Los grafitis son formas que aparecen continuamente en nuestra vida diaria. Aparecen de la noche a la mañana en todo muro o superficie vacía existente, lo que ha llevado a la asociación directa de estos con la delincuencia.
Sin embargo, no toda pintura urbana es vandalismo. Tal es el caso del Colectivo Dôcrà, grupo conformado con el objetivo de abrir espacios públicos o privados para la realización de arte y exposición de artistas que trabajan en esta área. Su nombre proviene del idioma brunca y significa familia, justo la clase de unidad que pretenden formar.
Dôcrà fue creado por Alonso Calderón en el 2018, quien comenta que la idea surgió a partir de su participación en la creación de un mural para el Colegio Universitario de Cartago dos años antes. Durante este evento participaron entre 17 y 18 personas pintoras, las cuales recibieron apoyo por parte de la municipalidad que les brindó dos latas de spray por cabeza y el mismo Colegio que les dió comida.
De igual forma, colaboraron personas que llevaban comida y galletas para quienes participaron. Toda esta situación llevó a la idea de consolidar un colectivo capaz de encargarse de actividades de esta índole, sin cobrar y pensando en el bienestar social.
Así dio inició Dôcrà, agrupación que tuvo su primer evento en Taras de Cartago, donde hicieron un mural con temática libre. La creatividad de quienes forman el conjunto mostró dibujos referentes a la naturaleza, el amor, la salud, mensajes sociales y mucho más. Con esta primera actividad empezaron a ganar reconocimiento. Adicionalmente, se unió otra persona para la administración de los espacios, Juan Diego Sequeira.
El grupo, que se ve motivado por la desestigmatización de los grafitis al mostrar su valor artístico, ha dejado muchos aprendizajes y experiencias a las personas que lo integran.
Calderón cuenta que Dôcrà le ha enseñado sobre la superación, la hermandad y la responsabilidad. Además, le ha enseñado sobre la empatía, la perseverancia, la unidad y la amistad, por lo que se encuentra muy agradecido con el Colectivo.
“El grafiti me ha enseñado la responsabilidad, porque tengo que equilibrarme entre mi familia, el arte y mi trabajo”.
—Alonso Calderón, Integrante del Colectivo Dôcrà.
¿Cómo se maneja Dôcrà? Este es un espacio autogestionado que se financia mediante patrocinios. Luego de obtener los permisos correspondientes y con la firma de autorizaciones, realiza trabajos con asociaciones de desarrollo y rotarios de Costa Rica, aunque, si una comunidad desea su apoyo, puede llamar para solicitarlo.
Tal es el caso del Residencial El Molino, ubicado en la provincia de Cartago, quienes deseaban llenar su hogar de color, por lo que se contactaron con el grupo. Mediante un esfuerzo que duró dos años, haciendo rifas, comidas y toda clase de eventos, finalmente, la vecindad consiguió reunir fondos para comprar la pintura necesaria. Durante ese tiempo, las personas pintoras mejoraron en sus habilidades artísticas para finalmente ayudar a esta comunidad.
Cuando aparece un evento, el conjunto publica en Instagram y Facebook, explicando la cantidad de campos disponibles y la fecha para hacer el mural. De forma que las personas artistas se apuntan y reciben el material.
Como toda agrupación, Dôcrà tiene una serie de reglas que han de cumplir sus integrantes. No se puede fumar ni beber al pintar. Tampoco se deben ilustrar temas bélicos. Es importante que se mantengan en las zonas asignadas, sin rayar otras áreas. También, siguiendo los valores del Colectivo, se debe mantener conciencia de la responsabilidad social, siempre buscando el bienestar de la gente. Como menciona Alonso Calderón, este don artístico debe utilizarse para ayudar a otras personas.
“Tengo un don y puedo ayudar a las demás personas con ese don”. Alonso Calderón, Integrante del Colectivo Dôcrà.
¿Qué opinan quienes habitan por las zonas que han sido tocadas por el arte del grupo? Existen opiniones variadas al respecto. Inicialmente, se brinda a las comunidades un catálogo de murales para convencerlas. Se obtienen los permisos a partir de ello, no obstante, siempre existe cierta oposición por el estigma hacia los grafitis.
Un ejemplo que presenta Calderón ocurrió en el 2016, cuando se dio la oportunidad (por requisito) de pintar la iglesia de los Frailes Capuchinos. Las personas mostraban poca aceptación al regañar y gritarles al grupo de artistas. Incluso hubo varias llamadas a la policía.
Aún así, también existen quienes agradecen el cambio en su entorno visual. Estas personas hacen amistad con el Colectivo y disfrutan del trabajo realizado para mejorar el ambiente en el que conviven.
“Es algo exagerado como se puede cambiar un lugar con el simple hecho de ponerle color”. Alonso Calderón, Integrante del Colectivo Dôcrà.
Esa variedad de opiniones parece acabar cuando el diseño está terminado. Los vecinos aprecian el arte y hasta les gustaría verlo en mayor cantidad.
Al visitar el Centro Cívico por la Paz en el centro de Cartago, todas las personas consultadas comentaron lo mucho que les agrada ver las paredes del lugar llenas de color y mensajes positivos, más aún por tratarse de un lugar visitado por jóvenes.
Incluso trabajadores del Centro Cívico y guardias de la zona contaron que en los fines de semana hasta se han hecho filas para tomarse foto con las alas pintadas en el mural que realizó el Colectivo Dôcrà en este sitio.
