Cultura Entrevista Federico Molina, director Centro Nacional de la Música

“En diez años, el maestro St. Clair no logró esa conexión mediática con el pueblo costarricense”

A raíz de la no recontratación del maestro Carl St. Clair como director de la Orquesta Sinfónica Nacional, UNIVERSIDAD conversó con el jerarca del Centro Nacional de la Música, Federico Molina.

La dirección orquestal ha cambiado a nivel mundial y el maestro Carl St. Clair, director artístico de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), no tenía las condiciones para continuar liderando la institución musical más emblemática del imaginario cultural costarricense.

Esa fue una de las razones por las cuales el jerarca del Centro Nacional de la Música (CNM), Federico Molina,propuso a la Junta Directiva del CNM la no recontratación el próximo año a St Clair, luego de diez años de estar al frente de la agrupación.

Molina explicó en entrevista con este Semanario que, luego de cuatro meses liderando el CNM y habiendo fungido ad honorem como director de la Compañía Lírica Nacional (CLN), ha podido evaluar el contexto actual de la orquesta y poner en perspectiva el cambio de timón.

“St. Clair ha estado por más de una década como director artístico, y que se piense en remozar la dirección no es nada extraordinario, es más bien lo ordinario”, mencionó.

Según Molina, hay un aspecto medular y es que el director de la OSN “debe ser la figura mediática, la cara de la agrupación, mientras que la figura de su servidor es estar tras bambalinas. La percepción es que el maestro St. Clair no tenía esas condiciones en parte porque no tiene dominio del español”.

Otro punto a considerar, dijo Molina, son los honorarios de St. Clair, no por ser elevados “porque eso es relativo”, sino porque la partida de contratación se consumía mayormente al pagarle y en sus artistas invitados. Asimismo, en materia administrativa, Molina encontró debilidades que adolece.

“La imagen del director titular de una orquesta sinfónica de una nación como Costa Rica debería estar posicionada como una de las más importantes de la cultura musical del país; debe tener una autoridad y un liderazgo en la construcción del imaginario sonoro. Es la llave del éxito para las cooperaciones público-privadas y las gestiones interinstitucionales que pueden catapultar a la Orquesta Sinfónica Nacional”, expresó.

A continuación ofrecemos un extracto de la entrevista a Molina, quien durante una hora respondió preguntas sobre el tema de forma amplia.

¿La no recontratación de St. Clair tiene que ver con un asunto presupuestario?

—No, categóricamente no.

¿Ha habido algún tipo de problema de tipo artístico en la calidad de su conducción?

—La no recontratación obedece a otras razones.

 ¿Podría mencionar las razones por las cuales no renuevan el contrato al señor St. Clair?

—Un aspecto medular es que el director de la orquesta debe ser una figura mediática, la cara de la agrupación, mientras que la figura de este servidor es estar tras bambalinas. Mi percepción es que el maestro St. Clair no tenía esas condiciones, en parte porque no tiene dominio del español —aunque lo entiende bastante bien—; por lo tanto, tiene mucha dificultad para expresarse. Eso no ha dejado de ser una gran limitante para ser una figura como Gerard Brown, un director muy mediático con un gran simbolismo para la orquesta. Mi percepción creo que fue compartida por la Junta Directiva como órgano decisorio, porque la mayoría estuvo de acuerdo con que don Carl no logró en diez años esa conexión mediática con el pueblo costarricense.

También hubo preocupación de que los honorarios del maestro eran no elevados porque eso es relativo, pero que tenemos que ubicarnos en nuestro contexto. Gran parte de la partida de contratación se consume para pagar los honorarios del maestro y la otra parte para pagarle a los artistas invitados.

La imagen del director titular de una orquesta sinfónica de una nación como Costa Rica debería estar posicionada como una de las más importantes de la cultura musical del país; debe tener una autoridad y un liderazgo en la construcción del imaginario sonoro. Es la llave del éxito para las cooperaciones público-privadas y las gestiones interinstitucionales que pueden catapultar a la Orquesta Sinfónica Nacional.

Asimismo, hay aspectos de orden administrativo complejos que el director artístico debe dominar al dedillo junto con el director general. Yo observé debilidades en ese sentido por cosas muy básicas sobre las cuales el maestro me hizo observaciones que denotan que él no tiene dominio.

Otro tema: han habido varias jubilaciones de músicos, cuestión que tiene que ver con la nueva ley de Empleo Público y el salario global. Por parte de St. Clair, hay un desconocimiento del tema que lo llevan a plantear programas de conciertos para los cuales la orquesta no tiene los recursos. Me refiero, por ejemplo, a interpretar una obra para la cual la orquesta no tiene una base suficiente, y, por lo tanto, se debe contratar músicos sin el presupuesto respectivo. Invitar a un estudiante sin pagarle podría ocurrir una vez, pero no más veces, si se repite eso se llama explotación. El director artístico tiene que sentarse junto con la dirección general a planificar: él puede proponer artísticamente, pero la dirección general determina si se está en la capacidad para llevar el proyecto adelante. La profesión del músico se debe dignificar, son profesionales y deben ser pagados.

