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Mientras enfrenta escándalo mundial, en Costa Rica Uber expone a “socios” a extensas jornadas, cargas excesivas y violencia

Estudio evidencia riesgosas condiciones de trabajo, pobres remuneraciones y carentes políticas que protejan a los “socios” —reconocidos como empleados en otras latitudes— durante sus labores.

Al tiempo que enfrenta una serie de escándalos internacionales por tácticas de expansión éticamente cuestionables y potencialmente ilegales (ver recuadro), la empresa Uber Technologies Inc., dueña de los servicios de Uber, UberEats y Cornershop, somete a sus repartidores a condiciones extremas de trabajo.

Los “socios repartidores”, como les llama la empresa, cargan en sus espaldas, bajo el sol y la lluvia, bolsos con pesos excesivos durante jornadas extenuantes que exceden las establecidas por la legislación y durante las cuales reciben insultos, gritos y en ocasiones, son víctimas de delitos violentos.

“Es muy fácil para Uber decir que no hay obligación alguna, yo tengo la obligación del alquiler”, Mariana, repartidora.

Así lo reveló el Estudio de Seguridad y Salud de Personas Repartidoras asociadas a Plataformas Digitales, publicado en noviembre del 2021 por el Consejo de Salud Ocupacional  del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).

El informe analizó las condiciones que enfrentan los colaboradores de UberEats, Pedidos Ya (antes Glovo), Rappi y Didi Food e identificó varios factores de riesgo para la seguridad y la salud de estas personas.

UNIVERSIDAD consultó al MTSS qué medidas se han tomado o propuesto desde 2021 para mejorar las condiciones de los repartidores de plataformas evidenciadas en el informe, pero al cierre de esta edición no se recibió respuesta.

“Es lo que hay”

Jorge, por ejemplo, tiene 36 años y es mercadólogo de profesión, pero tiene tres años de trabajar con UberEats. Labora más de 12 horas diarias, 6 o 7 días a la semana y su ingreso apenas se compara con el salario establecido por el MTSS para un misceláneo, no tiene seguro social y no está cotizando para ningún régimen de pensión.

“No es un buen trabajo, claro que no, se gana mal y es cansadísimo, pero es lo que hay. Si yo tuviera otra opción, lógicamente, no estaría en estas, pero ¿usted ha visto cómo está la calle? No hay trabajo”, cuenta y agrega que “apenas salga algo” planea dejarlo.

Y es que desde hace más de una década, el país enfrenta un desempleo estructural (es decir, que no responde a ninguna coyuntura especial) que rara vez baja del 10% y que en la actualidad afecta al 13.3% de los costarricenses.

Durante lo peor de la pandemia por COVID-19, la cantidad de población desempleada y buscando trabajo llegó a 24,4%, lo que sumado a las recomendaciones de quedarse en casa, empujó a más y más personas a sumarse como “socios” de las plataformas.

Mariana, de 32 años y estudiante universitaria, trabaja haciendo entregas todas las noches, acompañada por su esposo. Aunque él tiene empleo formal, su salario no alcanza para cubrir los gastos y durante la pandemia, por la reducción de jornadas, se hizo necesario gestionar una entrada extra.

Empezó manejando un carro alquilado para Uber, pero “era un mal negocio y sumamente peligroso, especialmente para una mujer” y, entonces, se pasó a UberEats porque “hay menos contacto con los clientes y menos riesgo de que me hagan algo”.

Sin embargo, después de unas semanas, un asalto y varios episodios de riesgo, empezó a salir solo cuando su esposo puede acompañarla. “Él trabaja de 7 a 5 de lunes a viernes y hacemos entregas todas las noches, por lo menos cuatro horas y los fines de semana, porque son buenos. Yo me preocupo porque él nunca descansa, pero es que si no, no salimos”, dice la joven, que ha aplicado a cuánto empleo formal ha podido desde hace dos años, sin suerte.

