Cultura

Mujeres y hogar: esquizofrenia entre lo doméstico y lo público

La teórica cultural brasileña, Marines Ribeiro, visitó Costa Rica el febrero pasado para impartir un curso corto de doctorado en la Universidad de Costa Rica. Entre otros temas, este semanario conversó con la investigadora sobre cómo la casa y sus materialidades políticas y sociales se permean en revistas para mujeres.

Casa e Jardim: una revista ¿rosa? brasileña para mujeres. Aún existen este tipo de publicaciones en las que ciertas características culturales y psicológicas se circunscriben estrictamente a lo llamado femenino y, de paso, el mercado lo explota publicitariamente. ¿O a la inversa?

Oficios domésticos, hacer el jardín, cuidar niños y ancianos, doble jornada laboral, sacrificio de la carrera profesional, imposibilidad de participar plenamente en la diversidad de espacios públicos con responsabilidades, deberes y derechos en igualdad de condiciones con los hombres; una larga larga lista de tensiones que las mujeres experimentan en su vida cotidiana.

“Hay un discurso bastante moralista de la revista que dice: está bien, la mujer puede trabajar, pero no puede descuidar el hogar ‘porque tu lugar es el hogar, es lo más importante, entonces tienes que sacrificar tu carrera, tienes que cuidar a los niños…’”, Marines Ribeiro.

A muchas mujeres les sucede que si se dedican a trabajar fuera del hogar, se sienten en falta con el mandato doméstico y, si realizan nada más que oficios relacionados con la casa, se sienten, también, en falta.

En un mundo justo, lo ideal sería que aquello que escojan —haciendo uso de sus libertades individuales, sociales y culturales— las satisfaga, y que no vivan permanentemente en disonancia cognitiva y con la culpa a flor de piel (y de vida).

“Es casi esquizofrénico”, dice Marines Ribeiro, teórica cultural brasileña que dio un curso corto en el Doctorado en Estudios de la Sociedad y Cultura de la Universidad de Costa Rica (UCR), el febrero pasado, y que este Semanario entrevistó durante su estadía en el país.

“Estás en un lugar pensando que deberías estar en otro y, luego, cuando estás en el otro, piensas que deberías estar en otro; entonces, no podemos estar presentes en ninguno de estos espacios”, ni en el privado ni en el público.

El tema sobre el cual impartió lecciones está relacionado con la cultura visual y material, “pensando en cómo los valores de las materialidades políticas y sociales, los valores culturales permean, se entrecruzan y, a la vez, se materializan en los artefactos de las imágenes”, como las que se publicaron en la revista brasileña Casa e Jardim.

Ribeiro abordó dicho trabajo de investigación en el Programa de Pós-Graduação em Tecnologia e Sociedade Universidade Tecnológica Federal do Paraná, luego de graduarse en diseño de productos. “Empecé a trabajar con esa revista porque me interesó estudiar acerca del incremento de la industria de los electrodomésticos en Brasil, a partir del periodo de la posguerra”.

De acuerdo con Ribeiro, fue un proceso intenso volcado al espacio doméstico. “Fui a la biblioteca de mi universidad con la idea inicial de investigar revistas donde pudiera analizar anuncios publicitarios de la industria de los electrodomésticos”, prosigue.

Sin embargo, cuando comenzó a explorar la colección de revistas de los años cincuenta en adelante y encontró una publicación Casa e Jardim, le llamó la atención que, en los volúmenes de la década de los sesenta, había muchas representaciones del lenguaje pop con imágenes de ambientes domésticos.

“El lenguaje pop es un movimiento estético que sucedió en Estados Unidos e Inglaterra”, explica la académica, “y empecé a ver que en Brasil también”.

El imaginario era que el movimiento pop ocurría lejos; sin embargo, la producción brasileña no solo tenía imágenes de este tipo de lenguaje o estilo de decoración, sino que se creaban en su país.

