Cultura Teatro

Abrazar en la frontera del autismo

El Teatro ABC-O estrena la obra La máquina de abrazar, del español José Sanchis Sinisterra, en Gráfica Génesis, Espacio Escénico, este viernes 27 de enero.

El abrazo provoca dolor a las personas autistas. Esto le ocurre a Iris, una de las protagonistas de la obra La máquina de abrazar del español José Sanchis Sinisterra y que el Teatro ABC-O, bajo la dirección de Ana Ulate, pone en escena a partir del viernes 27 en Gráfica Génesis, Espacio Escénico.

¿Cuándo abrazar? No siempre necesitamos sumergirnos entre los brazos del otro y no siempre necesitamos abarcar con nuestro abrazo al otro.

C64-Sanchis002“En los seres humanos, el compartir el afecto es muy delicado porque no todos tenemos la misma necesidad ni sentimos el mismo tipo, en todos los momentos”, dice José Sanchis Sinisterra en entrevista telefónica desde Madrid, donde desarrolla su proyecto llamado Nuevo Teatro Fronterizo.

A través de la obra La máquina de abrazar, Sanchis y el grupo ABC-O también proponen reflexionar sobre el autismo social -aquel de los poderosos a quienes nos les importa la humanidad-, que provocan dolor a las personas cuando las discrimina, las empobrece, las extermina, las violenta.

La historia gira en torno a dos mujeres, la psicoterapeuta Miriam Salinas y la autista Iris de Silva, que participan en una conferencia magistral para mostrar a los colegas científicos las capacidades cognitivas y funcionales de Iris, quien a pesar de su trastorno mental escribió un libro titulado “La vida afectiva de las plantas” y construyó una máquina que la abraza con distintas intensidades, según lo necesite.

Para la actriz Sylvia Sossa, que interpreta a Miriam, otra de las capas de significación del texto de Sanchis es el tema de la uniformidad “cuando en realidad somos muy distintos. La historia de Iris no es muy distinta de mi historia personal”.

Sossa se ve a sí misma reflejada en Miriam, al buscar aprobación en los demás por medio de la homogeneización de una parte de su personalidad, pero también en Iris, que es como su otro yo, “que tiene otras maneras de ver el mundo, otros códigos, maneras de estar y que es posiblemente la que yo debería dejar salir en algunos momentos”.

En el caso de Barboza en su papel de Iris, la actriz comenta que creó un mundo distinto al de Miriam, que se le facilitó por poseer características similares a las de la mujer autista.

“Hay una frase que me llega: ¿cómo decir lo que no está en palabras? Me llega porque yo me expreso de otra forma: prefiero unir imágenes; por eso cuando pienso en Miriam la veo en fractales, la fijo en un punto y empiezo a ver la descomposición de su rostro”.

Asimismo, Barboza confiesa que le cuesta ser afectuosa lo cual se asemeja a la imposibilidad de los autistas de manifestar cariño. “Escuché decir que para los niños autistas el abrazo implica dolor. Cuando Iris dice: “voces como vidrio roto” o “besos como arañas húmedas”, pienso en que lo que una cree que le hace bien, para ella es desesperante”.

Esa dimensión poética con la que Iris se expresa es un recurso al cual Sanchis recurre en todas sus obras, para ir más allá de lo concreto, para traspasar esas fronteras y lograr una comunicación anclada en un paradigma donde la pregunta, la resistencia, la empatía y la poesía germinen.

De acuerdo con la directora, Ana Ulate, para lograr este objetivo teatral y social, el dramaturgo apela a otros tipos de comunicación no convencionales, “porque la palabra no tiene sentido”, y a partir de esa visión, cruzar los límites en búsqueda de otros medios para contar la historia.

Así Ulate utiliza al video con proyecciones de fractales que relaciona con la Teoría del caos, y expone esos dos universos -la ciencia clásica de Miriam contra la ciencia de Iris, que se va transformando.

“Es una espiral a partir de la cual quiero hacer reflexionar al público de qué tan autista es. De cómo nosotros desde nuestra normalidad queremos lo que entendemos y al otro que no entendemos su forma de vivir, sus decisiones, siempre tenemos necesidad de adaptarlo a lo que suponemos que es la normalidad”, puntualiza Ulate.



José Sanchis Sinisterra

“Sigo siendo fronterizo y los proyectos que impulso tienen ese sello”

C64-Sanchis003La noche del ensayo con Sylvia, Jennifer y Ana, UNIVERSIDAD les propuso que hicieran una pregunta para plantearle a Sanchis en la entrevista programada para la mañana siguiente. Lo prometido es deuda.

