Cultura Max Valverde, viceministro de Cultura y director a.i. del TNCR

“Sería una tragedia que no pudiésemos proteger el Teatro Nacional”

Un 47% del presupuesto para intervenir el Teatro Nacional será destinado a la protección del edificio contra incendios y sismos.

Ha sido una semana intensa y telúrica para el Teatro Nacional de Costa Rica (TNCR), símbolo patrio y patrimonio arquitectónico histórico, pues desde inicios de enero el Plenario Legislativo discute la aprobación de un préstamo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), por un monto de $31 millones para la protección y conservación del edificio.

El diputado Pablo Heriberto Abarca, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), cuestiona el costo del proyecto “Programa Integral de Seguridad y Conservación del Teatro Nacional”, considerado por el legislador como muy oneroso para estos tiempos de crisis fiscal, así como la propuesta de construir un edificio anexo que incluye una interconexión directa con el TNCR.

Un préstamo del BCIE por $31 millones para intervenir el Teatro Nacional es discutido en el Plenario Legislativo, donde es cuestionado por algunos diputados.

Ante las dudas expresadas por los legisladores Abarca y Milady Alvarado del Partido Restauración Nacional (PRN) en torno al proyecto de Seguridad y Conservación del TNCR y la polémica desatada en la opinión pública y las redes sociales, UNIVERSIDAD conversó con el viceministro de Cultura, Max Valverde, y el arquitecto y miembro de la Junta Directiva del TNCR, Roberto Villalobos.

La tarde de la entrevista, el martes 15 de enero, Valverde aún no fungía como director interino y ad honorem del TNCR, cargo que asumió un día después debido a la renuncia de Fred Herrera, quien estuvo a la cabeza de la institución desde agosto del 2015.

Herrera fue el artífice de la propuesta de declaratoria del Teatro Nacional como símbolo patrio y a su vez lideró el proceso de negociación del empréstito.

“El monto del préstamo es importante, lo reconocemos, pero es lo que cuesta el programa integral; no hay sobreprecios ni sobrecostos. Estos son los costos que han arrojado técnicamente los prediseños y diseños a partir de consultas con consultores nacionales y en algunos casos internacionales”, adujo Valverde frente la posición de los diputados.

De acuerdo con Valverde, en general la respuesta de los legisladores de todos los partidos es positiva; sin embargo, Abarca incluso negocia una moción dirigida a que se presente otra oferta internacional que garantice un mejor precio por las obras. Además el diputado solicita que las autoridades del ministerio de Cultura justifiquen la construcción del edificio anexo del TNCR.

El viceministro de Cultura y director a.i. del TNCR es enfático al decir que en términos de endeudamiento público el monto no es excesivo. “Todos los órganos técnicos han dicho que está bien, aprobaron el proyecto e hicieron sus valoraciones con respecto a las tasas, la capacidad de endeudamiento del país, los plazos y las condiciones”, detalló.

No solo los números entran en juego en la ecuación, sino la forma en que se valora la cultura en términos económicos. Al respecto, Valverde considera que podría influir en el cuestionamiento de los diputados el que conceptualizan un préstamo para el sector Cultura como un gasto y no una inversión.

“Lo que estamos hablando es de inversión en obra pública cultural. Es inversión pura y dura. Este dinero va a ser ejecutado mediante la contratación de personas físicas y jurídicas, el suministro de materiales de construcción; es decir, es dinero que ingresa a la economía y se desparrama, por lo que forma parte de un proceso de reactivación”.

Valverde arguyó, además, que la consecución del proyecto significa una gran rentabilidad social, pues “hay una tasa de retorno social de la inversión que es importante, relacionado con valores culturales, identitarios y como símbolo nacional. No estamos hablando de gasto”.

¿Se ha politizado el tema en la Asamblea Legislativa?

