Cultura

Casona de Santa Rosa sufre

Autoridades reconocen pobre estado del importante edificio patrimonial en Guanacaste.

La Cruz, Guanacaste. Se trata de un sitio histórico de importancia medular para el país, sin embargo, la Casona, en el Parque Nacional Santa Rosa, padece los embates del tiempo y las imposibilidades operativas de la institucionalidad en tiempos de recortes presupuestarios.

Costa Rica es ingrata con su historia y la preocupación por el inmueble patrimonial, testigo especial, pero no exclusivamente de la gesta heroica de 1856, ha resurgido tras la denuncia pública que hizo el abogado Pablo Barahona, a través de un artículo de opinión, en el que mostró, con fotografías, que en una amplia sección del edificio, las tejas del techo debieron ser retiradas y se mantienen apiladas en el suelo, pues la estructura empezó a dar señales de debilitamiento bajo su peso.

“La Casona de Santa Rosa, símbolo nacional, luce abandonada”, escribió Barahona y tras algunos señalamientos y críticas sobre la “pobre, pobrísima” exposición museográfica, sentenció que “lo peor, lo inaceptable, lo realmente insultante, es que el inmueble está a punto de derrumbarse otra vez”.

El venado cola blanca (Odocoileus virginianus) es una especie emblemática del parque. (Foto: Miriet Ábrego).

UNIVERSIDAD realizó una visita el pasado 13 de setiembre, donde logró observar la condición de la estructura, al menos donde se debió retirar las tejas, como daños en las paredes, en otras secciones del inmueble y el insuficiente despliegue museológico del valor histórico del sitio.

En 2001, la estructura principal del edificio fue destruida por un incendio premeditado. Al tratarse de un inmueble ubicado dentro de un parque nacional, su administración corresponde al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), específicamente al Área de Conservación Guanacaste (ACG).

“Lamentablemente es cierto”

Barahona, abogado constitucionalista y exembajador de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos (OEA), añadió que una de las vigas principales que sostienen el techo, “se quebró en dos partes” y que “para redundar en la vergüenza más supina, el daño se presentó desde hace meses, encontrándose hoy el inmueble en tan deplorable condición, pese a la entrada del invierno”.

Diego Meléndez, director del Centro de Conservación del Patrimonio Cultural -instancia adscrita al Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ)-, reconoció que “todo lo que señala el artículo, lamentablemente, es cierto”, pero subrayó que se debe buscar “una solución integral y no hacer un remiendito, se puede reparar el alero, la viga y la columna dañada y punto, pero no se trata de eso, se trata de que vuelva a ser un lugar donde se concientice a los estudiantes sobre la importancia de la gesta”.

El funcionario dijo que se tiene buena comunicación con el Sinac y que fue por recomendación de Patrimonio que se removieron las tejas, “porque cuando se hizo la restauración, después del incendio, aparentemente en algunas partes las maderas que se utilizaron no eran las más idóneas y en esa sección una viga empezó a ceder”.

Sin embargo, esa explicación contrasta con la que ofreció Juan Carlos Carrillo, coordinador del programa de Ecoturismo del ACG, encargado de coordinar la logística de la visitación turística en esa área de conservación. Reconoció que esa sección es “la parte que más nos preocupa” y que también en otros puntos se presentan “algunos problemas en bases de los pisos”, pero sobre el sector donde se bajaron las tejas dijo que “toda esa sección no es reconstruida, eso no se quemó y no fue parte del proceso de reconstrucción”.

Informó que en el sector se habilitó el sistema contra incendios que incluye tubería, aspersores y sensores de humo, “pero a la estructura no se le hizo nada, no estuvo dentro de los procesos de reconstrucción total, se cambiaron algunas tejas, pero fue muy superficial, pues esa parte de la estructura no se afectó totalmente por ese incendio”.

Meléndez, por su parte, elaboró más y apuntó que “aparentemente no se hizo de forma correcta la conexión de una de las vigas con la columna, la columna cedió y la viga empezó a pandearse, ahí fue donde vimos riesgo y por eso recomendamos quitar las tejas, por el gran peso”. Añadió, sin embargo, que “es arriesgado emitir un juicio” sobre eventuales responsabilidades por ello “sin analizar en detalle”.

Tras observar problemas logísticos como que “las maderas que se usan actualmente, no tienen la  robustez de las que se usaron antiguamente”, aseguró que el estado de la Casona “en este momento, fuera de esos elementos, es relativamente bueno”.

Hizo un llamado a que, dentro del presupuesto del Parque Nacional Santa Rosa, se contemple un rubro de mantenimiento preventivo, “no deberíamos esperar a que las cosas se caigan para arreglarlas, es algo que queremos coordinar con ellos (Sinac) para que esté en los presupuestos anuales”.

