Cultura Encuentro regional IberCultura Viva

Gestores comunitarios ejercen derechos culturales para transformar sus entornos

La Dirección de Cultura del Ministerio de Cultura y Juventud acompaña y dota de recursos a gestores de procesos socioculturales para la transformación.

El proyecto “Moviendo mis emociones a tiempo de swing”, del que forman parte chicas y chicos de la Escuela de Llorente de Flores de San Joaquín de Heredia, promueve el swing criollo, manifestación artística popular declarada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como patrimonio inmaterial de Costa Rica.

C39-CulturaVivaX2Al ritmo de una pieza musical que se parece a la cumbia y con mucho sabor y orgullo, la agrupación muestra las virtudes de este baile a un grupo de funcionarios iberoamericanos que participaron en la IV Reunión del Comité Intergubernamental del programa IberCultura Viva, auspiciada por el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), que se llevó a cabo a principios de junio.

El encuentro permitió a representantes de los 10 países miembros de IberCultura Viva, así como de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), evaluar el plan de trabajo y trazar las líneas estratégicas del programa para el periodo 2016-2017.

Como parte de esta IV Reunión, los asistentes realizaron giras por los proyectos del fondo concursable “Puntos de Cultura”, de la Dirección de Cultura del MCJ, a saber: “Arte para la convivencia” en Purral de Guadalupe, “Carpio Cultural” en La Carpio y “Viva la cultura por media calle” en Heredia.

UNIVERSIDAD acompañó a los participantes del programa IberCultura Viva que disfrutaron de la presentación de swing criollo, quienes –terminada la sesión– fueron tomados de la mano por los avezados bailarines para aprender algunos pasos elementales de ese baile popular costarricense.

Zulma Masi, de la Secretaría Nacional de Cultura de Paraguay, declaró que la experiencia en la Escuela Llorente de Flores fue muy significativa, ya que “el programa de IberCultura Viva busca fortalecer las fuerzas vivas y la voz viva de nuestros pueblos”.

“Para mí, el swing criollo es nuevo y lo llevo a Paraguay como un rescate más de estos rincones del mundo que a veces no conocemos”, expresó Masi.

Daniel Castro, del Ministerio de Cultura de Brasil y presidente del Comité Intergubernamental de IberCultura Viva, opinó que el trabajo que realizado por el Ministerio de Cultura, los maestros de la escuela y los niños y niñas con el swing criollo abre “la posibilidad de conocer y expresarse a través de manifestaciones que tienen raíces con este suelo, que tienen una fuerza vital y simbólica propia, y tienen que ser compartidos y difundidos para que se fortalezca el pueblo”.



Fresia Camacho, directora de Cultura

“Hay un despertar de los derechos culturales”

C39-CulturaVivaX4La directora de Cultura del MCJ, Fresia Camacho, conversó con UNIVERSIDAD sobre los objetivos y las acciones del programa ministerial durante la actual administración, como el trabajo con el Comité Intergubernamental de IberCultura Viva y el fondo concursable “Puntos de Cultura”.

A propósito de la IV Reunión del Comité Intergubernamental de IberCultura Viva, ¿cómo está trabajando la Dirección de Cultura con las comunidades?

–Ibercultura Viva responde a una demanda específica de un movimiento que existe en América Latina que se llama Cultura Viva Comunitaria, que viene levantando una agenda de política pública de negociación con los gobiernos para que se fortalezcan las políticas públicas destinadas a las organizaciones y gestores culturales en las comunidades.

El planteamiento es que quienes dinamizan las culturas en los territorios son organizaciones, gestores, grupos que hay que reconocer el rol que están jugando. Al ser estas dinámicas culturales organizadas tan invisibles –no tienen el brillo de un festival, de un Teatro Nacional–, no se les había estado apoyando adecuadamente. El movimiento plantea que haya políticas públicas que permitan el trabajo conjunto entre la sociedad civil y el Estado.

¿La nueva política pública pone en valor estas manifestaciones?

–Es en diálogo con la ciudadanía organizada que se dice que no se puede hablar de una política de cultura, porque pareciera que el Estado está regulando la cultura; tenemos que hablar de una política de derechos culturales porque quienes hacen el ejercicio de la vivencia, de la expresión de las culturas es la ciudadanía. Es una visión antropológica de la cultura que tiene que ver mucho con la cotidianidad, con la forma en la que significamos, comemos, nos vestimos, nos relacionamos, cómo hablamos. Más allá de esa dimensión están los hacedores de cultura, como los gestores, animadores, creadores, productores que de manera intencionada están generando procesos para el cuidado de esa riqueza cultural. Ahí estamos hablando de actores culturales que de manera organizada están transformando su entorno, y generando política pública desde la sociedad civil. Entonces, la reivindicación principal es que tiene que haber una relación mucho más respetuosa, abierta y de cooperación entre el Estado y la sociedad civil.