“Si a mí me preguntan si hay directores costarricenses capacitados para dirigir a la orquesta, yo respondería que sí, categóricamente, y no uno, sino varios. Pero yo no voy a propiciar darle un espacio a alguien que nunca haya dirigido a la orquesta. La orquesta tiene que conocerlo”, Federico Molina, director del CNM.

¿Con un nuevo director o directora quisieran imprimirle otra impronta o línea musical en registros más contemporáneos?

—Me encanta esa pregunta porque me da para hablar. Yo tengo una cercanía muy grande por razones artísticas y personales con la lírica y estoy cansado de que un país con una tradición de más de 150 años de vida lírica siga gravitando alrededor de los mismos títulos. Es hora de conocer nuevos repertorios, tanto universales de Europa y Asia, como de nuestro continente, donde incluyo a Estados Unidos y nosotros, por supuesto,

Nosotros, la música costarricense.

—Usted está tocando un tema de gran interés para este servidor, cual es darle el espacio que merece a la música nacional y latinoamericana, incluso iberoamericana, porque hay música maravillosa.

¿Esta decisión de la programación quién la toma? ¿Tiene que pasar por la Junta Directiva?

—Sí. La Junta Directiva es un órgano decisorio que está compuesto por tres miembros del sector artístico, un profesional en Derecho, uno en Economía y uno en Administración, más la persona que ocupa el cargo de ministro o ministra. No es un órgano técnico, pero existe un cuerpo técnico especializado que se llama la Comisión Técnica, órgano facultativo, pero no decisorio que recomienda tanto al director artístico que hace una propuesta, como al director general. El repertorio llega listo a la Junta Directiva para que tome una decisión. Por eso, es importante que haya una relación muy bien articulada entre la dirección artística, la comisión técnica y la dirección general.

¿Las personas postulantes podrían ser artistas internacionales tanto como locales? ¿Se va a considerar que el director sea costarricense?

—Por supuesto que sí. La gente dice que la orquesta ha tenido directores titulares costarricenses que no han funcionado. Hemos tenido dos directores titulares: el primero fue don Carlos Enrique Vargas y el segundo Elbert Lechtman, de origen israelí, que estuvo muy poco tiempo. No funcionó; sin embargo, eso sucedió hace 40 años. En este momento, si a mí me preguntan si hay directores capacitados para dirigir a la orquesta, yo respondería que sí, categóricamente, y no uno, sino varios. Pero yo no voy a propiciar darle un espacio a alguien que nunca haya dirigido a la orquesta. La orquesta tiene que conocerlo. Tenemos directores muy buenos y si aceptamos a un nacional no tiene que ser alguien como Giancarlo Guerrero (ganador de seis premios Grammy, director musical de la Sinfónica de Nashville y la Filarmónica NFM Wrocław y director invitado principal de la Orquesta Gulbenkian de Lisboa). 

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¿Se podría considerar a una mujer como directora?

—Perfectamente, ¿por qué no?; pero entramos en un tema de competencias: el género no debe ser un tema que quite ni sume. Debe estar en igualdad de condiciones si una mujer reúne las condiciones artísticas de liderazgo y de todo lo que yo le he dicho anteriormente para ser directora de la orquesta. En lo personal, a mí eso no me hace ni frío ni calor. Quiero dejar claro algo: tampoco significa que me voy a poner chovinista, ya que tenemos que competir de tú a tú con los internacionales. Lo que tiene que primar es un criterio técnico y artístico, así como político, en el sentido de que sea una persona que sepa moverse en el ambiente para alcanzar amigos para la orquesta. Al final lo que se ocupa es dinero, como en el fútbol, gentes que subvencionen y apoyen que permita aspirar a cosas. Personalmente, diría que el arte debería ser absolutamente financiado por el Estado, pero yo no puedo ir en contra de la corriente. Nos adaptamos o nos hundimos, y yo opto por adaptarme. Necesitamos a un director que sepa atraer gente que financie a la orquesta.

Este país no tiene cultura de patrocinio al arte, a menos de que sea a gran escala y que reciba un rédito.

—Lamentablemente, en los últimos años, nos vinieron con el discursito de que tiene que haber una devolución y convirtieron esto en una cosa como si fuera un canje comercial. El arte se mide por otras circunstancias. Nosotros no tenemos el músculo que tiene Alemania para mantener las compañías de ópera con sus cantantes contratados todo pagado por el Estado, pero tampoco tenemos la cultura mecenazgo de los Estados Unidos. Aquí hay algunos poquitos empresarios que tienen, más que todo por su historia personal, cierta sensibilidad hacia esto. Qué diferente sería el país si por lo menos hubiera 20 empresarios como Luigi Sansonetti, que tuvieran esa misma sensibilidad, porque entonces tendríamos mucho más músculo para hacer cosas. Ese trabajo nos toca a nosotros, o sea, yo no me siento a llorar, pero se necesita un socio que esté a la par y un director artístico que tenga esa misma mentalidad. No que solo pida sino que salga a buscar lo que ocupamos.

En relación con el cambio generacional de los músicos, la época se manifiesta de otros modos y requiere de un abordaje distinto.

