Opinión

¿Perdió vigencia el ICE?

Recientemente el Ing. Carlos Manuel Rodríguez hizo tan grave aseveración, cuanto más viniendo del ministro rector.

Recientemente el Ing. Carlos Manuel Rodríguez hizo tan grave aseveración, cuanto más viniendo del ministro rector.

El ICE logró en pocas décadas un desarrollo eléctrico que es ejemplo para el mundo. Hoy tenemos uno de los sistemas eléctricos más limpios del mundo, menos del 2% de la electricidad proviene de combustibles fósiles, gracias a una matriz compuesta principalmente por agua, geotermia y viento, lo que nos ha permitido ser autosuficientes en materia eléctrica, ahorrar millones en divisas y tener precios competitivos, según la Cepal.

Nuestro modelo eléctrico, monopólico en la “transmisión” (monopolio natural), es, sin embargo, abierto en la “generación” -con un componente privado del 26%- y en la “distribución” a través de 8 empresas: ICE, CNFL, 2 empresas municipales y 4 cooperativas.

Por ley el ICE es el único responsable del suministro eléctrico en el país, Art. 2, inciso a) de su Ley No. 449, del 08/04/1949. Debe planificar, prever y solucionar todos los problemas para que el país, independientemente de los demás actores que intervienen, garantice electricidad todo el año.

Es la única institución que planifica a 20 o más años, pues la naturaleza de los proyectos -hídricos y geotérmicos-, intensivos en capital y estudios especializados y muy técnicos (geológicos, climáticos, hídricos), exige periodos de estudio y ejecución sumamente largos. Esta planificación no sería posible si no estuviera centralizada en una sola institución, que ha demostrado excelencia en la mayoría de sus obras.

Ese modelo podrá ser mejorado, pero mantiene plena vigencia, la continuidad, estabilidad, calidad y los precios así lo demuestran.

Los precios de compra a los generadores privados, fijados por ley, son de los más caros de la matriz eléctrica y el principal motivo de que sigan subiendo. Por ejemplo, la energía producida por el ICE con agua y viento cuesta la mitad de la que le compra a los privados, y el monto pagado a los privados subió un 78% del 2014 al 2017, mientras la energía entregada solo un 45%.

Tener que asumir como único responsable el “respaldo eléctrico” que el país requiere, y dado el modelo de energía renovable (principalmente hídrica), tiene como consecuencia soportar una reducción de hasta al 60% en los caudales en verano, lo que obliga a duplicar la capacidad instalada, no por falta de planificación, como manifiestan los detractores del ICE.

No satisfechos, se mantienen al asecho, esperando el momento para desarmarlo y repartírselo y de paso aumentar la generación en manos privadas. Están de nuevo intentándolo -como tantas veces en el pasado- achacándole para justificarse, pecados inverosímiles: es juez y parte, administra el sistema, actúa como rector, regula el mercado, solo debe ser operador, no coordina con sus filiales, no planifica, no aprovecha las plantas al 100%, no es capaz de prever cambios en la demanda, malas inversiones, perdió la senda, modelo obsoleto, etc.

Mediante el proyecto de ley del Centro de Control de Energía (Cense) se pretende una vez más desmembrar el ICE, quitándole el Cence para hacerlo más potable a los mismos intereses privados que en 1990 hicieron aprobar la Ley 7200 y en 1995 la Ley 7508. Estas obligaron al ICE a comprarle a los generadores privados la electricidad, aunque el ICE no la ocupe y tenga que botar agua de sus plantas para adquirirla más cara de ellos.

Ese proyecto le garantizaría un puesto en el nuevo Consejo de Administración del Cence a los generadores privados, quienes hoy representan no más de un 10% del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). En cambio, el ICE no quedaría representado, siendo que, por el contrario, representa más del 80% del SEN. Esa sola intención desnuda por completo a quienes están detrás de este nefasto proyecto.

 

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