Esta política cultural de la sociedad civil está desarticulada, dispersa…

–Ha habido dispersión en las iniciativas comunitarias. Cuando una se aproxima desde la Dirección de Cultura, se ve un hervidero de ideas, iniciativas, proyectos, de gente, porque hay un despertar de los derechos culturales. Pero evidentemente todavía es fragmentado, desarticulado; falta construir agendas conjuntas y hay una serie de reivindicaciones que surgen de manera sistemática, que tienen que ver con formación, con cómo se dialoga con el Estado, que está lleno de procedimientos y de mecánicas muy estructuradas que muchas veces son ajenas a la vida de las comunidades. Cuando en las comunidades hay gestión, generalmente se trabaja con las uñas, se hace de tripas chorizo y la gente va generando búsquedas y respuestas que son más bien gestión de procesos o de actividades; incluso a veces activismo. Hay, entonces, una sensación de la institucionalidad como una amenaza a las dinámicas culturales comunitarias, y la necesidad de que haya diálogo, construcción de agendas y trabajo conjuntos. Hay la sensación de que la institucionalidad no comprende estas dinámicas.

El Estado como articulador es importante, pero ¿genera esa tensión?

–Es una tensión. Entonces, el planteamiento del movimiento es que hay que buscar espacios para el diálogo, para la mediación y apuntalar esos procesos, entendiendo que el protagonismo lo tiene la gente desde sus organizaciones y el rol del Estado debería ser de acompañamiento. Hay una necesidad muy grande de visibilización, del mapeo y registro de todas las manifestaciones culturales.

¿Ese acompañamiento pasa por la dotación de recursos económicos?

–Creamos el fondo “Puntos de Cultura” para dar una respuesta a eso. Este formato de los fondos concursables –aunque uno preferiría que fueran fondos cooperativos– en sí mismos son muy valiosos porque permite que todas esas iniciativas que ya existían previamente se fortalezcan con ese recurso; pero también el recurso de la capacitación, del acceso a la información, el recurso de los encuentros y espacios de aprendizaje con otros. Hay que entender que no todos los recursos son del Ministerio de Cultura porque las asociaciones de desarrollo, Dinadeco y el Ministerio de Salud tienen que ponerle atención.

¿Cuál es el enfoque de esta administración en relación con estos procesos de gestión y validación cultural?

–El enfoque nuestro tiene mucho que ver con ciudadanía organizada, porque un grupo organizado tiene una capacidad de gestión e impacto mucho más amplio que una persona. Una iniciativa que surge de una manera organizada se puede sostener en el tiempo mucho mejor que cuando es una sola persona. En el plan nacional de desarrollo, nuestro enfoque son las organizaciones socioculturales.

Por ejemplo, “Puntos de Cultura” va a tener un alcance como de 35,000 personas este año. Está participando la radio La Voz de Talamanca, que con el fondo va a poder mejorar las antenas y los equipos, y tener computadoras para producir programas en bribri y en cabécar, capacitar gente para que puedan ser mejores corresponsales locales. Esto pega muy bien con el tema de Ibercultura Viva.

¿Cómo define la Dirección de Cultura su quehacer durante esta administración?

–Hemos estado en un proceso interno de reflexión acerca del rol de la Dirección de Cultura, porque la política de los derechos culturales le da una tarea más grande; entonces, estamos tratando de comprender cómo nos vamos a orientar. En las regiones de Limón, Puntarenas, la Zona Norte, Sur y Guanacaste, tenemos comités intersectoriales de cultura.

Por primera vez, estamos en una mesa reunidos todos los meses con las universidades públicas y el Ministerio de Educación Pública construyendo un plan conjunto. “Puntos de Cultura”, como nuevo fondo de estímulo con ¢200 millones con 21 proyectos, ino a complementar el fondo Becas Taller, al cual se le duplicó el presupuesto y pasó de ¢65 millones a ¢125 millones y a tener al menos cinco iniciativas en cada una de las regiones, para darle mayor contundencia a la capacidad de gestión de la Dirección de Cultura.

¿Cómo garantizar la sostenibilidad de los proyectos o iniciativas de las comunidades?

–Tiene que ver con la capacidad de gestión, en cómo ese proyecto se sostiene en alianza o vínculos diversos que le permitan generar diversas estrategias para sostenerse, no solo con una fuente; pero, definitivamente, el financiamiento de la cultura en este país es escaso y no se compara con el financiamiento en otros campos.

¿El Ministerio de Cultura sigue siendo una fuente de recursos económicos fundamental?

–No solo el Ministerio, sino Fodesaf, las municipalidades. Por ejemplo, ahora estamos felices porque la Municipalidad de Belén tiene un fondo de incentivos; en Filadelfia y en la Unión se está diseñando uno también. En general, la comunidad también tiene otros recursos que son propios.

El presupuesto de la Dirección de Cultura es un tema en tensión constante, ¿cómo está en este momento?

–El tema del presupuesto es muy sensible y delicado. El Ministerio tiene cuatro programas presupuestarios y 22 adscritos; de esos cuatro programas, el más pequeñito es la Dirección de Cultura. En lo que toca a procesos de gestión sociocultural con las comunidades, eso sí es el área de acción de la Dirección de Cultura, que yo empujo para que crezca, esa es mi tarea. Pero en el marco de la crisis fiscal actual es imposible pretender que esa va a ser una solución a corto plazo.

¿Qué puede pasar con el aumento al 1% del presupuesto del Ministerio?

–Mientras los diputados no aprueben políticas de castigo a quienes no pagan impuestos y aprueben nuevos paquetes de impuestos, es prácticamente imposible que negociemos el 1%. A mí me toca poner en claro las necesidades y requerimientos de los procesos de gestión sociocultural, pero también me toca comprender la situación del país y que no podemos forzar más una situación que ya de por sí está forzada.



 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido