Cultura Entrevista Froilán

Escobar presentó su novela Tres en una taza

“En Cuba, hubo un momento en que los árboles dejamos de ser árboles y solo valíamos en tanto bosque”

Froilán Escobar escribe como habla, prolíficamente, con desmesura y con un profundísimo acento cubano, que los años fuera de la isla no han hecho más que acentuar. Tiene los ojos miopes, el pelo en girones y un verbo de trueno. Acaba de presentar su última novela Tres en una taza y la ilusión se le instala en la cara cuando dice que su libro se publicará simultáneamente en España y Costa Rica.

Integrante de esa diáspora infinita que hoy recorre el mundo divulgando esa particular forma de ser llamada “cubanía”   -que en la música expresaron magistralmente Ernesto Lecuona y Bola de Nieve-  Froilán Escobar llegó a Costa Rica hace más de dos décadas, luego de que un tropezón con el poder lo expulsara de El Caimán Barbudo, una de las más prestigiosas revistas culturales de la juventud cubana, a un puesto como obrero de la construcción.

Aquí ejerce la docencia, practica la pintura y ejercita la imaginación. A continuación un extracto de la conversación que UNIVERSIDAD sostuvo con él sobre la infancia de la revolución y su última novela.

¿Qué es Tres en una taza?

-Mira, Tres en una taza es una locura, es una novela contada con muchas historias porque para contar la realidad que yo intento contar, un acercamiento en la década de los 70 en Cuba, en La Habana concretamente, no es suficiente narrar una sola historia. Hay esta cosa que se plantea Manu Leguineche, el cronista español, que es desbordar la realidad con múltiples costados y con una dramaturgia lineal; en una dirección que te da una novela convencional no me permitía atrapar el grado de paradoja o de esquizofrenia que vive el personaje y que vivía la sociedad cubana en ese momento. Fue una época de grandes paradojas, hermosa y terrible. Ese momento fue momento hermoso y lleno de ilusiones, pero también un momento en que los árboles dejaban de ser árboles y solo valían en tanto que bosque.  Entonces yo hice un número especial de la Revista Cuba Internacional junto con otros periodistas sobre el Ché Guevara en la Sierra Maestra, era un tema inédito, no estaba tocado y lo abordamos con un número especial como doble con una multientrevista a mucha gente que lo conoció, que participaron con él como combatiente… y fue entonces que me sacaron de la prensa.

¿Por ser árbol y por no jugar de bosque?

-Era una época, en que había que dejar de ser yo para empezar a ser solo nosotros.

Froilán Escobar
Froilán Escobar

Y para vos era un nosotros avasallante…

-Sí, avasallante y sin posibilidad de disentir, no podías disentir, ni podías asumir puntos de vista que otras personas que eran dirigentes entendieran que no era la línea partidaria, tiene que ver con esto que hablábamos antes y entonces me mandaron diez años a trabajar en la construcción, me ofrecieron cosas que son increíbles, me pusieron a disposición del Ministerio de Trabajo y me dijeron la única plaza que tenían para trabajar era como cazador de cocodrilos en la Sierra.

¡Tú te imaginas qué grado de absurdo! Vaya eso se cuenta y parece que es mentira… Entonces, para expresar esa realidad paranoica, esa realidad llena de absurdo y llena de hermosuras, ¿no?  Fíjate que no te quito yo tenía que dar una cosa multivalente, tenía que contarla con muchas historias, algunas hermosas a favor y otras hermosas en contra para empezar lo terrible con una y lo hermoso con otra.
Además, lo que le ocurre al personaje central -que tiene una identificación autobiográfica- expresa el absurdo con el absurdo; la columna vertebral de la novela es un personaje que va a  la terminal de ómnibus con la idea de irse a su trabajo y cuando llega a la terminal él es el único pasajero y el chofer en lugar de parar frente a la terminal, se mete dentro de la terminal y empieza a dar un giro y ahí comienza el giro de la novela que es un recorrido por La Habana, pero no por las calles sino por dentro de las casas, de los edificios. Sube por un pasillo, baja por una escalera, se mete en la sala, en la cocina, es una novela sub-real de la sub-realidad, para mí eso es como una analogía para poder expresar esos cambios enormes. En ese momento en que se intentaba demoler la vieja realidad para construir una nueva realidad, pero realmente estábamos construyendo una irrealidad no una nueva realidad.

Para expresar eso pues me valí de esta visión surreal, en este personaje protagónico que es un personaje doble: uno se llama Yo y otro se llama Tú.  Yo vive en el presente y Tú vive en el pasado. Yo y Tú están enamorados de la misma mujer, pero esa mujer está más cerca de Tú que es quien vive en el pasado, el que está en la construcción el que lo sacaron de la prensa y lo metieron en la construcción. El personaje de Yo está diez años más adelante, diez años vienen a llamarlo a la prensa y entonces repite el discurso del poder. Yo es el que escribe la novela. Tú es el que narra la novela. Yo es un personaje de carne y hueso y Tú es una figuración. .. y entonces hay muchas historias ciertas.

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Fue una época de grandes paradojas, hermosa y terrible. Ese momento fue momento hermoso y lleno de ilusiones, pero también
un momento en que los árboles dejaban de ser árboles y solo valían en tanto que bosque”.

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¿Quién gana el amor de la mujer? ¿Tú o Yo?

-Tú.

El pasado…

-Estructuralmente es una novela de autor, no es una novela como mandan los best-sellers, no es una novela con una dramaturgia fácil y con los elementos cosméticos para el mercado, para que se venda en los supermercados. Es una novela que encierra al lector, que tiene un mundo referencial que no se limita a la cosa de La Habana, de los cubanos de esa época, es un mundo referencial libresco también.

