Mundo Recibirá beneficios de 8 posibles anticuerpos

Ministerio de Defensa israelí comercializará patentes contra el COVID-19

Laboratorio vinculado a investigación y desarrollo de armas biológicas y químicas procesa el patentamiento de ocho anticuerpos contra el coronavirus, para venderlos internacionalmente.

La posibilidad de que el Ministerio de Defensa de Israel se beneficie financieramente de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 quedó abierta, pues tramita el patentamiento de ocho posible anticuerpos para tratar la infección y comercializarlos en todo el mundo.

Así lo informó esa institución el pasado 4 de mayo mediante un comunicado, con el que anunció que el Instituto de Investigación Biológica del país (IIBR, por sus siglas en inglés) completó exitosamente la fase de desarrollo de un tratamiento de anticuerpos.

En ese momento, varias agencias noticiosas y medios internacionales difundieron la noticia. Por ejemplo, un cable de la agencia Notimex, publicado por el diario El Financiero, de México, consignó que “el IIBR ahora trabaja por patentar la inmunización pasiva desarrollada y asegurar un contrato para su lanzamiento comercial, en coordinación con el Ministerio de Defensa”.

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“La mayor parte del trabajo realizado por el sigiloso instituto es un secreto fuertemente resguardado por la censura militar”.

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Esa fuente consignó que la revelación de la noticia se realizó luego de una visita del ministro de Defensa, Naftali Bennett, a las instalaciones del IIBR, tras las cuales declaró que “estoy orgulloso del personal del Instituto Biológico, que ha logrado un gran avance. La creatividad e ingenio judíos trajeron este increíble logro”.

La información divulgada, sin embargo, no mencionó si ya se habían realizado pruebas clínicas en seres humanos. Posteriormente, el 15 de mayo, el diario local Jerusalem Post informó que ya son ocho las patentes que se tramitan para anticuerpos desarrollados por el IIBR.

Ese medio también citó un comunicado en el que se explicó que se trata de anticuerpos monoclonales, es decir, producidos en laboratorio a partir de un solo clon de un tipo de linfocitos –las llamadas células blancas de la sangre de importancia vital para el sistema inmunológico–. La información consignó declaraciones del ministro Bennett, quien calificó el hecho como “otro paso importante en el desarrollo de una cura. El IIBR trabaja las 24 horas para encontrar una solución que salve vidas”.

Este lunes 18 de mayo, Bennett dejó el puesto y es sucedido por Benny Gantz, quien lideró al opositor Partido Blanco y Azul en tres elecciones en menos de un año y terminó pactando con el primer ministro Benjamín Netanyahu.

Historia polémica

Evidentemente, el patentamiento con fines comerciales de medicamentos riñe con la iniciativa costarricense asumida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de crear un repositorio mundial para que la propiedad intelectual y la tecnología que se desarrollen para combatir el coronavirus se hagan disponibles para todas las naciones y personas, independientemente de su poder adquisitivo.

Pero en este caso es notorio, además, que el IIBR “opera bajo el auspicio de la oficina del primer ministro y trabaja de cerca al Ministerio de Defensa”, según consignó Jerusalem Post. Añade que “la mayor parte del trabajo realizado por el sigiloso instituto es un secreto fuertemente resguardado por la censura militar”.

En términos similares, explicó la extraña relación el medio Bloomberg Quint (edición en la India del sitio especializado Bloomberg), que consignó que el IIBR “está técnicamente bajo la supervisión de la oficina del primer ministro, pero en estrecha comunicación con el Ministerio de Defensa”.

Los orígenes del IIBR, de hecho, son militares y preceden la fundación misma del Estado de Israel. Un informe de 2013 del diario Times of Israel cita una investigación del politólogo israelí Michael Keren, según la cual fue en abril de 1948 que el futuro primer ministro, David Ben-Gurión, ordenó la búsqueda en Europa de científicos judíos que pudieran “aumentar la capacidad para matar masas o curar a las masas, ambas son importantes”.

No sobra destacar que esta era entonces la filosofía del futuro líder de un estado fundado, precisamente, para alojar a un pueblo sobreviviente de un genocidio. La iniciativa de Ben-Gurión se materializó en una unidad de las fuerzas israelíes llamada Hemed Beit, que en 1952 se estableció bajo su nuevo sombrero del IIBR en unos naranjales en la localidad de Ness Ziona.

El arquitecto de esa transformación fue Ernst David Bergmann, nada más ni menos que el padre del aún más secreto programa nuclear israelí. De acuerdo con un reportaje del pasado 6 de mayo del Jerusalem Post, Bergmann “quería que el IIBR tuviera una identidad civil. Por ello no se enfocó únicamente en programas militares de armas biológicas y químicas, sino en amplios proyectos científicos que sirvieran al joven estado”.

Si bien es cierto que a lo largo de los años el IIBR ha hecho aportes como ayudar en el desarrollo de una vacuna contra la polio, equipos para la detección de explosivos o un medicamento para tratar el síndrome de Sjogren (una enfermedad autoinmune), también se ha visto involucrado en actividades no tan nobles.

Ese reportaje cita, por ejemplo, un accidente aéreo en Países Bajos, en 1992, en el que un avión de transporte de las Aerolíneas Israelíes al estrellarse derramó más de 180 litros de metilfosfonato de dimetilo, un compuesto químico utilizado en la elaboración del temido gas sarín y cuyo destino era el IIBR.

También se ha registrado experimentación con seres humanos en experimentos fallidos, como la búsqueda de una vacuna contra el carbunco o ántrax. En 1997, un fallido intento de asesinato de un oficial de alto rango de Hamas se realizó con un veneno producido por el IIBR. Se trató de un opiáceo sintético denominado Fetanyl e Israel le proporcionó el antídoto, también desarrollado en el IIBR, a cambio de la liberación de unos agentes del Mossad, el servicio secreto israelí.


Sin respuestas

En la Embajada de Israel se informó que el cónsul podría referirse al tema, por lo que se le enviaron preguntas por escrito que, sin embargo, no contestó al cierre de edición.

Las preguntas no contestadas son las siguientes:

¿Se conocen detalles del proceso de aislamiento de estos anticuerpos? Por ejemplo, el Instituto Clodomiro Picado de la UCR trabaja con anticuerpos de equinos y unos científicos de Dakota del Sur usan vacas.

¿Responde el IIBR directamente a la Oficina del primer ministro?

¿Cuál es el nivel de injerencia o supervisión que el Ministerio de Defensa tiene sobre las instalaciones del IIBR en Ness Ziona?

La información divulgada el 4 de mayo señaló que tras el proceso de patentamiento, se buscará una compañía internacional para la comercialización en todo el mundo, en coordinación con el Ministerio de Defensa. ¿No riñe esto con la propuesta de Costa Rica, aplaudida por la OMS, para crear un repositorio que facilite el acceso y uso de la propiedad intelectual de tecnologías para hacer frente a la COVID-19? ¿Se beneficiará el Ministerio de Defensa de Israel de las ganancias producidas por la comericalización de estos ocho anticuerpos?


 

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