País Durante los 10 últimos meses

32 riñones destinados a trasplantes se desperdiciaron por falta de personal

Según estadísticas del Ministerio de Salud, otros 12 riñones no se utilizaron en lo que va del año por la falta de espacio físico disponible.

De los 330 pacientes que hoy esperan un riñón, 32 pudieron recibirlo durante los primeros diez meses del año; sin embargo, los órganos se desperdiciaron por la inopia de personal en los centros médicos.

Así lo reveló el Ministerio de Salud tras consultas hechas por UNIVERSIDAD. De los 32 riñones que no se trasplantaron por falta de personal, 12 se desperdiciaron en el Hospital México, 10 en el San Juan de Dios, 5 en el Max Peralta, 4 en el Calderón Guardia y 1 en el Nacional de Niños.

El informe del Ministerio confirmó también que 12 riñones no se utilizaron debido a la falta de espacio físico disponible. Del total, 9 se desperdiciaron en el Hospital San Juan de Dios y tres en el Max Peralta.

Si esos 32 órganos no se hubieran desperdiciado, pacientes como Yorleny Campos y Randall Arias, quizá hubiesen recibido un trasplante de riñón durante este año y habrían acabado su larga espera.

Pero esta situación no es nueva, pues en el 2018, según estadísticas del Ministerio de Salud, 27 riñones no fueron utilizados debido a la inopia de personal; mientras que otros 8 no se trasplantaron por falta de espacio disponible. Los números dejan algo claro: la cantidad de órganos que se desperdician en la seguridad social,lejos de mermar, aumentó.

El pasado 7 de noviembre, la Junta Directiva de la Caja aprobó el Plan estratégico para el fortalecimiento del Programa Institucional de Donación y Trasplantes de Órganos y Tejidos, el cual incluye un modelo de pago que plantea tres escenarios.

El primero comprende la atención de donación y trasplante bajo el modelo de pago único por órgano trasplantado de forma efectiva, con respuesta voluntaria.

El segundo escenario plantea la implementación de disponibilidades médicas dedicadas de manera exclusiva para la atención de los operativos de donación y trasplante, en respuesta directa a la problemática actual de riesgo, sin considerar el aprovechamiento de los recursos disponibles en los centros hospitalarios.

Finalmente, el tercero sostiene la creación de nuevas disponibilidades médicas que equipara la capacidad resolutiva, con el aprovechamiento de los recursos disponibles en los centros hospitalarios, para atender los operativos de donación y trasplantes.

“Al final de cuentas este nuevo modelo que se aprobó es una mezcla entre lo que era el modelo que se viene aplicando en los últimos años y la incorporación de nuevas disponibilidades para conformar los equipos necesarios para hacer trasplantes”, destacó el nuevo coordinador del Programa Institucional de Donación y trasplante de la CCSS, José Pablo Garbanzo.

En cuanto a los montos, el modelo establece que se les pagará disponibilidad a dos médicos G2 (especialista o jefe médico) del Hospital México, con el fin de que atiendan cualquier posible trasplante y también las cirugías hepatobiliares. El monto por jornada en promedio de estos profesionales es de ¢293.274,39.

Asimismo, el pago a cada profesional médico que participa en una cirugía de trasplante dependerá del órgano trasplantado. Para hígado y corazón, el monto a recibir es de ¢2.264.281,00; mientras que cada trasplantista de riñón recibe ¢1.132.140,00.

Por su parte, una enfermera instrumentista recibe ¢192.464,00 y cualquier personal de ciencias médicas adicional ¢141.517,00, si es un trasplante de riñón. Si es un corazón, pulmón o hígado, una enfermera instrumentista percibe ¢384.928,00 y los demás profesionales en ciencias médicas adicionales reciben ¢283.035,00.

El modelo incorpora también a nueve procuradores de órganos, de los cuales dos son enfermeras, dos médicos G2 (especialistas o jefes), cuatro médicos G1 (médico asistente general) y un médico G3 (médico director de área de salud o jefe de clínica). Cada uno de ellos recibe el salario que le corresponde según su calidad y en caso de que procure un cuerpo o reciba un órgano en su centro médico para donación o trasplante, según corresponda, recibirá un incentivo de ¢484,934.00.

“Se establece como meta una tasa óptima de donación cadavérica para Costa Rica en el quinquenio de 21 por millón de habitantes. Asimismo, se define la necesidad de establecer indicadores de gestión, como tasas de procuración cadavérica, tasa de donación general (cadavérica y viva); se prioriza la intención de donación cadavérica sobre la donación viva en una relación 80/20; se establecen tasas de donación efectiva y tasas de aprovechamiento de órganos vitales de 80% para trasplante de riñón e hígado y de un 50% para trasplante de corazón y pulmones. También se establecen indicadores de calidad en la gestión de procuración, morbilidad, mortalidad y sobrevida, y se define la necesidad de establecer tiempos óptimos de respuesta”, señala también el Plan Estratégico para el fortalecimiento del Programa Institucional de Donación y Trasplantes de Órganos y Tejidos.