Lezama es una figura pre-revolucionaria en las letras, un hombre que tenía identidad literaria antes de la revolución, pero es una figura que durante muchos años de la revolución hasta ese momento de quiebre, se mostró como uno de los logros de la revolución. ¿Como fue que vos conociste a Lezama?

-Yo lo conocí en 1963, iba mucho a librerías de segunda mano, pues eran más baratas y encontré dos libros de él, que vivía en la calle Trocadero 162. Alguien me dijo “Lezama vive allí” y entonces cuando salí del trabajo, fui a la casa y toqué, y me salió un gordo bamboleante, y dijo “que se le ofrece amigo” y yo le dije: “¡Mire, Lezama, fui a una librería y me encontré estos dos libros suyos, y la verdad es que quería conocerlo!”  Y, como yo me había identificado como un joven poeta me respondió: “Que pase la poesía”.

¿Cómo era Lezama Lima?

-Era un hombre maravilloso y diferenciado, completamente te sacaba de todo el planeta. Su comportamiento, su manera de hablar era poco común, era como algo de imitar, era un hombre de una generosidad enorme. Cuando un amigo le pedía algún libro prestado, iba a la librería, lo compraba y se lo regalaba, porque no prestaba sus libros. Lezama siempre estuvo rendido por la búsqueda de los orígenes; la última revista en la que participó se llamaba Orígenes y el promulgaba que había que volver a los orígenes, a los textos de fundación. Yo fui alumno de su “curso délfico”, que consistía en -fijate qué cosa más interesante- en que él te hablaba de los textos de fundación y te los prestaba y el curso consistía en hablar sobre esa obra y sobre ese autor.

 Un hombre impresionante

-Yo la verdad es que de otra manera no hubiera tenido la conciencia y una visión europea y latinoamericana, con él leí el Popol Vuh‎, el Chilam Balam, el Libro de los Cakchiqueles,  yo los conocí como tenías que ir a la Biblia a leerte El cantar de los cantares. Lezama era un tipo maravilloso, su manera de ver no era una visión convencional. Lezama le decía a José Martí “el ángel nuestro”. Era una visión totalmente diferente a la que tú habías recibido hasta ese momento, era una visión poética. Lezama no establecía diferenciación entre sus poemas o ensayo y su narrativa.

Era la literatura.

-Hablaba muchas veces de las cosas de la oscuridad, él decía que hay cosas que se escriben de día y hay cosas que se escriben de noche. Hay gente que dice que soy un poeta oscuro pero el pueblo cubano también es un pueblo oscuro. Era un tipo con un conocimiento de la cultura popular no establecida, no era solo que te hablaba de Góngora o de los grandes poetas del Siglo de Oro Español, te hablada de toda la literatura universal.

 Vos lo conociste a Lezama en el 63. ¿Cómo fue crecer en esa época? En esa letras tan impregnadas de revolución, una revolución que estaba fresquita, nuevita, sin enredos, que era puro idealismo…

-La revolución significó para mí un cambio total. Cuando triunfó la revolución, ese mismo año mi padre me dijo: Froilán, no te puedo comprar uniforme para el colegio;  yo estaba terminando la segundaría básica necesitaba el uniforme para seguir estudiando y en eso triunfó la revolución y eliminó los uniformes, y dijeron: Lo importante es que la gente vaya a la escuela. Y bueno, de pronto tuve la posibilidad de estudiar, que era un sueño para un joven como yo que laboralmente soñaba con ser mensajero de botica, porque en la botica te daban una bicicleta y un reloj para controlarte el tiempo.

¿Esta novela le sirvió para revisitar una época de su vida, para poner unos fantasmas en orden o fue un ejercicio puramente literario?

-Me sirvió para impulsarme, para convertir eso en una novela y que tuviera una trascendencia literaria, ver cómo resolvía una cosa que tiene que ver con la realidad, pero crea una nueva realidad, que es esta novela. Convertir esa historia en una novela. Traté de expresar lo hermoso y lo terrible y tuve que valerme de muchas historias para contar la historia de este  personaje que está comprometido no solo con la realidad, sino también con la imaginación.

 Ahora, Tres en una taza se va a publicar en España en simultáneo con Costa Rica.

-Y es posible que se publique también en Venezuela. Para mí es interesante, una edición crea un eco, ya la directora editorial me habló de presentarla en mayo próximo en España, en la feria del libro y entonces crea un eco; la cosa de publicarse simultáneamente en más de un país beneficia a la novela, tiene repercusiones sobre todo en el mundo ahora de la web y de las redes sociales que se transita mucho por ahí crea comentarios, los trabajos periodísticos los comparte una persona con otros y eso transciende, y ella quiere hacerla circular en Chile y Argentina, además de España.



Froilán Escobar

San Antonio de los Baños, Cuba, 1944. Escritor y periodista.

Tiene publicadas las novelas:

La vieja que vuela (Cuba 1993, Argentina 1997)

El año que estuvimos en ninguna parte (1994, México, España y Argentina)

Campo das letras (Portugal)

Martí a flor de labios (Cuba 1991, Costa Rica 2008)

El patio donde quedaba el mundo (Colombia 1997)

Largo viaje de ceniza (España 2001, México 2007)

Ella estaba donde no se sabía (Costa Rica 2006)

La última adivinanza del mundo (Costa Rica 2009).

En Cuba recibió el Premio Nacional de la Crítica en 1991 y 1993.

En Costa Rica recibió el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en 2006.

El Premio Áncora de literatura en 2006.



 

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