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Agua hay, pero ¿por qué nos falta?

La escasez del líquido en los hogares costarricenses no se debe solo a la falta de lluvias. Los rezagos en infraestructura, problemas de gestión del AyA, fugas y hasta robos también ocasionaron la ausencia de agua en los últimos veranos.

Que alguna comunidad sufriera la falta de agua al llegar la época seca en los últimos cinco años es un problema que tiene sus raíces en la falta de lluvias y el cambio climático, pero también en la ausencia de una mayor inversión en infraestructura y mejores hábitos de consumo.

No tener agua cuando el calor es más intenso puede pasar como una incomodidad, pero este año, ante la presencia del nuevo coronavirus COVID-19, la situación para las comunidades se volvió de urgencia, pues necesitan lavarse las manos y extremar la higiene, pero no siempre tienen con qué.


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Un recurso de amparo que presentado por la Defensoría de los Habitantes contra el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) probablemente le dé la razón a las comunidades de Hatillo y aledañas que demandan su derecho a recibir el servicio de agua. Aunque difícilmente la decisión de los magistrados pueda hacer que de repente regresen las lluvias y se llenen los tanques de almacenamiento, ahora que más se necesita.

La presidenta ejecutiva del AyA, Yamileth Astorga, asegura que la institución que dirige no se está guardando nada y hace todo lo posible por poner en las tuberías la mayor cantidad de líquido disponible para que la gente pueda usarla.

“Nosotros no queremos dejar de dar agua, es el peor negocio para nosotros, económicamente esto nos va a afectar mucho”, dice la jerarca con preocupación, pues sabe que ya está en la mira de la Defensoría, de la Sala Constitucional y de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), que ya solicitó una reducción de la tarifa como “castigo” por los racionamientos.

El proceso para que el agua salga por la tubería en su hogar es mucho más complejo de lo que muchas veces imaginamos. Desde encontrar una fuente adecuada, pasarla por una planta de potabilización o clorarla cuando es necesario, hasta su almacenamiento en tanques y su posterior distribución a los clientes del servicio.

Agua que no se cuenta

Ante los problemas de abastecimiento de agua y los racionamientos que afectan a más de 331.750 personas, las críticas hacia la gestión del AyA no se han hecho esperar por parte de sectores como la Cámara Costarricense de la Construcción (CCC), la cual ha solicitado al Gobierno que “intervenga” la entidad.

“En Costa Rica caen en promedio casi 3.000 milímetros de lluvia por año, esos son más de 150 mil millones de metros cúbicos de lluvia o 30.000 metros cúbicos por habitante anualmente. No es posible que AyA no pueda garantizar 100 metros cúbicos por persona cada año”, dijo la CCC.

La Cámara señaló que desde 2008 el AyA cuenta con un financiamiento del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) por $130 millones para el Programa de Reducción de Agua No Contabilizada (RANC), sobre el cual denuncian que ha habido un avance de solo un 9% en contratos y compras, pero no en intervenciones para reducir el agua que no se factura.

Según la CCC, el agua no contabilizada (que suma las pérdidas por fugas y consumos no facturados) en el servicio del AyA alcanza entre el 47% y el 50% del total producido; pero según el intendente de Agua de Aresep, Álvaro Barrantes, esa cifra supera el 51%.

“En el último año registrado, 2018, fue de 53%. Está asociado a pérdidas técnicas y comerciales. Las pérdidas técnicas son las pérdidas físicas del agua, y las comerciales son de registro. Hay pérdidas comerciales cuando no se registra el agua. También hay robos. Y también hay pérdidas físicas porque hay fugas en la red y otro tipo de pérdidas. Todo eso suma un 53%”, explicó Barrantes.

Barrantes detalló que este porcentaje se calcula sobre la diferencia entre el agua que el AyA produce y pone a disposición en su sistema, menos la cantidad de agua que finalmente se factura y pagan los usuarios.

Por ejemplo, para junio de 2019, de los 15.547.348 metros cúbicos producidos por el AyA, solo fueron facturados 7.187.379, lo que representa un porcentaje no contabilizado cercano al 54%, según la información facilitada por Aresep.

Para el intendente, no se puede decir ante estos racionamientos que simplemente no hay agua, pues más de la mitad del líquido que producen las fuentes se “pierde” en el camino, en parte por fugas, pero con la dificultad de que la red no se tiene bien mapeada.