La propuesta de la Caja llegó tarde, pues en marzo de este año, el entonces gerente médico, Roberto Cervantes, anunció que “en un mes” tendrían listo el estudio que mostraría las debilidades en el proceso de donación y recepción de órganos. Ahora, siete meses después, el escenario es aún más preocupante.

El modelo de pago solucionaría solo una de las variables que actualmente afectan el programa de donación y trasplante de órganos. Para la presidenta de la Junta Directiva de la Fundación de Nefrología para Pacientes del Hospital San Juan de Dios, Sandra Chanto, los trasplantes necesitan una “solución integral”.

Chanto destacó que los exámenes que se les hacen a los pacientes deberían durar solo dos meses; sin embargo, en algunas ocasiones duran hasta seis años.

Además, aseguró que en algunas ocasiones ha ido al Ministerio de Salud con 15 pacientes que dicen estar en la lista de espera, pero al final ninguno fue registrado por los médicos de la CCSS.

A esto agregó que existen hospitales que no cuentan con protocolos de atención; por esta situación “hay pacientes que no saben qué comer”.

Orden Sanitaria

El Plan Estratégico aún no ha sido reglamentado, incluso fue lanzado luego de que el Ministerio de Salud enviara una orden sanitaria a la CCSS, la cual se basó en un estudio técnico de la Secretaría Ejecutiva Técnica de Donación y Trasplantes (SETDT) del Ministerio de Salud, el cual señalaba que de 9 donantes cadavéricos en los últimos tres meses (agosto a octubre) solo 12 órganos fueron trasplantados. Entre ellos 1 pulmón, 5 hígados y 6 riñones.

El informe reveló también que en muchos casos los trasplantes no fueron realizados por la no conformación del equipo debido a que hasta esa fecha aún se operaba bajo alerta voluntaria.

Al tenor de lo expuesto, la situación genera que “actualmente el mayor beneficiario del órgano procurado no es el receptor más grave que aparece de la lista nacional, sino, el receptor del hospital que cuenta con equipo voluntario completo para realizar el trasplante, lo que viene a violentar lo establecido en la legislación vigente”, detalló el informe.

El Ministerio de Salud ordenó a la CCSS implementar un mecanismo eficiente que ordene la  donación y trasplante de órganos, dándole un plazo de 25 días hábiles que vencen el próximo 28 de noviembre.

“Lo que buscamos es que la CCSS ponga en práctica un mecanismo de donación y trasplante centrado en el receptor, donde el sistema opere siempre priorizando al paciente… Este tema no puede tolerar mayores dilaciones. A la vez llamamos a la ciudadanía a continuar y fortalecer la voluntad de donación. Desde nuestra rectoría seguiremos vigilantes para que este acto de entrega sea valorado y aprovechado”, destacó el ministro de Salud, Daniel Salas.

El pasado 11 de noviembre, cinco asociaciones de pacientes que requieren trasplante de riñón o hígado presentaron una denuncia penal por las fallas constantes que ha presentado el programa de trasplantes de la Caja.

La intención de las agrupaciones es que se inicie una investigación que determine “la posible comisión de delitos, en relación con la grave crisis y realidad que existe en todo lo que es trasplante de órganos de la CCSS, sea del proceso de procuración de órganos, el respeto al orden de las listas de espera, así como en generarse en la CCSS un plan y programa que brinde servicio expedito, de calidad y transparente”, señala la denuncia.

Jacqueline Castillo recuerda con cariño a su esposo, José Joaquín Roldán, quien murió en julio del 2018, a la espera de un trasplante renal. Él trabajó como ingeniero en electrónica del Ministerio de Obras Públicas y Transportes. (Foto: Katya Alvarado).

La Fiscalía confirmó este martes que investiga un presunto delito de tráfico ilícito de órganos en el Hospital México. Hasta el momento no existen personas señaladas como imputadas.

La investigación la lleva a cabo la Fiscalía Adjunta contra la Trata de Personas y se tramita bajo el expediente 19-023036-0042-PE.

“La Fiscalía trabaja en la recolección y análisis de pruebas y, por encontrarse el caso en una etapa que es privada para personas ajenas al proceso penal, no es posible brindar mayor información, ya que así lo establece el artículo 295 del Código Procesal Penal. La investigación inició el pasado 09 de agosto”, señaló el Departamento de Prensa.

A finales del 2017, el jefe de Nefrología del Hospital Calderón Guardia, Francisco José Mora, fue condenado a 12 años de prisión por el delito de trata de personas con fines de extracción ilícita de órganos; en este caso, riñones.

