Cultura

“Me considero un resultado de las políticas universitarias de Costa Rica para fomentar la educación y el desarrollo”

Investigador y docente Marco Méndez fue destacado con Premio Nacional de Cultura por su libro “Agresión Externa y Seguridad Regional Perspectivas desde Ecuador y Costa Rica”.

Un análisis sobre el manejo de crisis fronterizas y agresiones externas en Costa Rica y Ecuador le valió al académico Marco Méndez Coto el reconocimiento del Premio Nacional Luis Ferrero Acosta  de Investigación Cultural.

“El estudio buscaba entender cómo la geopolítica de las regiones en las cuales participaba cada país, -Costa Rica y Ecuador-, le permitía tener resultados distintos a la hora de manejar la crisis”, detalló el investigador.

El jurado del mencionado premio consideró distinguir su libro “Agresión Externa y Seguridad Regional Perspectivas desde Ecuador y Costa Rica”, porque “aporta al fortalecimiento del entorno cultural costarricense, a la propia investigación cultural al demostrar que la idiosincrasia costarricense en materia de relaciones exteriores, elige dirimir sus diferencias a través del arbitraje legal internacional, y porque permite, también, comparar en perspectiva nuestro caso con el de otro “Estado pequeño”, como lo es Ecuador y aquilatar así nuestro devenir histórico, político e identitario, desde un enfoque regional”.

Méndez Coto es profesor e investigador titular de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional (UNA), donde se ha desempeñado como director de la revista Relaciones Internacionales y coordinador del Programa de Investigación de Política Internacional, y como presidente de la editorial EUNA. Además forma parte del Comité Editorial del Observatorio de la Política Internacional (OPI) de la UCR.

“Recibí toda la formación universitaria en la UNA, bachillerato y licenciatura como estudiante becario, incluso en residencias estudiantiles; me considero un resultado de las políticas universitarias de Costa Rica para fomentar la educación y el desarrollo”, aseveró.

Posteriormente también en la UNA obtuvo una maestría en Derechos Humanos y Educación para la Paz y un doctorado en Estudios Internacionales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Ecuador.

¿Lecciones aprendidas?

Marzo, 2008. En una operación contra las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la Fuerza Aérea de ese país ingresó y bombardeó territorio ecuatoriano. Octubre, 2010. En medio de trabajo de dragado del río San Juan, un contingente nicaragüense al mando de Edén Pastora toma posesión de isla Portillos, en la zona limítrofe.

De acuerdo con Méndez, se trata en ambos casos de cómo países pequeños latinoamericanos enfrentan lo que llaman agresiones externas. “Cuando un país denuncia a la comunidad internacional que sufre una agresión externa -explicó con paciencia-, surgen muchas preguntas; primero, qué implica una agresión externa y cuál es la motivación por la cual se lleva a cabo”.

Los dos casos son diferentes, sin embargo “ambos países comparten una estructura de instituciones que existen en el continente que les permite encausar sus demandas, tienen recursos de gestión política relativamente similares”.

Primero, en el ámbito bilateral, generan acciones de orden diplomático y de fortalecimiento de la presencia de seguridad en la frontera.

En el nivel subregional, Centroamérica y la región andina, ambos países consideraron si las instituciones subregionales  tuvieran legitimidad para abordar estas dinámicas. Costa Rica enfrentó su una lejanía histórica política con el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), mientras que Ecuador, “para Colombia era inviable llevar esta crisis a un foro andino donde además participaba Venezuela”.

Cuando la disputa entre Colombia y Ecuador llega a la Organización de Estados Americanos (OEA), tras una reunión del Grupo de Río en República Dominicana, se tomó una decisión por consenso. “En efecto -recordó Méndez-, Estados Unidos estaba a favor de Colombia, pero se dieron convenios políticos para que la declaración no fuera tan fuerte en contra de ese país”.

En el caso de Costa Rica, “cuando se llega a la OEA y no hay consenso, solicita que haga una votación, Había una práctica en la OEA de 30 años donde todo se tomaba por consenso, en este caso se hizo votación formal y generó un resultado que fue una especie de crítica a Nicaragua, pero no muy contundente, para Costa Rica no fue del todo satisfactorio”.

Ello obligó a acudir al siguiente nivel, que tiene que ver con mecanismos globales y es finalmente la opción jurídica de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) donde se gestiona el caso.

“Llegar hasta esa instancia significa que hay poco margen de diálogo y para obtener respuestas satisfactorias en el nivel político”, subrayó el académico. “Ecuador logró con relativo éxito sanjar el problema con mecanismos regionales, no se vio obligado a llevarlo a instancias globales, aunque lo evaluó.  Pero en nuestro caso, las respuestas regionales no fueron de satisfacción para la gestión política, eso llevó al país a accionar en el ámbito universal, que es muy complejo porque no sólo implica muchos recursos, sino que se insertan muchas otras partes y actores”.

En otras palabras Ecuador, encontró apoyo en su región pues ya un grupo de países “era crítico de Estados Unidos y estaban buscando mayor autonomía respecto a la agenda de ese país”, lo cual propició apoyo para la nación andina, detalló Méndez.

Por otra parte “Costa Rica, Centroamérica, el Caribe, América del Norte, es una isla, por así decirlo, que opera en gran medida en función de los intereses de seguridad de Estados Unidos”. Por ello, “si los países no logran convencer a la potencia, tienen muchas dificultades para obtener resultados deseados en el manejo de su política de seguridad”.

Y al fin de cuentas, “es lo que nos pasó”. De acuerdo con el analista, Costa Rica tenía la expectativa de que Estados Unidos se iba a comportar con el país como lo hizo en la década de los 80, cuando asumía “un rol protagónico de defensa”. Pero en esa crisis, “se demostró que esa no era la situación y problematizó muchos aspectos de nuestra identidad respecto a cómo manejar de forma adecuada las crisis”.

Por ello, el académico apuntó que “tenemos que hacernos muchas preguntas como costarricenses, por ejemplo ¿qué pasa si nuestros vecinos deciden dejar de utilizar los mecanismos de negociación internacional para gestionar sus conflictos?”.

Con gravedad observó que el contexto global cambia y “nosotros todavía depositamos nuestra seguridad en instrumentos que han sufrido reveses importantes”. Como ejemplo citó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que según dijo para Costa Rica “es un pilar importante en su defensa, sin embargo para la comunidad latinoamericana es un instrumento poco legítimo y poco viable, porque es de la guerra fría que tenía vocación militarista”.

Ante esa realidad hizo un llamado a que la sociedad determine si es necesario buscar un mayor liderazgo  para actualizar instrumentos o normas internacionales, en aras de apuntalar la estrategia de seguridad y de defensa internacional de Costa Rica, “pero no podemos esperar que el mundo siga cambiando”.

Al respecto  ponderó que en este momento “tenemos recursos y mecanismos como la CIJ, pero siempre hay que tener una visión prospectiva, porque el conflicto es recurrente”.

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