“Lo principal que tiene que ver con pérdidas es lo antiguo de la tubería. Son sistemas que tienen 30 o 40 años. Son tuberías que por la antigüedad tienen fugas, se han desecho algunas. Prueba de eso es que cuando hacen alguna construcción de pronto descubren que han roto algún tubo madre porque no sabían dónde estaba”, afirmó Barrantes.

Al respecto, la presidenta ejecutiva del AyA respondió que no se debe confundir todo el porcentaje de agua no contabilizada con fugas; pues, según afirma, el agua que se pierde de esa manera corresponde a aproximadamente un 20%.

“Hay un componente que es el uso de interés social, el agua de los bomberos, el agua de los precarios, ciertos servicios autorizados no facturados, hospicios. Es agua que no se puede sacar del sistema, porque puedo llegar mañana a sacar a todos los precarios y solucionar el problema de los usuarios de AyA, pero eso es un problema social gigante”, respondió.

El ingeniero del Centro de Control Operacional de AyA, Roy González, aseguró que la institución viene trabajando en reducir los tiempos de atención de las fugas a menos de cinco días y que la meta es ubicar al país al menos en los promedios de países desarrollados, en los que las fugas del sistema representan un 14%.

El gráfico muestra cómo se compone el concepto de agua no contabilizada, que es aquella que ingresa al sistema, pero se pierde en fugas o es consumida por personas que no pagan por el servicio.

¿Qué se hizo el agua?

Si bien como costarricenses nos hemos metido en la cabeza que vivimos en un país en el que “llueve mucho” y por tanto siempre deberíamos tener agua disponible, lo cierto es que los datos de los promedios de lluvias en los últimos cinco años no juegan para nada a favor de esa idea.

Según la información que el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) suministró al AyA, durante los últimos cinco años se ha presentado una variación negativa en el promedio de lluvias en los años 2015, 2016, 2018 y 2019, con faltantes que van de un 12% a un 23% (Ver gráfico).

Durante los últimos cinco años, el promedio de lluvias ha estado hasta un 22% por debajo de los promedios históricos, con excepción de 2017, donde la Tormenta Nate trajo consigo mucha agua en poco tiempo.

La excepción en este comportamiento fue el año 2017, cuyo promedio de lluvias más bien fue superior en casi un 40%, pero según Astorga esto se debió a la intensidad en las precipitaciones que trajo consigo la tormenta Nate, que más bien provocó destrozos en buena parte de los acueductos del país, por lo que no fue agua que se pudo aprovechar a lo largo del año.

Al observar los datos de producción, el AyA tuvo picos en febrero de 2018 con un promedio de 6.100 litros por segundo, pero también caídas dramáticas en meses en los que más bien se esperan lluvias, como agosto del año anterior, donde bajó hasta los 5.650 litros por segundo.

En términos generales, el AyA ha tenido problemas para alcanzar un promedio estable de 6.000 litros por segundo, necesarios para atender satisfactoriamente la demanda de sus abonados.

El gráfico muestra cómo la producción de agua del AyA tuvo un pico en febrero de 2018 de 6.100 litros por segundo, pero en términos generales no logra alcanzar los 6.000 litros por segundo que necesita en promedio para abastecer a la población sin apuros.

Los datos de lluvias durante el último año siguen sin ser alentadores. Según la información que maneja el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), para su embalse en Cachí de Orosí donde también se encuentra uno de los principales acueductos para el suministro de agua del Valle Central la variación de las precipitaciones con respecto al promedio histórico se mantuvo en 11 de los 12 meses del año 2019.

Para enero del año anterior en Cachí llovió un 66% menos con respecto al promedio histórico, un -48% en febrero, un -37% en junio, -48% en julio, -14% en agosto, -31% en noviembre y -64% para enero de este año.

En todo 2019, solo el mes de octubre tuvo un promedio de lluvias igual al esperado; es decir, que en ningún mes del año llovió más de lo que históricamente se ha registrado.  

Astorga aseguró que pese a estos problemas, han logrado mantener la producción de agua con la incorporación de algunos pozos, pero en el mejor de los casos estos aportarán al sistema unos 100 litros por segundo adicionales, mientras que cada vez hay que perforar más profundo para encontrar el agua necesaria.

En este sentido, lamentó que cada vez sea más difícil encontrar fuentes de agua de buena calidad, pues las superficiales muchas veces se encuentran contaminadas o desaparecen bajo nuevas urbanizaciones; mientras que en las zonas de recarga acuífera alrededor de la GAM proliferan las construcciones que no siguen el criterio técnico de dejar espacio para la filtración de agua en el suelo.

