabían 300 personas y metíamos 450, sentadas en los pasillos, a cien pesos la entrada”. “Entrando los 90 prosiguió, muchos jovencillos que nos habían escuchado se echaron a pista”.

Más reflexivo, Loynaz regresó a una pregunta inicial de la entrevista, sobre la pertinencia de tocar rock y de hacerlo en español. “El arte es trascendental en la vida, sin arte no somos nada. Somos políticos, que la política es para otra cosa. El arte es la expresión única y máxima que nos diferencia; el arte es lo que nos da la razón de vivir, la poesía, escritura, la música”.

Así, Loinaz dijo sentir “satisfacción de saber que le dimos aire a toda esa gente, que mucha gente más vino después de nosotros para mí es suficiente”.

Hoy en día, motiva a sus compañeros de Hebra al decirles: “que vean lo que hemos logrado, en el sentido de que mucha gente nos ha seguido, se ha armado un movimiento de rock en Costa Rica serio, fuerte y trascendental. ¿Cuántos grupos hay ahora? Montones. Hay acceso a instrumentos, acceso a Internet para subir videos. No podemos parar de tocar aunque tengamos que pagar, la motivación de nosotros para tocar es esa: estamos haciendo historia. Seguimos haciendo historia, somos el grupo más viejo de rock original, todo original”. 

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