Cultura

La memoria viva del Taller Nacional de Teatro 

Tras 40 años de servicio formativo en la actuación y promoción, el Taller Nacional de Teatro tiene el desafío apremiante de obtener un edificio.

El Taller Nacional de Teatro (TNT) ha bregado a lo largo de 40 años en favor del teatro costarricense, creando las condiciones artísticas y pedagógicas para que 500 alumnos egresados de sus aulas y aproximadamente 50.000 funcionarios del sistema educativo, entre otras instituciones, perciban las bondades del desarrollo teatral.

De esta forma, el programa del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) ha sido un semillero fecundo de artistas y promotores culturales que, aún sin una sede propia con infraestructura y equipamiento adecuados, ha convocado a esa familia numerosísima caracterizada por su mística, trabajo y amor por el teatro.

En estos 40 años, el TNT ha extendido su labor docente no solo en el área de la formación actoral, sino también de la capacitación a maestros y profesores del Ministerio de Educación (MEP), entre otras instituciones, para que apliquen herramientas teatrales en las aulas y apoyen pedagógicamente los procesos de aprendizaje.

Con esta premisa alcanza cientos de escuelas y colegios, así como diversidad de comunidades a lo largo y ancho del país, y siembra la semilla del amor por el teatro y las posibilidades sensibles que despierta en los niños y jóvenes, principalmente, pero también en múltiples colectivos, como las personas discapacitadas, los privados de libertad y hasta policías.

La labor titánica llevada a cabo por el TNT no podía quedar relegada en el olvido, de ahí que Marisol Gutiérrez Rojas, filóloga, educadora y académica universitaria –salida del seno del Taller en 1979–, al sentir la necesidad de registrar y sistematizar el devenir histórico de ese espacio escénico y pedagógico, se dio a la tarea de editar el libro Del semillero de sueños a la cosecha de recuerdos.

La publicación recoge desde el decreto N 7505-C, que creó el TNT en 1977 y fue publicado en La Gaceta N° 190, hasta la presentación de aspectos epistemológicos y curriculares propios del programa, así como entrevistas a los directores de la institución y textos con las miradas nostálgicas y agradecidas de algunos egresados.

Según contó Gutiérrez,hace cuatro años llegó a la oficina de Lianne Solís, directora del TNT en la administración Solís Rivera, para proponerle el proyecto de investigación que implicó recopilar la memoria escrita, fotográfica, gráfica –con sus afiches– y testimonial de la familia del Taller.

“Me parece importante tratar de mantener viva la memoria, entender y valorar los legados”, indicó Gutiérrez, “pues a la luz de los nuevos tiempos se hace muy evidente la amnesia. Al registrar este pasado, y por la edad que alcanzaba, el Taller merecía sentarse a sopesar qué había ocurrido durante estos años y dar cuenta de ese devenir”.

Solís aceptó de inmediato la propuesta y buscó los recursos para producir el libro, finalmente presentado en un acto íntimo a inicios de mayo de este año, ante los alumnos y profesores que han convivido y conviven en el TNT.

Valor incalculable

En su rol histórico dentro de la institución, Solís narra haber pertenecido a la generación primeriza de 1977; haber recibido clases con el fundador del Taller, Oscar Fessler; formar parte del personal docente; ser coordinadora de la promoción en comunidades y, en estos últimos cuatro años, asumir la dirección del Taller.

Para Solís, el legado del TNT es de una trascendencia incalculable, ya que “se ha dedicado a trabajar en comunidades de forma totalmente gratuita para despertar interés en el teatro, trabajar con grupos que ya estaban formados empíricamente y darles capacitación y herramientas, o para el uso del teatro en las comunidades como realización personal y el ocio”, precisó.

Solís añadió la labor realizada por el TNT con los Centro Cívicos para la Paz del Ministerio de Justicia y Paz en Garabito, Aguas Zarcas, Santa Cruz, Guararí y Cartago, donde han desplazado a formadores del Taller para impartir cursos con temáticas teatrales para la prevención de la violencia en todas sus formas, dirigidos prioritariamente a adolescentes, pero también a mujeres, personas de tercera edad y víctimas de violencia.

El aspecto más relevante visibilizado por la publicación, según Gutiérrez, es la edad del Taller, que denota un esfuerzo sostenido de una institución pública con un presupuesto reducido que se sustenta de generación en generación por la “mística, cariño, entrega, convicción y compromiso” entre estudiantes, directores y profesores.