Max Valverde: –Hasta el momento no he detectado tal elemento. Hay dudas válidas. Los señores diputados van a aprobar un préstamo que es deuda, entonces tienen derecho de exigir (conocer) los componentes del proyecto, y de la forma más eficiente en que podemos hacerlo. Tal vez nos ha faltado poder comunicar más que no es un proyecto de reparación; es un proyecto integral que tiene tres elementos: prevención, supresión y sostenibilidad de un edificio patrimonial. Por su modelo de sostenibilidad económica, el Teatro Nacional va a contribuir con el pago del préstamo, va a hacer una erogación del 15% de la recaudación neta del Impuesto de Espectáculos Públicos (IEP) que en un periodo de 20 años podría corresponder a unos $4 o $5 millones.

Roberto Villalobos: –No se trata de politiquería sino de un desenfoque por reducción, porque no ven las implicaciones que el préstamo del proyecto tiene. Hay una obligación constitucional y legal de resguardo fundamental de la vida humana y uno de los problemas que tiene el teatro en este momento es que pone en riesgo sustancial y evidente; ya hemos tenido conatos de incendio que nos colocan en una disponibilidad diferente a los fondos de inversión. Son los diputados los que en este momento tienen que tomar una decisión final de aprobar un proyecto que no ha sido improvisado: tiene tres y resto de años de seguir un proceso para hacerlo factible.

Hay una tendencia en comentarios en redes sociales que hablan sobre despilfarro, corrupción, gasto en algo considerado suntuario. ¿Qué opina sobre este cúmulo de cuestionamientos?

MV: –Sobre el despilfarro: el presupuesto corresponde al proceso técnico que hemos llevado adelante a lo largo de tres años; además, es una autorización máxima de gasto, es decir, las obras podrían resultar con un costo menor. No creo que el monto sea exagerado en relación con las obras que se van a realizar. Debemos explicar que no es lo mismo cambiar el sistema eléctrico de un edificio construido en gypsum y perling que el de un edificio patrimonial construido hace 122 años. Sobre el tema de corrupción, hasta el momento hemos gastado fondos con el ICE para el desarrollo de gran parte de los planos a una tasa preferencial, a un precio que permitió un ahorro muy importante. Luego los fondos serán ejecutados mediante licitaciones internacionales con base en la normativa del BCIE, entonces tenemos una garantía adicional. Va a haber una unidad ejecutora que estará produciendo reportes mensuales de avance, de gastos. Podemos inventar mecanismos adicionales de supervisión y transparencia ciudadana. No hay ninguna aprehensión en buscar un procedimiento que permita tener mayor claridad sobre el proceso, sin que entorpezca el proceso de avance de la obra. A partir de 2003 empezamos con una nueva fase de protección del Teatro contra incendios, electricidad y seguridad, un esfuerzo continuado por varias administraciones y nosotros nos topamos con un momento histórico en donde nos dieron algo precioso y estamos tratando de pasarlo a la siguiente generación. Nosotros nunca le hemos dado un enfoque de que es una obra de un gobierno X, porque se ha requerido de la participación de personas de diferentes partidos e instancias, de diferentes corrientes ideológicas para que esto se lleve adelante. Es un proyecto país.

Hay argumentos en contra del monto que comparan la construcción de una torre de apartamentos con el proyecto del TNCR. ¿Es comparable?

RV: –Un edificio es una obra física que tiene un valor constructivo e histórico, pero no se agota ahí, porque empieza a cargarse de valores culturales inmanentes, trascendentes para la cultura que decidió hacerlo. Si yo calculo metros cúbicos de paredes entro en una falacia comparativa; pero si yo digo: esta pared de este apartamento en relación con una pared del Teatro Nacional, que está afectada por un proceso pictórico y que para poner un toma corriente se tiene que ver por dónde, porque no es por cualquier lugar. Cuando los factores cuantitativos se combinan con los cualitativos los precios no se pueden comparar.

¿Entendemos y tenemos sensibilidad los costarricenses para valorar un edificio como el TNCR como patrimonio cultural, arquitectónico, histórico e incluso económico y educativo/artístico?