Al descubrir que había un proceso de borrado de las producciones, no solo brasileñas, sino latinoamericanas y centroamericanas, “en fin, de todos los países que no son el centro”, cambió de enfoque.

En esa misma línea, la investigadora se percató de que existía una figura de ama de casa que va transformándose en revistas como Casa e Jardim.

“La reina del hogar” es una imagen que aparece asociada con los ambientes modernistas en los años 50 hasta finales de los 60, que luego, en entornos pop, experimenta una variación de representación.

“Esta figura muda de ama de casa, se hace más joven y ya no aparece asociada al trabajo, sino al descanso en el espacio hogareño, sin su marido ni sus hijos. Me interesó, por lo tanto, pensar el cambio como un cambio en el espacio, así como un cambio en la forma de pensar esa figura, sobre cómo las feminidades interactúan con el espacio de la casa”, resalta.

Asimismo, a Ribeiro le resonó el modo en que un movimiento estético como el pop muestra una mujer o mujeres en un ambiente distinto de lo que, en años anteriores, se mercadeaba, y esta representación se toma para producir artefactos y tipos de vida.

“Con un enfoque interseccional para analizar clase, género, raza o etnia, me interesó, a la vez, cómo el pop influyó en esa forma de ideal de ama de casa, asociada a un tipo de mujer”, explicó.

“Hay una constante actualización asociada a la idea de que el espacio doméstico refleja a la mujer y su personalidad, por eso la casa es un reflejo. Entras a la casa y ves, puedes leer la personalidad de la esposa: si la casa está bien decorada, si está bien organizada, si no está sucia. Lo que digo es que la materialidad no refleja, la materialidad produce esa ama de casa”.

Mercado y mandatos

En su investigación, Ribeiro encontró que revistas como Casa e Jardim muestran representaciones normativas e ideales asociados a la construcción de un estilo de vida relacionado con el mercado.

“Estas representaciones normativas, en cierto modo, generalizan ideales de vida que son accesibles a pocas personas y que están asociados a actores sociales muy específicos como la figura del ama de casa blanca, heterosexual y de clase media”, resume.

Es una mujer joven del pop —más que una reina del hogar—, rejuvenecida porque tiene que ver con las manifestaciones políticas juveniles de los años 60, vinculadas con el surgimiento de los llamados nuevos movimientos sociales.

De acuerdo con Ribeiro, los movimientos feminista, negro, gay, hippie y, finalmente, el pop se inspirarán en varias de estas referencias de imágenes y materialidades; lo mismo sucede con la figura de la ama de casa.

“Es un cuerpo delgado el de la mujer… Hay muchos recortes (de la revista) que construyen un ideal de feminidad que se asocia con este entorno y lenguaje, mostrando a la mujer en un ambiente de descanso”.

La imagen de las décadas de los cincuenta y sesenta era la de una mujer que trabajaba en la casa con delantal, “sirviendo a su marido, usando el vacuum cleaner, cocinando, cuidando a los niños”, describe.

Sin embargo, a partir de 1968, la mujer en Casa e Jardim se muestra con un cambio de postura (relajada), y está ¡sola!, es decir, sin la familia. “Es una idea de mujer independiente que no disfruta del espacio doméstico como trabajo, sino más bien como descanso”.

Así, aparecen fotografías de cojines, y las mujeres con los pies en alto y sin zapatos.

Esto, también, podría operar como un contrasentido, ya que Ribeiro señala que, al pensar el espacio del hogar como feminizado, con sus prácticas de trabajo doméstico, reproducción y cuidados devaluadas e invisibilizadas, se muestran imágenes de mujeres simplemente descansando, con electrodomésticos que parecen funcionar solos.

“Ahí ocurre un borrado del trabajo arduo y cotidiano; sin embargo, acabamos de terminar de lavar los platos y ya hay platos otra vez”. Esa labor es continua, dice Ribeiro. Sin lugar a dudas, interminable y agotadora.