La vida en riesgo

El mencionado informe concluye que las jornadas de los repartidores superan usualmente las 48 horas y se realizan “en forma intensa, sin pausas”.

A la vez, reconoce que, aunque las empresas insistan que se trata de servicios independientes, este tipo de servicio constituye una alternativa laboral, pues representa la principal fuente de ingresos para los colaboradores, muchos de los cuales tienen dos o más años de dedicarse a eso.

La investigación detalla que este tipo de trabajo representa riesgos a la salud y a la seguridad, pues expone a estos trabajadores a accidentes de tránsito, contaminación ambiental, fenómenos climatológicos, patógenos como el COVID-19, sobreesfuerzo por manipular y trasladar cargas excesivas sin equipo apropiado, entre otros.

Así mismo, la exigencia de estar atentos a sus teléfonos (para comunicarse con proveedores y clientes) y al tráfico vehicular y peatonal a la vez, sumado a la premura impuesta por los tiempos de entrega, incrementan la carga mental y ponen en riesgo la vida de estos repartidores.

Sumado a todo esto, los trabajadores de plataformas indicaron que con frecuencia enfrentan situaciones violentas. Un 60% dijo haber recibido insultos, un 54% comentarios que desacreditan, discriminan o humillan, a un 39% le han gritado, al 28% le han robado y un 22% ha sido víctima de agresiones directas o daños a su medio de transporte.

Finalmente, cargan con la incertidumbre sobre sus ingresos económicos, pues dependen del número de pedidos diarios, las tarifas (que fija la plataforma) y los costos para entregar (gasolina, mantenimiento de la bicicleta o motocicleta, equipo) y la amenaza permanente de sufrir accidentes o actos delictivos.

Uber sostiene que los repartidores “en su condición de trabajadores independientes” no tienen un mínimo ni máximo de horas diarias de conexión, gestionan su propio equipo y no existe limitación de peso de los pedidos para transportar pero que siempre “tienen la libertad de cancelar un pedido”.

“Tienen la autonomía de determinar cuántas solicitudes atienden, el horario, jornadas y/o franjas horarias en las que deciden realizar el servicio”, aseguran y agregan que no hay obligación alguna.

Mariana responde: “Diay, es muy fácil para Uber decir que no hay obligación alguna, yo tengo la obligación del alquiler. Si llego a un restaurante y cancelo el pedido porque es muy pesado o porque va para un lugar peligroso, primero ya gasté la gasolina llegando y segundo, me penalizan. No tengo la libertad esa que dicen”, dice.

Uber usó tácticas cuestionables para su expansión

La empresa Uber Technologies Inc. usó tácticas éticamente cuestionables y potencialmente ilegales para su expansión global hace casi una década, según una investigación periodística realizada por The Guardian y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), reportada por AFP.

Apodada “Uber Files” la investigación demostró que la empresa aprovechó la reacción “a veces violenta” del gremio de taxistas contra sus conductores para obtener respaldo y evadir a las autoridades, para conquistar nuevos mercados.

Los documentos filtrados incluyen mensajes de texto y correos electrónicos entre varios ejecutivos, detallando la táctica. “La violencia garantiza el éxito”, escribió el cofundador y antiguo presidente Travis Kalanick a otro líder de la empresa, cuando impulsaba una contraprotesta en medio de las manifestaciones de París en 2016, contra la llegada de Uber al mercado.

Según los reportes, los conductores de Uber de toda Europa enfrentaron violentas represalias de taxistas, pues los veían como una amenaza a su medio de vida, pero, “cuando los conductores eran atacados, los ejecutivos de Uber reaccionaban rápido para capitalizar” la búsqueda de respaldo regulatorio y de la opinión pública.

La investigación también acusa a Uber de haber trabajado para evadir investigaciones regulatorias sacando provecho de sus ventajas tecnológicas y aseguran que la empresa hacía lobby con gobiernos para ayudar a su expansión, que incluyó su llegada a suelo costarricense en 2015.

 

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