MV: –El problema que tenemos con el Teatro Nacional es que está en el centro de San José y no es itinerante.  Hace dos años se inició el programa “Érase una vez”, en el que trabajamos en conjunto con el Ministerio de Educación Pública para traer a chicos y chicas de todo el país al Teatro; que lo conozcan niños que han salido a las 3 a.m. de Barra del Colorado para venir a San José y conocer el Teatro. Hay que entender lo que significa en la psique colectiva. Ciertamente podemos hacer mucho más para que ese símbolo cultural se lo apropie el resto de la gente. En esto nos ha ayudado la reciente declaratoria del Teatro como símbolo nacional, a la altura del himno y el escudo, y que tendrá que ser incorporado dentro de los proceso de educación para darle un lugar que ya para muchos tiene.

El TNCR es un teatro vivo, de visitación diaria donde se presentan espectáculos, hay visitas guiadas, ¿qué tenemos que hacer para que siga funcionando?

MV: –Los consultores, los expertos y las autoridades del teatro hemos apostado por un modelo integral que tiene básicamente tres pilares: hay una serie de obras que tiene que ver con la prevención de que surja un incendio; el otro es que si llegase a iniciarse el fuego compartimentalicemos y generemos supresión de la forma más eficiente posible, para que uno: el fuego no se extienda, y dos: el daño se contenga; en tercer lugar, hay obras que tienen que ver con la sostenibilidad del Teatro como teatro vivo que necesita seguir hospedando espectáculos y personas. En el caso del edificio anexo, es un edificio que le da servicio al TNCR de variada naturaleza. Con el paso del tiempo el Teatro ha sido coptado por el personal administrativo que ha ido creciendo. Nosotros queremos desalojarlos de ahí para hacer una recuperación del uso histórico original de esos espacios que también es conservación. También queremos disminuir la cantidad de gente presente en el espacio, asegurar vidas humanas, pero los funcionarios públicos en el edificio implican computadoras e impresoras, coffee makers, un uso adicional de las instalaciones eléctricas. También debemos trasladar bodegas hacia un edificio externo para poderlos aislar y controlar. El espacio albergaría los centros de control de vigilancia y un generador eléctrico, por ello tiene que haber una interconexión que permita el paso de personas y de servicios hacia el edificio patrimonial.

¿Cuál es la lección que nos deja el incendio del Museo de Brasil (ocurrido en setiembre de 2018)? Una tragedia puede suceder.

RV: –Basta que se nos queme el mecatero de la tramoya para saber que tenemos una pérdida cultural fundamental. En el Teatro Nacional no nos podemos dar ese lujo, hay una responsabilidad en lo social, económico, político y cultural.

¿Qué significa el TNCR en términos educativos, artísticos, turísticos y culturales para la sociedad costarricense?

MV: –Yo creo que es un gran testimonio de lo mejor que ha sido y puede llegar a ser Costa Rica. Somos capaces de mantener una obra que para muchos puede ser prescindible, pero sabemos que alimenta el espíritu y nos aglutinamos alrededor de ella a lo largo de 120 años. En esta época de crisis ideológicas, teológicas, de sistemas económicos, el contrato social se repiensa y nos preguntamos ¿por qué somos costarricenses? y ¿por qué merece la pena seguir viviendo en comunidad? El Teatro Nacional es un gran símbolo de que hemos podido construir, más allá de lo inmediato y de lo material, símbolos refinados, y eso significa que la cultura en Costa Rica empieza a entrar en periodos de mayor madurez. Realmente sería una tragedia nacional que no pudiésemos proteger este espacio de la forma en que lo hemos protegido. ¿Por qué estamos tratando de hacer este macro proyecto? Necesitamos un salto cualitativo.

RV: –¡Que no venimos de las rocas, que tenemos Patria!, escribió Joaquín García Monge.


 

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