Asimismo, Gutiérrez mencionó como un logro la incidencia en lo cultural y lo socioeducativo, con una participación significativa de “jóvenes interesados por el arte y que han nutrido el espacio teatral con egresados del Taller que pasan a engrosar los espacios de actores, dramaturgos y de gente que hace este quehacer teatral con reconocimiento público”.

También destacó la capacidad de trabajar en toda la geografía nacional a partir de la capacitación a maestros, con cobertura en distintas poblaciones que superan barreras de edad y de género, entre otras características poblacionales.

“El Taller es un ejercicio del entendimiento del derecho a la cultura, que trasciende ese ciclo básico con el que nació, esos primeros años en que se formaba ese actor y promotor cultural. Ese es el sello distintivo del Taller”, resumió Gutiérrez.

A la vez distinguió a figuras como Oscar Fessler, Gladys Acebal, Luis Fernando Gómez, Eugenia Chaverri, Arnoldo Ramos, Melvin Méndez y Lianne Solís, líderes del TNT que facilitaron el proceso didáctico teatral y de promoción.

Sobre el aporte del TNT al medio teatral profesional, el profesor de la institución, Sergio Masís, hizo hincapié en que ha egresado una gran cantidad de actores muy reconocidos “que han brillado en las tablas. De muchas generaciones han salido directores y dramaturgos que se han diversificado hacia el cine y ese es un aporte que no puede dejar de reconocerse en el ámbito artístico”.

Masís mencionó que, a lo largo de los años y en la actualidad, una gran cantidad de elencos de montajes del ámbito de lo privado y estatal se han nutrido de egresados del TNT. “Si uno ve la lista de los premios nacionales, ve la gran cantidad que son egresados del Taller. Me interesa destacar el ciclo básico y formativo del trabajo estrictamente artístico que hacemos.”, aseveró.

Casa digna

Uno de los desafíos más relevantes, de acuerdo con Solís y Gutiérrez, es el tema de la obtención de un edificio que en todos estos años no ha podido convertirse en una realidad.

Solís señaló que actualmente el TNT es albergado por una infraestructura en condiciones muy deterioradas e insalubres. “No ha tenido un edificio propio ni una sede definitiva, siempre hemos estado temporalmente por aquí o por acá, y no ha habido una solución definitiva”, explicó.

Ante el clamor de una solución apremiante a esta problemática, Gutiérrez agregó que hay que darle una infraestructura con instalaciones que atiendan los requerimientos para el quehacer teatral, como aulas grandes y ventiladas, una batería de baños e iluminación.

“En las condiciones actuales eso no ocurre. Se requeriría de forma inmediata que por lo menos sea habitable, porque es inseguro e insalubre. No es un edificio lujoso lo que necesita, sino digno”, aseveró Gutiérrez.

La figura de Rolando Martén, primero alumno y después funcionario del TNT desde hace 40 años, ha sido vital para lograr que el espacio posea lo ínfimo para funcionar. “Es la memoria viva del Taller y hay que reconocer su trabajo tesonero en función de darle una presencia y condiciones mínimas para el trabajo cotidiano del Taller, pero es no es suficiente”, manifestó Gutiérrez,

Al respecto, Solís dijo tener la esperanza de que esta administración solvente la carencia de edificio, pues “estamos ansiosos de que se resuelva, porque ayudaría a que se amplíen los programas, les daría mejores condiciones a las personas que reciben el Taller y evitaría incluso que sea cerrado”.

Aunado a una infraestructura apropiada, ya sea alquilada o propiedad del programa, Gutiérrez apuntó que para continuar hay que darle sostenibilidad económica y hacer que en la nueva Administración las políticas culturales puedan vincularse al ejercicio del Taller.

“Se necesita dinero; uno no puede pensar que se va a generar una promoción y una garantía del derecho a la cultura sin tener recursos económicos. Ojalá que esta nueva administración fortalezca lo que ya se ha construido”, declaró Gutiérrez.

Finalmente, el docente del TNT, Sergio Masís, hizo hincapié en el reto de no abandonar la consecución del reconocimiento académico del título del Taller a nivel de diplomado, que la institución estuvo a punto de conseguir, para lograr alianzas con universidades públicas, como es el caso del Centro Nacional de la Música y la Universidad Estatal a Distancia (UNED).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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