Cultura

Arte para el mundo al revés

El Consejo Universitario ofrece una mirada a una década de trabajo del artista Mauricio Herrero.

El colibrí por sí solo parece entregarse a un vuelo triunfal, así por lo menos lo parece en su contexto original del billete de ¢20 mil. Pero en la estampa de Mauricio Herrero, más bien parece haberse estrellado contra el nuevo entorno chino del yuan, cuyo movimiento lo que sugiere es que un alfiler se encuentra hacia los extremos tácitos de cada ala.

Si se quiere, la imagen es un registro o advertencia de la asimétrica relación con la gigante China, que acomoda sus masivas posaderas sobre la colorida pero sometida Costa Rica.

La estampa por inyección de tinta formó originalmente parte de la serie Capital Migrations (2012), en la cual Herrero exploró la combinación digital de elementos estéticos provenientes del papel moneda.

Hasta el 10 de octubre ese y otros trabajos se pueden apreciar en la Galería del Consejo Universitario, como parte de una muestra antológica del trabajo de Herrero, titulada “Trazos, Huellas y Superficies”.

Según explicó el propio Herrero, esta muestra presenta una organización más estética y formal que cronológica.

Relató que su interés por extrapolar los elementos gráficos de los billetes surgió cuando estudiaba en Nueva York. “Simplemente un día me acerqué a un billete chino, me quedé viendo y noté que era un grabado, fue por un interés estético hacia la moneda como una estampa”.

Añadió que esa observación le llevó a cuestionar cuál es la relación entre el valor económico versus el valor estético, cómo a una moneda se le asigna un valor determinado, mientras que el arte también tiene un valor estético y económico.

La evolución de esa inquietud se dio cuando, mientras radicaba en Argentina, empezó a fabricar su propia moneda, específicamente billetes hechos a mano, de los cuales uno de $300 es mostrado en la Galería del Consejo Universitario de la Universidad de Costa Rica.

Relató que se trató de todo un proyecto costeado a través de financiación colectiva. “La gente me dio diversos montos asignados, con ese dinero fui a Argentina a hacer una residencia artística, y allá fabriqué mi propia moneda, al regresar le devolví la gente lo que me habían dado, pero en mi moneda”, lo cual según dijo fue “más relacional”.

El artista se limitó a soltar una recatada risa cuando se le preguntó por el hecho de que, de repente, es un juego subversivo el de hacer circular arte en la forma de billetes. Es que los producidos por Herrero vienen a doble cara, impresos a mano con la técnica de la litografía e incluso llevan hologramas incertos.

Herrero no hace ostentación con un discurso de rebeldía, pero el arte que ofrece subvierte convencionalismos.

Ello tal vez tenga que ver con que “los procesos técnicos son primero una construcción lingüística y como tal existen afuera y adentro de sí mismos. Pueden migrar de un contexto a otro, de una forma, materia o código a otro. Me interesa esta ductilidad material de las ideas, cómo se piensa la técnica”, como lo sostiene en un texto promocional de la muestra.

ARQUITECTURA TRASTOCADA

Esta muestra incluye algunos de los primeros trabajos de Herrero, conocidos bajo el título de “Transeúntes” y que constituyeron sus inicios tras concluir estudios en la UCR.

En ese momento Herrero se dejó llevar por rasgos arquitectónicos y las personas que constituyen el lenguaje estético de espacios como la Avenida Central.

Por otra parte, “Diferentes vistas de isla Calero”, data del 2010 y es la única pieza inédita de la exposición. Es incluso anterior a la idea de trabajar con el papel moneda y surgió de lo llamativo de que en el 2010, surgiera el patético conflicto entre Costa Rica y Nicaragua por la mencionada isla.

“Me llamó la atención cómo Edén Pastora citaba a Google Maps como autoridad sobre los límites”, recordó. Así, Herrero empezó a trabajar a partir de imágenes de ese servicio digital, extrajo cuadrados de 10 x 10 pixeles y los amplió hasta 10 x 10 pulgadas. Al hacerlo, el programa utilizado hacía la imagen difusa, “los bordes entre cada cuadrado se hace difusos, la computadora interpreta información que no existe”.

El producto resultante es impreso como fotografía, una estampa que a partir de la imagen digital se proyecta con láser sobre un papel fotosensible con químicos, realmente es un revelado fotográfico a partir de esa imagen digital, según detalló. Eso, y la ironía de que entre más se busca la definición exacta del espacio físico, más se diluye.

La exposición también incluye trabajos más recientes que de alguna manera retoman las preocupaciones estéticas de la lejana “Transeúntes”, pero con un mayor énfasis en el proceso de creación, más que en el objetivo final.

Casi en el centro de la exhibición se ubicó un autorretrato. En este caso, el reto es mirarlo por cinco minutos, sin perder la cordura…

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