Cultura

Siedin busca escribir un nuevo capítulo, tras 80 años de producción editorial en la UCR

Organización de la primera Fiesta del Libro es parte de una nueva estrategia de proyección institucional para enfrentar los retos del mercado y la pospandemia, según explicó su director Guillermo Rosabal.

La UCR celebra 80 años de actividad editorial, lo cual quiere decir que prácticamente desde su fundación inició con una tradición de producción bibliográfica. La efeméride, sin embargo, llega en un contexto complejo, en el que el mercado del libro —como todas las actividades culturales— a ingratas penas logra tomar bocanadas de aire mientras se empieza a superar la asfixiante pandemia.

Esa realidad no elude al Sistema Editorial y de Difusión de la Investigación (Siedin) de la UCR, depositario de esa tradición de ocho décadas, tras la fusión hace 20 años de la Dirección Editorial y de Difusión Científica de la Investigación (Diedin) y la Oficina de Publicaciones.

Una buena señal del nuevo amanecer es la realización de la primera Fiesta del Libro, organizada en conjunto con el grupo independiente Convergencia Literaria, en que la participación, tanto de público como de editoriales o libreros, no tiene costo alguno y que estará abierta hasta el sábado 1 de octubre.

Guillermo Rosabal, a punto de cumplir dos años como director del Siedin, se refirió en este contexto a los retos presentes y futuros que vislumbra para esta unidad editorial.

Tomando en cuenta todo lo que se dice desde hace años sobre el negocio de la edición en físico y la afectación de la pandemia en todos los mercados, ¿qué objetivos se han manejado desde la Dirección del Siedin?

—Encontré a la mayoría del personal haciendo trabajo remoto, no tenía contacto directo con las personas, no sabía quién me solicitaba algo o a quién tenía yo que solicitar, los flujos de trabajo no estaban muy claros y detecté que fallaba la comunicación, la violencia estaba normalizada, tuve que trabajar con profesionales en salud mental una estrategia y un insumo para mejorar la comunicación. Había gente enferma porque otra gente la presionaba. Eso se dio a lo largo de años.

Otro reto fue que la Librería UCR estaba a punto de cerrar porque se descuidó. Con el cierre físico que se hizo en marzo de 2020, no se previó ninguna estrategia para que los libros siguieran circulando. Existe el sitio web, pero para la gente ese es el punto de venta principal y estaba a punto de cerrarse. El 5 de abril de 2021, reabrimos la librería con mucho menos personal, porque me tocó despedir a cuatro personas, simplemente, no entraba suficiente dinero a la Librería por concepto de ventas, ya no se podían pagar sus salarios.

“Durante la pandemia, probamos que los recursos no son para todos, que no todo el mundo tiene el mismo acceso, entonces, lo que hay que hacer es unirse”.

Empezamos a abrir tres mañanas solamente y con personal de la sección de comercialización y personal de apoyo de la sección de impresión.

El segundo reto fue levantar la imagen gráfica, ahora es muy fresca, y, cuando reabrimos la librería y abordamos todo lo que estamos haciendo, la hacemos bajo un lema: “Nos reencontramos para escribir un nuevo capítulo”.

A esta Fiesta del Libro le pusimos el lema de “Resiliencia y solidaridad en pospandemia”, porque nos dimos cuenta de que estábamos inmersos en un reto de todo el sector editorial en el país. Durante la pandemia, probamos que los recursos no son para todos, que no todo el mundo tiene el mismo acceso, entonces, lo que hay que hacer es unirse.

Así, proponemos esta primera Fiesta del Libro como un espacio desde la Universidad para que el sector público y privado editorial se unan, y no solamente presentemos en un bonito estand los libros para venderlos, sino que nos unamos para dialogar sobre cómo nos fue en la pandemia, cómo nos está yendo, qué vamos a hacer y qué vamos a hacer juntos, porque solos no vamos a salir adelante.

Estamos levantando también la parte gráfica de la Editorial. ¿Ha visto las portadas de nuestros libros? Por ser universidad pública no tiene por qué ser feo o mal hecho. Si tenemos una carrera de diseño gráfico, si tenemos artistas, ¿por qué nuestras portadas tienen que ser tan malas?

Trabajar este tipo de cosas no es fácil, porque hay gente en puestos de propiedad que están en una zona de confort, que fue mantenida por directores anteriores y cuando viene uno con esos cambios, a la gente no le gusta.

Hablaba de la situación crítica de la Librería Universitaria. ¿Se ha visto una recuperación en el contexto pospandémico?

—Ya no estamos en números rojos y vamos poco a poco ascendiendo en los ingresos.  Es un ascenso que no es dramático, pero vamos siempre para arriba. De hecho, ya tenemos una persona más en la nómina de la Librería, esperamos el año entrante otra más y volver a abrir tiempo completo.

Este segundo semestre ya ampliamos de abrir tres mañanas a cinco, de 8 a.m. a 1 p.m.

Las nuevas generaciones vienen más acostumbradas a absorber todo en formato digital, ¿cómo maneja el Siedin el reto particular de llegarle a ese público con el formato físico impreso?

—Encontré que no había en el Siedin un criterio respecto a qué va digital y qué en físico o qué se publica en ambos formatos, no había una política editorial en ese sentido y la estamos evaluando. Converso mucho con las personas autoras y editoras con las que se puede conversar y me dan información muy interesante sobre la conveniencia de ciertos formatos. Por ejemplo, gente de Ingeniería me ha dicho que su estudiantado lo prefiere todo en digital; pero en Ciencias Sociales o Humanidades me dicen que la gente todavía recurre al libro impreso.

Estamos en espera de poder hacer un estudio de mercado con la ayuda de la Unidad de Gestión y Transferencia del Conocimiento para la Innovación (Proinnova) y con el Laboratorio Colaborativo de Innovación Pública (Innovaap), del Centro de Investigación y Capacitación en Administración Pública (CICAP), sobre públicos, formatos y sobre productos impresos que podemos vender desde Siedin como servicio.

Eso quiere decir que cualquier persona de la comunidad universitaria o fuera de ella, de institución pública o privada, nos puede encargar servicios de impresión de carpetas, tarjetas de presentación o libros.

Para lograr eso, también buscamos una estrategia —mediante Proinnova e Innovaap— para adquirir equipo de impresión —bajo la figura de leasing— porque tenemos un montón de equipos viejos, que se descomponen y requieren repuestos y arreglos, y eso nos trae pérdidas.

A partir de la experiencia de estos dos años, ¿cómo vislumbra el futuro de esta actividad de edición y de la vida cultural bibliográfica?

—Cuando asumí ante el Consejo Universitario, les dije que quería hacer la Editorial relevante al país, para ello, hay que diversificar los productos editoriales —ya trabajamos en el formato de audio libro—, y hay que modificar las políticas editoriales para que no seamos solamente la que publica los resultados de las investigaciones.

Por suerte, se han creado recientemente proyectos editoriales y editoriales en sedes regionales, en institutos y centros de investigación, lo cual puede permitir desconcentrar cierta actividad editorial,  y nosotros que somos más grandes y tenemos más tradición podemos abarcar necesidades de la población costarricense mediante otros productos editoriales.

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