Opinión

¿Mejor que todo siga igual?

Floripondio Rajatabla estaba convencido de su vocación política, quería llegar a alcalde primero, después a diputado y su meta era la presidencia del país.

Floripondio Rajatabla estaba convencido de su vocación política, quería llegar a alcalde primero, después a diputado y su meta era la presidencia del país. En la municipalidad se proponía reconstruir todas las calles del cantón y dejarlas como nuevas y con un material tan bueno que no se deteriora nunca. En la asamblea deseaba proponer un proyecto para mejorar la Caja Costarricense de Seguro Social, para que ningún médico hiciera biombos y que toda la población estuviera sana y no se enfermara. Como presidente pondría un monorriel eléctrico que transitara por todas las provincias llevando en pocos minutos pasajeros a todas partes, nadie más honesto que don Flori. Y cumplió su primera meta, llegó a ser alcalde.

El primer día de trabajo organizó a todo su equipo, contrató los mejores constructores y en menos de tres meses, todas las carreteras estaban como una pista. Despidió a todos los trabajadores y comenzaron los problemas. Diay Don Flori y ahora que ya no hay carreteras que reparar en qué vamos a trabajar, menudo lio. Porque, no había respondido, cuando le cayeron los comerciantes de repuestos, diay Don Flori, ya los autos no se destrozan con los huecos y ahora que hacemos. Luego siguieron los talleres mecánicos, los comerciantes de llantas, los comerciantes de asfalto y las huelgas iban y venían.

Pero Don Flory estaba muy bien apuntado en el partido y antes de que la cosa se pusiera fea lo camuflaron en la papeleta que escoge el candidato y… a la asamblea. Lo primero que hizo fue presentar el proyecto de salud duradera para toda la población y desde ese día nadie se volvió a enfermar. Los médicos dejaron de meterles miedo a la muerte a las personas y el negocio de los laboratorios se vino abajo. Los fisioterapeutas comenzaron a escasear, los hospitales privados ofrecían enfermedades por combo y a mitad de precio. Se dejó de importar pandemias. Los adultos mayores tenían calidad de vida, practicaban envejecimiento activo y estaban convencidos de que los médicos no los iban a salvar de la muerte, los gerontólogos se sostenían las quijadas.

Don Flori tuvo el atrevimiento y contrató en Cuba una vacuna contra el cáncer y la gente nunca más volvió a morir de eso. Claro, dicho cambio trajo graves consecuencias, los pobrecitos oncólogos padecían de desnutrición y no podían vacacionar en el extranjero. Los forenses se convertían en travestis. De las cuatrocientas funerarias que había en el país, a miles penas quedaba una por cada provincia. Las farmacéuticas quebraban y ya no les daban comisión a los médicos. Los panteoneros jugaban naipe todo el día. Las floristerías, los sacerdotes y los vendedores de estampitas del Padre Pio, estaban en bancarrota.

Aun así, Don Flori llegó a presidente. Claro, con la memoria flaca del pueblo y la complicidad de su partido. Construyó su monorriel eléctrico y dejó de importar trenes chatarra de España. El transporte era un éxito, pero, frente a la casa de zapote, tráficos, gasolineros, todo el personal de Recope, importadores de vehículos, taxistas, porteadores, taxis pirata, empresarios de bus, choferes y Riteve, todos como hermaniticos, incluyendo a Uber, pedían la cabeza del mandatario.

Pero Don Flori no se echó atrás, pensó en mejorar el resto del país, El ministerio de cultura, el de educación, las universidades, el narcotráfico, los empresarios evasores, los políticos corruptos y todo lo demás. Estaba a punto de lograrlo cuando… ¡crass ¡ se le nubló la cabeza y se cayó de la cama. Ya era de día, se levantó dignamente, se vistió, desayunó, y se fue a trabajar. Así es la humanidad – pensaba. ¿qué torta sería meterse a arreglar todo esto?… mejor que todo siga igual.

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