“Hay una constante actualización asociada a la idea de que este espacio refleja a la mujer y su personalidad, por eso la casa es un reflejo. Entras a la casa y ves, puedes leer la personalidad de la esposa: si la casa está bien decorada, si está bien organizada, si no está sucia. Lo que digo es que la materialidad no refleja, la materialidad produce esa ama de casa. Una “buena ama de casa” se basa en referencias sociales, y lo público y lo privado operan ahí ¿Qué se espera socialmente de una buena ama de casa?”, se cuestiona Ribeiro.

Para Ribeiro, los valores de las materialidades políticas y sociales, los valores culturales permean, se entrecruzan y, a la vez, se materializan en los artefactos de las imágenes como las que se publican en la revista brasileña Casa e Jardim.

Y¿los hombres dónde se colocan en todo esto? Es necesario incluirlos en el juego porque, de lo contrario, no habrá una transformación social significativa, afirma.

“Debemos valorar el espacio de la casa y de las prácticas de cuidado, de limpieza, como el trabajo fuera de casa porque una cosa apoya a la otra:  la obra pública no se puede sostener sin todo eso”.

Ribeiro recuerda las huelgas de mujeres en Argentina que reivindicaron los espacios domésticos como entornos de trabajo. “Si un día dejas de cuidar la casa y dices: paremos y no hagamos nada, o sea, no hagamos almuerzo, no tengamos la ropa limpia, ¿qué sucedería?


Amenaza al orden social

Ante el planteamiento de su investigación me surge esta pregunta: se ha separado el mundo de lo público y lo privado. Relacionado esto con el trabajo doméstico, el mandato ha sido que el “reino” de lo privado es de las mujeres y el de lo público de los hombres. Se han separado estas esferas y se normalizan sus características como naturales cuando, en realidad, son construcciones sociales, culturales.

—Aunque hay separación, no son esferas separadas, sino que se constituyen entre sí. Las transformaciones están asociadas con la modernización de la sociedad, con oportunidades laborales para las mujeres, para cursar estudios superiores, hacer una carrera profesional. Lo interesante es ver cómo hay una ambigüedad en estas transformaciones, una cierta amenaza al orden social junto con la idea de que la sociedad se moderniza. El proyecto modernizador es un proyecto capitalista basado en la industrialización. Se ve con mucho optimismo que hay crecimiento económico, una idea de progreso, de aumento del confort en el espacio doméstico.

La figura del ama de casa es muy importante porque es ella quien hace ese puente hacia la modernización del espacio de la casa debido a la división que mencionaste: hombres producción, mujeres consumo. Esta apertura se empieza a tensar porque las mujeres de clase media, sobre todo, reclaman y quieren acceder al espacio de la producción. Al hacer el cruce de clases y etnias, vemos que hay mujeres que llevan mucho tiempo en el mercado laboral en empleos infravalorados no asociados a la idea de carrera profesional, y que muchas veces trabajan en el espacio doméstico como empleadas. La idea de salir del espacio doméstico e ir al espacio público no es necesariamente emancipadora. Es emancipadora para algunos estratos, incluso para las mujeres que, cuando salen de casa, contratan a una empleada doméstica para que cuide ese espacio, porque el trabajo doméstico sigue ahí.

Hay algunas discusiones asociadas en la propia revista: tensiones que se establecen entre patronos y empleadas, la doble jornada laboral que ya no nos sirve más. Sin embargo, no existe la entrada de sus compañeros en la división del trabajo doméstico. Hay un discurso bastante moralista de la revista que dice: está bien, la mujer puede trabajar, pero no puede descuidar el hogar “porque tu lugar es el hogar, es lo más importante, entonces tienes que sacrificar tu carrera, tienes que cuidar a los niños…”. Hay una celebración de la modernización, del confort, pero el contrapunto es el miedo, el pánico de que esto desestabilice una organización social basada en la dedicación de las mujeres a las prácticas de cuidado y reproducción”.

 

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