¿Cómo surgió la idea de hacer esta obra sobre el autismo?

-El desencadenante inmediato me sucedió luego de leer al psicólogo y neurólogo Oliver Sacks, cuyos libros son un auténtico archivo de casos fascinantes desde el punto de vista humanista y teatral. En Un antropólogo en marte, el último de los casos es sobre una autista llamada Temple Grandin, estadounidense, experta en autismo, también ingeniera. En la entrevista cuenta que uno de los síntomas del autismo desde que nace el bebé es que no resisten el abrazo humano. Al llegar a la pubertad ella tenía necesidad de ser abrazada pero no lo admitía, entonces se diseñó y fabricó una máquina de abrazar. Me pareció una imagen casi poética. Luego pensé que era una magnífica pero terrible metáfora de la afectividad humana.

¿Estas personas que consideramos no “normales”, que nos dan miedo y las aislamos porque no las entendemos, están en esos límites de los que usted habla en su manifiesto del Teatro Fronterizo?

-Eso forma parte de la dificultad que tenemos de aceptar la diferencia; ese miedo a la diferencia es una de las raíces del racismo, de la xenofobia, del machismo que no acepta la diferencia de la mujer y que la transforma en un objeto de su ira. El ser humano o por lo menos muchos especímenes son incapaces de aceptar la diferencia porque los cuestiona, y las personas que no queremos caer en eso tenemos que aceptar que nosotros somos también una expresión de una diferencia y por lo tanto debemos aprender a respetar, a tolerar, a convivir con los diferentes.

A veces las personas no queremos abrazar pero nos vemos obligadas a hacerlo -porque es lo correcto-, y a veces queremos abrazar pero la otra persona no desea ese abrazo.

-En los seres humanos, el compartir el afecto es muy delicado porque no todos tenemos la misma necesidad de afecto en todos los momentos, ni la misma necesidad del mismo tipo de expresión del afecto, y yo creo que gran parte de las tremendas crisis que se producen en las parejas humanas tiene que ver con eso, con que no aceptan la asimetría, pero no tienen porqué estar latiendo al unísono en el deseo sexual, en la necesidad de ternura, y eso se considera como desamor o traición o pérdida de cariño, cuando es la expresión de la diferencia. Y por eso la metáfora de la máquina de abrazar me pareció tan rica.

También habla sobre el autismo social, de los que tienen el poder y no les interesa en qué condición están los demás…

C64-Sanchis004-Los estudios sobre el autismo explicitan que el autista carece de lo que se llama Teoría de la persona, proceso psíquico y cognitivo según el cual el bebé comprende que el otro bebé y la madre es algo como él. Ese es un problema sociológico y político. Toda mi vida me he escandalizado de que haya gente capaz de decidir el hambre, la miseria, como, por ejemplo, lo que está ocurriendo con los refugiados en Europa. Hace falta carecer del más mínimo grado de empatía para permitir eso. Yo tengo curiosidad por la física cuántica y la Teoría del caos para nutrirme como persona y dramaturgo. Estudiando neurociencia hace unos años leí sobre las neuronas espejo, que están contribuyendo a la comprensión del autismo, porque son un dispositivo que nos permiten reconocer la acción y la intención del otro porque nos ponemos en su lugar ya que se activan en nosotros las mismas neuronas que están ejecutando una acción, por eso la entendemos y podemos reaccionar a ella. Las neuronas espejo han abierto un campo para entender también el teatro, porque de ellas depende uno de pilares del hecho teatral: la capacidad de imitación. Por eso es que entiendo a esos seres humanos que carecen de esas neuronas espejo, las tienen atrofiadas.

Sobre los saberes que se legitiman y que usted cuestiona con el Teatro Fronterizo, en la obra se produce un contraste entre el conocimiento racional de la doctora y el de la autista…

-Es interesante esa contraposición entre la doctora y la paciente, porque, efectivamente, la doctora sería como un paradigma de la racionalidad, de lo científico pero también de lo político, y tiene un vínculo con Iris muy fuerte pero no es capaz de asimilar la otra dimensión, que yo llamo la tercera pata de la obra que es la poesía. A partir de lo que había estudiado sobre la “deformación del lenguaje” en el autista-, empecé a buscar el hablar a la manera de Iris, entonces me di cuenta que eso tiene que ver con la poesía, en cómo la poeticidad violenta el lenguaje prosaico para producir otros efectos asociativos e incluso cognitivos. A través del lenguaje poético el ser humano conoce dimensiones que el pensamiento racional no es capaz de enfocar. Y un dato que para mi es fundamental en ese sentido es la relación de Iris con el mundo vegetal. Últimamente he leído sobre la sensibilidad de las plantas bastante asombrosa.

A propósito de la poesía y el teatro, a usted le interesa la relación entre la dramaturgia y la literatura.

-Yo vengo del campo de la literatura y me he mantenido en una especie de anacronismo viviente, defendiendo la naturaleza literaria del texto y tratando de enriquecerla. Narraturgia es un término que acuñé que sería esa zona fronteriza entre la narrativa y la dramaturgia que hoy en día tiene muchísimas manifestaciones. Lo que pasa es que todavía me falta entender a qué llamamos poeticidad en teatro, dónde se produce, yo lo intento pero todavía no logro conseguirlo.

¿Cómo transcurre su fuerte vínculo con América Latina?

-Yo digo que mi vida se divide en dos períodos: antes y después de viajar a América Latina. Fue un cambio sustancial que trato de seguir provocando. Cuando en 1985 viajé por primera vez a Colombia, empecé a tomarle el pulso y al año siguiente volví y luego fui a México y a Centroamérica, entonces a partir de ahí, me pasaba cruzando el Atlántico y alimentándome de esa vitalidad, de la cultura y del teatro de muchos países de la América Latina, incluso en aquellos en que las condiciones son muy adversas. Pero siempre me maravillan los pequeños núcleos no solo teatrales sino musicales, plásticos, literarios y la capacidad de resistencia y entusiasmo que tienen.

Con su proyecto teatral en La Corsetería en Madrid hace un trabajo importante con la comunidad más cercana…

-Sí, en general aquí el teatro está muy circunscrito a un tipo de público, a una clase social, a un concepto de la cultura incluso a unas temáticas; a mí lo que me interesa es sacar al teatro de sí mismo, de esa clase de gueto elitista y muy televisivo, mercantil, de consumo. Muchos de los proyectos han sido asomarnos al mundo de los inmigrantes, de los refugiados, el último ciclo que hemos organizado, con mis talleres de escritura dramática que estoy dando permanentemente, es con autores jóvenes que yo veo que tienen talento y sensibilidad y les encargo trabajos. Por ejemplo, entrevistar a una transexual ecuatoriana que ejerce la prostitución y que reivindica el trabajo sexual. De ahí salió un texto que luego hicimos en lectura dramatizada. Lo mismo con ex presidiarios, con discapacitados físicos, gente con trastornos mentales, adolescentes problemáticos que están acogidos en centros porque la familia está desestructurada. Esto tiene como objetivo hacer que el teatro mire otros contornos de la realidad que no aparecen normalmente en nuestros escenarios.

¿El manifiesto del Teatro Fronterizo que usted propuso en los setenta sigue teniendo vigencia?

-Hay cosas en las que me reconozco, son épocas muy distintas; aparte de que el tono del manifiesto se decanta hacia lo poético e ideológico. Yo creo que sigo siendo fronterizo y que los proyectos que impulso tienen ese sello. Este nuevo teatro fronterizo parte de unas coordenadas más concretas, primero con otras disciplinas al hacer trabajos con filósofos y filósofas actuales porque al teatro le falta contenido intelectual. También con la ciencia que puede aportarnos científicos, y con distintos colectivos sociales. Hoy estamos cumpliendo siete años y no tenemos apoyo oficial, tenemos que estar permanentemente con dudas sobre nuestro futuro inmediato. Hemos puesto en marcha un proyecto que se llama “Planeta vulnerable, hacia un teatro ambientalista del siglo XXI”; me preocupa la destrucción del planeta por parte del capitalismo como máquina depredadora; otro sobre el maltrato machista, que lleva anejo un taller para investigar el umbral del maltrato. El teatro para mí es una herramienta para entender la realidad.



Convivir con la diferencia

Título: Obra: La máquina de abrazar, de José Sanchis Sinisterra

Producción: Teatro ABC-O

Dirección: Ana Ulate

Elenco: Jennifer Barboza y Sylvia Sossa

Temporada del 27, 28 y 29 de enero y 3, 4 y 5 de febrero, viernes y sábado 8 p.m. y domingos 6 p.m.

Lugar: Gráfica Génesis, Espacio Escénico

Costo: general Ȼ5.000; estudiantes y ciudadanos de oro Ȼ4.000

Patrocinan: Casa Al Andalus, Costa Rica Films y el Centro Cultural de España

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