Cultura Funciones en el Teatro Eugene O´Neill

Grupo Abya Yala: puntillismo de la memoria en escena

El grupo de teatro Abya Yala presenta la obra In Search of This Lost Time el fin de semana del 3 al 5 de mayo en el Teatro Eugene O’Neill.

Presenciar un ensayo de Abya Yala -en un espacio de su casa con ventanales que dan a un patio luminoso y paredes coloridas-, es tan ritualista como asistir a una obra de teatro de su autoría en un escenario, en la calle o en una carpa en media Plaza de la Cultura.

El ritual del silencio previo, de la preparación de los actores, del respeto hacia las personas que, sentadas en unas cuantas sillas dispersas, observan la sucesión de acontecimientos, imágenes plásticas, títeres, vestuarios, pelucas, utilería, movimientos y gestos, voces y palabras, hace que se experimente el hecho teatral de manera comprometida y agradecida.

Ese es, precisamente, el punto de encuentro de In Search of This Lost Time, puesta en escena de Abya Yala pronta a estrenarse, que se mueve en una zona liminal entre la sencillez de lo contado y lo complejo del montaje: una línea hecha de puntos cargados de una densidad de la memoria, sensorial y amorosa.

In Search of This Lost Time se presenta en el Teatro Eugene O’Neill los días viernes 3, sábado 4 a las 7 p.m., y domingo 5 de mayo, a las 5 p.m. Los precios de las entradas son de 5000 colones adultos mayores y estudiantes; y entrada general 12,500 colones. 

Los boletos se pueden adquirir por medio del WhatsApp 8455-6666, o en la boletería en línea www.teo.cr    

Hace 33 años nace Abya Yala de la mano de David Korish y Roxana Ávila, ambos docentes, investigadores, teatreros, gestores culturales e incansables buscadores de lo escénico con sello original, a veces basados en grandes obras como algunas shakespearianas o, en el caso que les ocupa en esta pequeña temporada, una versión dramática personalísima de En busca del tiempo perdido, del francés Marcel Proust (1871-1922).

Proyecto ambicioso, quizá, que por la cualidad creativa y honesta de los artistas involucrados, se convierte en una expresión estética con formas vivas de representar memorias puntuales de Korish (y de Proust), aderezadas con una fuerte impronta nostálgica y cadencia decimonónica.

Después de leer la saga proustiana a lo largo de cuatro años, Korish, como autor, se atreve y acomete junto a Ávila, como directora, la misión de poner en escena las memorias de D. (David), en un diálogo profundo con el texto de Proust en torno al erotismo, el amor, la amistad, los celos, la obsesión, la traición, el envejecimiento y la muerte.

El resultado es una puesta en escena no solo con una prosodia cuidadosa y prolija, sino con un despliegue, delicadamente equilibrado, de los elementos teatrales que se acoplan en la propuesta, en una suerte de aproximación puntillista, según comentó Ávila.

Punto y densidad

El abordaje de la dirección de Ávila la obligó, según afirma, a un proceso de escogencia muy severo para contar algo más que una historia, que se pudo haber perdido dentro de la “jungla” de la cantidad de información de las siete novelas.

Foto: Fabián H. Mena

“Parte del reto era hacer un ejercicio de síntesis y escogencia, y que se expresara con cierta sencillez: no quería que fuera algo demasiado complicado porque creo que de por sí los temas son complejos y profundos”, explicó.

Ávila comparó el proceso del montaje con la técnica del puntillismo (en las artes plásticas), en el que un cuadro está compuesto por pequeñísimos puntos, que en su conjunto crean una obra unitaria.   

Los títeres de la obra, por ejemplo, tienen un grado de detalle hiperrealista con el fin de comunicar las características y acciones de los personajes que forman parte de la evocación dramatúrgica. 

“Yo le pedí a la artista Kembly Aguilar que los hiciera hiperrealistas, porque quería transmitir todo lo que David escribe en su texto”, puntualizó Ávila.

Fue así que como directora recogió lo detallado de la memoria de Korish, quien, a la vez, escogió algunos momentos específicos de su vida para incluirlos en la obra.

Surgió, entonces, la pregunta de cómo impregnar a los títeres con la “densidad de la memoria” de esos puntitos, a pesar de no poder manipularlos de manera hiperrealista pues incluso mueve dos muñecos al mismo tiempo.

En resumen, “fue como una corazonada” que le funciónó a la directora: “por eso defiendo en esta apuesta esa sencillez de la dramaturgia, así como en la elección de los momentos del recuerdo tanto de David como de Proust, y que la mezcla entre ambos está acompañada de una escenografía, títeres y pop-ups muy detallados”.

Hay, pues, un “montón de secretitos”, dijo Ávila, que el público no puede ver -pero sí sentir-, cuya lectura no es sencilla; todo lo contrario, y sin embargo, la dramaturgia tiene una columna vertebral simple de seguir”. 

“Yo me monté sobre esto para hacer mi puesta y no tuve que crear un montaje gigantesco porque tenía una base muy fuerte; esa sencillez requiere de una parte de hiperrealismo, en un lugar que es el no lugar”. 

Esa zona liminal es muy poderosa para Ávila.

Diálogo 

Al reflexionar sobre la dramaturgia creada, Korish afirmó que intentó una experiencia compuesta entre el texto de Proust y su propio recuerdo, en el entendido de que ambos son autoficción.

Foto: Fabián H. Mena

“Me maravilla lo que hacía Proust: él inventaba una versión ficticia de sí mismo que no es biográfica; vivió condensando su vida y escogiendo fragmentos para crear una versión literaria de su propia biografía”, mencionó.

Esa fue la innovación más importante de Proust, de acuerdo con Korish, quien en esa misma línea intentó tomar la versión ficticia del novelista para fusionarla con su propía versión biográfica. 

En la obra In Searh of This Lost Time, se fusionan, entonces, esas dos ficciones para generar la ambigüedad de cuál memoria se recuerda ¿la de Korish, la de Proust?

A pesar de haber escrito múltiples versiones, Korish no se sentía satisfecho con la dramaturgia: “me costó mucho hasta que llegué al diálogo que yo quería con él”. En relación con ese proceso creativo, rescató, ante todo, la honestidad y humildad con que abordó al gigante de la literatura que es Proust.

Ficha artística

Autor: David Korish

Concepto y dirección: Roxana Avila Harper

Intérpretes: David Korish y Roxana Avila

Voz de Marcel Proust en francés: Jacques Sagot

Pop Ups, dibujos y títeres 2D: Alberto Tenorio

Títeres de madera: Kembly Aguilar

Máscaras, muñecos y utilería: Juan Carlos Abarca

Peluquería: Miguel Saborío

Diseño de vestuario: Teatro Abya Yala

Diseño de luces y escenografía: Roxana Avila

Diseño gráfico: Mariela Richmond

Diseño de banda sonora y estudio de grabación: Heriberto González Z.

Material audiovisual: Gustavo Abarca

Asesoría en movimiento de Guermantes: Erika Mata G.

Asistente técnica: Celia Korish Avila y Gustavo Abarca

Realización de escenografía:

Mesa giratoria: Carlos Ávila, Charlie Madrigal

Trípode y sillas: Charlie Madrigal

Escritorio, ventana y lámpara mágica Federico Chaves

Realización de vestuario: Hilda Porras

Traducción al español: Milena Sanabria

Traducción al francés: Jacques Sagot

Uso de textos de Marcel Proust

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