—Es necesario que se dé un golpe de timón sobre todo porque tendremos jubilaciones de la generación mía que se van a plantear a fin de año y en los próximos dos años. La institución dentro de tres años va a ser una orquesta joven; a mí eso no me asusta porque durante todos estos años las universidades públicas se han preocupado por reforzar la calidad de los profesionales que salen a la calle. Nosotros tenemos licenciados de la Universidad Nacional y de la Universidad de Costa Rica; con la UNED, el CNM, a través del Instituto Nacional de la Música, tiene un convenio que otorga bachilleratos y licenciaturas; tenemos excelentes profesionales. El nivel artístico instrumental es muy elevado, pero es gente que hay que formar en la orquesta y ahí tiene que haber una figura que tenga el liderazgo y la disposición, no solo como director y artista, sino como pedagogo.

Es una generación que se ha formado al contrario de la mía. Nosotros en la Escuela de Artes Musicales sabíamos que había dos compositores costarricenses llamados Julio Fonseca y Alejandro Monestel, pero a nadie se le ocurrió estudiarlos. Esta nueva generación sí ha tenido esa formación y vienen sensibilizados y orgullosos del repertorio latinoamericano y costarricense. Costa Rica tiene grandes compositores: Julio Fonseca, Alejandro Monestel, Benjamín Gutiérrez, Bernal Flores, Mario Alfagüel, Luis Diego Herra, Allen Torres, William Porras. Después vienen unos más jóvenes de mi generación que son compositores y profesores muy destacados de la cátedra de composición de la Universidad de Costa Rica. Me refiero a Carlos Escalante, Carlos Castro, Eddie Mora y Marvin Camacho.

Con respecto al tema de género, usted ha mencionado a estos grandes compositores costarricenses; sin embargo, no se refiere a una sola mujer. ¿A partir de esta coyuntura se podrían incorporar obras de mujeres compositoras en el repertorio de la orquesta?

—Sí, hay mujeres compositoras, aunque definitivamente son menos porque a las mujeres les ha tocado abrirse campo después que a los hombres; o sea, los hombres han tenido una predominancia o hemos tenido una predominancia histórica.

…un privilegio.

—Es un tema muy complejo y profundo que si nos metemos ahí es como abrir la caja de Pandora.

Me parece fundamental plantear en este momento en que se abre esa ventana de oportunidad, que las mujeres estén taco a taco con los hombres. Tener esa conciencia de género.

—En la historia hay grandes figuras femeninas y compositoras. El repertorio existe, está ahí y hay que investigar, buscarlo, para encontrar sorpresas bonitas, como la compositora francesa Helene de Montgeroult que era desconocida hasta hace poco tiempo y resultó que era una especie de Mozart; su música es maravillosa y estuvo desconocida durante más de un siglo.

Hay algunas personas que se han manifestado en contra de la no renovación del contrato del maestro St. Clair. Tenemos información de que la Junta Directiva aparentemente no puso en común la decisión con la Comisión Técnica ni con los músicos de la orquesta.

—Primero que todo vivimos en un país de legalidad; nuestro orden jurídico nos permite ser un país civilizado. Todo lo que se ha hecho ha sido estrictamente apegado a la legalidad. Para eso existe la ley de creación del centro que tiene su reglamento. En este tipo de decisiones y en un país pequeño como Costa Rica, nunca se va a quedar bien con todo el mundo. Algunos lo van a celebrar, otros a odiar; los que celebran lo hacen en silencio, los que no están de acuerdo lo hacen a gritos. Yo no veo las redes sociales, me cuentan, así que ni me desgasto en leer lo que se dice. Miré: estoy en mi oficina que siempre permanece con la puerta abierta. No hay ninguna prohibición para que alguien llegue hasta aquí y hable conmigo. A mí no me vengan a decir que no pueden hablar conmigo. Si no quieren hablar conmigo es diferente. Con una situación como la que se presentó con el maestro St. Clair, las partes se sientan y negocian una salida que es la renuncia del director titular. Eso es favorable para la imagen del director y es favorable para la institución. Yo recomendé esa salida y la Junta Directiva aceptó y me encargó reunirme con el maestro para llegar a un acuerdo. El acuerdo se dio el 17 de agosto. Sin embargo, el maestro St. Clair, por la razón que él podrá explicar, un mes después desistió de mantener el acuerdo. Eso me obligó a dar la recomendación que yo evité. Yo estoy detrás de bambalinas, cuidando el trabajo, pero esta decisión me puso en frente. Siempre he sido muy transparente, y sé que eso lo celebra alguna gente, pero hay otra gente a la que no le gusta.

¿La decisión tenía que pasar por la Comisión Técnica?

—Esa decisión, aparte de la Junta Directiva, no tenía que pasar por la Comisión Técnica. En Costa Rica somos muy poquitos pero todos queremos ser caciques.

*En la primera versión de la entrevista se preguntó por el cese de labores del maestro St. Clair, sin embargo, en términos legales se trata de una contratación por servicios profesionales. Asimismo se incluyó el nombre de la compositora francesa Helene de Montgeroult.

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