La importancia de la Casona en la historia de Costa Rica no se limita únicamente a la batalla de 1856. (Foto: Miriet Ábrego).

Historia que palpita

En el texto Hacienda Santa Rosa, de fortín a patrimonio de la humanidad, la historiadora Yolanda Dachner apunta que “buena parte de la cultura y el sentido de pertenencia nacionales se ha construido en torno a la guerra de 1856-57”, pero que la Casona “también ha sido testigo de la historia de devastación de las poblaciones indígenas, evidencia de una forma de organización económica colonial que sobrevive hasta nuestros días y punto de encuentro de intereses en conflicto tanto internacionales como nacionales”.

Dachner recordó que los primeros pobladores de la zona fueron los chorotegas y que, durante el periodo colonial, la Hacienda Santa Rosa perteneció al Partido de Nicoya, separado de la administración de las provincias de Nicaragua y Costa Rica. El artículo, disponible en el repositorio Kerwá de la UCR, apunta que la primera referencia a la Hacienda Santa Rosa, durante la colonia data de 1663, fue cuando un tal Juan Martín de Villa Faña solicitó la medición de los terrenos y su concesión a la reina de España, por entonces María Luisa de Orleáns. Desde ese periodo histórico, la Hacienda estuvo orientada a la ganadería, la producción de quesos y las siembras de maíz.

Curiosamente, en la década de 1830, esta pasó a manos de Agustín Gutiérrez Lizaurzábal, quien resultó ser el suegro del general José Joaquín Mora, comandante en jefe del ejército costarricense durante la guerra contra William Walker y sus filibusteros. “Sin duda alguna, el conocimiento que el general Mora tenía de la hacienda será un factor a favor de las tropas costarricenses en la batalla del 20 de marzo de 1856”.

Sin embargo, al momento de la Batalla de Santa Rosa, la Hacienda pertenecía a Ramón Gomes, quien representó el “típico modelo de cartaginés con posesiones territoriales en el Pacífico seco”.

Dachner relata que para 1855, Walker se había valido de disputas internas en Nicaragua para hacerse con el control político del país y extender en Centroamérica el sistema esclavista estadounidense, por lo que Costa Rica le declaró la guerra en febrero de 1856.  El 19 de marzo, las huestes de Walker llegaron a la hacienda de Santa Rosa. Al día siguiente, las tropas costarricenses al mando de José Joaquín Mora Porras, hermano del presidente Juan Mora Porras, retomaron la Casona tras 14 minutos de combate.

La Casona también vio la marcha fracasada de unos 800 rebeldes que desde Nicaragua incursionaron en mayo de 1919 para luchar contra la dictadura de Federico Tinoco. De nuevo, en 1955 el edificio fue testigo de otra campaña militar infructuosa, la de insurrectos calderonistas que desde Nicaragua intentaron llevar a cabo una ofensiva militar para derrocar a José Figueres.

Soluciones en pañales

Desde Patrimonio, Meléndez observó el problema de que, según la ley, es en cada caso el propietario del inmueble patrimonial el responsable de las reparaciones o restauraciones. “Con instituciones de Estado es complicado, porque los presupuestos vienen de los años anteriores y no se pueden hacer reparaciones inmediatas si los fondos no están disponibles”, señaló.

Ante la pregunta sobre qué suerte puede correr el sitio en un contexto de tensión fiscal y recortes presupuestarios, el funcionario informó que hace unos tres meses se dieron los primero pasos en establecer una coordinación entre esa instancia, el Minae a través del Sinac, el Ministerio de Educación y el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) en aras de “hacer una alianza para solventar todo lo que pasa con la Casona”.

El planteamiento y puesta en marcha de una solución amplia e integral para atender los problemas que enfrenta el inmueble patrimonial está aún muy lejos. (Foto: Miriet Ábrego).

Concuerda en que la Casona “está en deterioro, que está descuidada, que el guion del museo no es atractivo para la gente, entonces, la idea es un plan mucho más ambicioso que contempla la restauración del inmueble en las partes que se deterioren, pero, por otro lado, convertirlo en un polo de atracción para que, permanentemente, durante el año, haya visitación de estudiantes, abierto al turismo, y abrir un circuito de visitación no solo a Santa Rosa, sino a otros sitios de atracción en Guanacaste”.

Con franqueza, el funcionario admitió que “eso está en pañales” y que “coordinar cuatro ministerios no es tan fácil como uno quisiera” por lo que piensa buscar apoyo de la primera dama Claudia Dobles para lograr esa coordinación.

Mientras tanto, la Casona espera la ejecución presupuestaria del año entrante para paliar un problema estructural, en un contexto político en que hay diputados que cuestionan el destino de ingresos a la conservación de edificios patrimoniales y un año de recortes en el sector público por parte del gobierno.

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