Astorga criticó a muchas de las municipalidades de las zonas periféricas de la GAM por permitir construcciones en zonas de recarga o cerca de fuentes de agua en las que se pone en riesgo la calidad del líquido.

“Hay un crecimiento urbano en todos los niveles. Aguas arriba de las fuentes superficiales, donde dejan instalar hasta bombas de gasolina. Entonces vea el riesgo que tenemos nosotros de que ocurra una contaminación y luego el AyA es culpable”, aseveró.

Al respecto, mencionó que hace unos días se tuvo que suspender el servicio en la zona de San Rafael de Coronado, pues una lechería tomó el agua del naciente río Virilla más arriba de dónde el AyA capta el líquido para lavar todos sus implementos y provocó contaminación fecal.

Sobre esta zona de Coronado comentó que existe gran cantidad de fuentes de agua, pero con altas concentraciones de hierro y manganeso, como muestra de lo difícil que es encontrar nuevas opciones para obtener más líquido.

Ticos de alto consumo

Además de todos los problemas que existen en la gestión del agua potable en el país, los hábitos de consumo de los costarricenses no ayudan mucho a la disponibilidad del líquido. Según el ingeniero Roy González, del Centro de Control Operacional de AyA, la OMS ha estimado un consumo promedio por persona de 180 litros por día, pero en Costa Rica el promedio en la GAM puede alcanzar los 366 litros por día y en algunas comunidades sube hasta 500 litros. La imagen muestra algunas estimaciones del consumo diario de agua en el hogar, para que usted pueda hacerse una idea de cuánta agua usamos y necesitamos todos los días.

 

Falta de inversión

El intendente Barrantes reprochó también la falta de inversión que ha tenido el AyA, lo cual está aunado según él a su poca capacidad de ejecución. Esto mismo lo reconoce la jerarca del AyA, quien asegura que aún falta hacer más inversiones.

De acuerdo con Barrantes, existe un rezago en los proyectos de captación y tratamiento del agua y en la red de distribución. “ El más importante es el que consiste en ajustar el acueducto que trae agua de Orosí”.

Para este año, según el intendente, el AyA cuenta con un presupuesto de ¢120.000 millones para inversiones, lo que considera un cambio sustancial con respecto a lo que el AyA ha venido haciendo históricamente. 

“El AyA ha tenido un rezago justamente por la baja ejecución. A favor del AyA uno puede decir que hay una diferencia sustancial en los últimos cinco años, y de ahí para atrás. Más de cinco años atrás la inversión era mínima. En los últimos años el AyA ha tenido un cambio importante en el sentido de que ha incrementado sus inversiones en magnitudes importantes, pero aún así muy por debajo de las necesidades”, argumentó.

El intendente señaló que la poca capacidad de ejecución se debe a un “problema de gestión interna”. Esto incluye, por ejemplo, que hay un componente de contratación administrativa del cual el AyA no puede zafarse.

“El resultado de factores como gestión y el marco legal engorroso han contribuido a ese rezago en inversión. En mi criterio personal, el problema de gestión interna es el más grave en este caso”, reprochó.

Consultada sobre la falta de inversión, la presidenta ejecutiva del AyA, Yamileth Astorga, señaló que la institución cuenta con un rezago de 30 años.

“Hay mucho acueducto que mejorar, buscar nuevas fuentes de agua. En los últimos 5 años subimos en inversión un 115% más que lo invertido acumulado en los 14 años anteriores; es bastante, es muchísimo. Tenemos una cartera de proyectos en muchos lados”, aseveró la jerarca (ver recuadro).

Pese a que el rezago de inversión en el sistema de agua potable es importante, desde 2012 el AyA muestra una mejora en los montos destinados a mejorar su infraestructura.

Astorga argumentó también que, a pesar de que en los últimos años aumentó la inversión, no se consideró la capacidad de ejecución. “Si hay plata, pero no me preparo, es lo lógico”. Reprochó que a diferencia de otras instituciones autónomas, el AyA tiene muchos problemas para hacer contrataciones, pues su presupuesto y autorizaciones pasan por el Ministerio de Hacienda, mientras que el ICE “puede contratar personal como quiera”.

“Por ejemplo, en agosto del año pasado, hicimos una solicitud de plazas por unos camiones cisternas, para tener choferes, y se aprobó hace dos semanas. Esa es la realidad”, apuntó.

Sobre las inversiones pendientes, Astorga mencionó que está por culminar la puesta en servicio de seis pozos que en conjunto podrían aportar unos 520 litros por segundo más al sistema, mientras la institución logra avanzar en la ampliación del acueducto metropolitano (Orosi).

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