Cultura

Gustavo Hernández, ganador del Premio Nacional a mejor dirección de danza 2023: “Mi objetivo era que no se supiera quién era sordo y quién no”

La obra Ubuntu: Soy porque somos fue creada con adolescentes sordos de edades entre 9 y 14 años junto con sus madres y bailarines profesionales, con el deseo de incluirlos en las expresiones artísticas costarricenses.

Gustavo Hernández ha sido galardonado con el Premio Nacional Mireya Barboza a mejor dirección, con su obra Ubuntu: Soy porque somos. Esta es una producción inclusiva, hecha por y para personas sordas.

Un artista al que le gusta romper reglas y comprometido con las luchas sociales que se pueden hacer por medio del arte, así se define Hernández como coreógrafo y persona.

Es por ello que, para este espectáculo, Hernández buscó que fuera protagonizado por jóvenes sordos de entre 9 y 14 años, junto con su madres. Estos adolescentes recibieron apoyo de los bailarines profesionales de Danza Universitaria.

La idea se originó hace aproximadamente seis años, afirma Hernández. Y esta obra es la segunda parte de lo que él una vez inició cómo un proyecto de graduación, que, en vez de adolescentes como protagonistas, se hizo con niños sordos.

Reconocimiento al trabajo

Hernández ve este premio como un honor y reconocimiento hacia su trabajo. Sin embargo, le alegra más el agradecimiento de las personas sordas que pudieron disfrutar nuevamente de un espectáculo de baile.

Por otro lado, también afirma que lo que realmente se está premiando es el  colectivismo y el rompimiento de la danza convencional, con bailarines no profesionales y que además tienen una discapacidad.

“Mi objetivo era que no se supiera quién era sordo y quién no, están todos revueltos. Entonces, si nadie le dice, usted no podría saber quién está más sordo que quién, y eso es porque todo está montado para que no haya esa diferencia”, señaló el director de danza.

También, el ganador del premio de danza 2023 considera que valió la pena tanto trabajo, ya que diseñar una coreografía para bailarines no profesionales y sordos era un reto para el cual tuvo que prepararse y estudiar.

“Desde el inicio eso fue una inquietud (diseñar una coreografía para personas sordas) era una cosa que no me dejaba dormir, porque yo decía ¿cómo estimular el cuerpo para que la expresión salga a través de él mismo y que no dependa del sonido? Por supuesto tuve que asesorarme”, señaló Hernández.

Ubuntu: Soy porque somos

Hernández resalta que todos los participantes desarrollaron un compromiso con sí mismos y con los demás. Ya que, a lo largo de la producción, surgieron desafíos y aventuras que tuvieron que superar colectivamente para conseguir un gran espectáculo.

Por otro lado, también refuerza la idea de apoyar a la comunidad sorda y de entender las dificultades que atraviesan en su día a día. Hernández ve la obra como una metáfora de la vida, donde todos debemos unirnos ante las adversidades y desventajas.

Hernández se encuentra muy agradecido con la Universidad de Costa Rica (UCR), ya que por medio de la Vicerrectoría de Acción Social fue que este proyecto pudo conseguir presupuesto.

Coreografía para personas sordas

Tal vez muchos se pregunten ¿cómo es que se hace para que las personas sordas puedan bailar? Ya que escuchan en menor medida la música o del todo no pueden oírla. No obstante, Hernández señala que la danza contemporánea es ideal para estos casos, pero que el baile se puede vivir de distintas maneras.

“La danza tiene varias formas de abordarla o de vivirla, se puede hacer en silencio, hay escenas en espectáculos que son completamente en silencio y lo que lo que importa es la expresividad corporal. En el caso de la contemporánea no es necesario, a veces es un ambiente sonoro, es algo abstracto, no todo tiene un ritmo cuadrado”, finalizó Hernández.

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