Luis Diego Romero corrió con suerte distinta y recibió un trasplante de riñón en julio del 2018. Este juez alega que los pacientes renales no reciben el protocolo de atención desde el inicio. (Foto: Miriet Ábrego).

La espera

La larga espera se ha convertido en todo un dolor de cabeza para los 330 pacientes que esperan por un riñón. Durante este año, solo 63 trasplantes se han realizado en la seguridad social.

Uno de estos pacientes es Randall Arias, quien asegura que tiene dos años de estar en la lista de espera para recibir un trasplante de riñón. Actualmente, es atendido en el Hospital México.

Este chef de 49 años de edad fue diagnosticado con insuficiencia renal hace dos años y, aunque asegura que su vida ha cambiado drásticamente, es positivo ante la vida. “Trato de ponerle vida a la vida”, afirmó.

Para este vecino de Jacó, la situación económica ha sido el muro más difícil que aún no ha podido derribar en esta espera. Asegura que vive con ingresos mínimos pues solo percibe dinero por una incapacidad de la CCSS.

Antes de ser diagnosticado, Arias tenía el sueño de hacer su casa propia y compró un lote. Ahora debe dividir los ₡290.000 que recibe por incapacidad entre el pago del alquiler de su vivienda, el préstamo del lote, los materiales para realizarse la diálisis peritoneal y la compra de sus alimentos. Esto significa que no tiene una dieta balanceada, sino que lleva una dieta de acuerdo con su economía.

“Económicamente se me ha complicado bastante”, señaló.

Arias criticó que la obtención del medicamento Renvela fue todo un “calvario” pues lo que la CCSS receta es óxido aluminio, medicamento que “por nuestra condición nos trae complicaciones más que beneficios”.

Además aseguró que ha tenido atrasos de hasta 17 y 20 días en las boletas de incapacidad. “O sea, no piensan que esos días hay que comer”.

Complicaciones

Otra paciente que se suma a esta espera es Yorleny Campos, de 41 años, quien conforme pasan los días ve su salud más deteriorada. Así lo relató su esposo Juan Rafael López.

Ella fue diagnosticada con enfermedad renal crónica en junio del 2017; sin embargo, en la larga espera ha tenido otras complicaciones como peritonitis, insuficiencia respiratoria y un tumor en el vientre. Solo este año, por ejemplo, ya ha sido internada durante tres ocasiones.

Este último mal terminó por paralizar el trasplante. “Hay que procesar tumor. El trasplante se suspende hasta que ella no tenga el tumor. Ya no sé que se va a pasar”, señaló su esposo.

López calificó el actuar del personal médico de “negligente” pues asegura que les falta “humanidad” para tratar a los pacientes.

Antes de ser diagnosticada, Campos trabajaba en una empresa financiera; no obstante, ahora se encuentra incapacitada. La enfermedad la ha deprimido mucho, según asegura su cónyuge.

Muerte

José Joaquín Roldán, de 58 años, corrió con distinta suerte, pues su corazón no aguantó más la espera de un riñón y falleció el pasado 7 de julio del 2018.

Según su esposa, Jacqueline Castillo, el viacrucis de Roldán -quien era diabético- empezó luego de una caída en noviembre del 2017. Tiempo después fue diagnosticado con Insuficiencia Renal Crónica y los doctores le anunciaron que necesitaría un trasplante.

Castillo incluso ofreció donar su riñón; sin embargo, entre exámenes se fueron ocho meses y el trasplante nunca se llevó a cabo.

En la larga espera, en abril del 2018, Roldán comenzó a sufrir de dolores en sus piernas; sin embargo, no fue hasta junio de ese mismo año que su salud se empezó a deteriorar aún más y los doctores del Hospital México le anunciaron que “ya no calificaba para el trasplante”.

“Ahí él se puso peor. Prácticamente nos dijeron que nos fuéramos para la casa”, aseguró Castillo.

La viuda cuenta que ella hizo consultas a médicos de la Clínica Católica, los cuales le insistieron que sí se podía hacer el trasplante y que hablara con los nefrólogos del México.

“Fui a hablar con el Dr. Alvarado, del México, para que hiciéramos el trasplante. Recuerdo que un jueves él me dijo que como amigo me recomendaba que metiera un recurso de amparo. Pero a mí no me dio tiempo, él murió el sábado”, aseguró.

Castillo criticó también las largas esperas en emergencias, pues ella y su esposo aguardaron por una cama durante cinco días.

Golpe de suerte

Al otro extremo se encuentra Luis Diego Romero, un juez civil de 54 años, que gracias a un “golpe de suerte” fue trasplantado el 24 de julio del 2018.

Romero, quien es presidente de la Asociación de Pacientes de Nefrología del Hospital Max Peralta, fue diagnosticado con fallo renal estadío 4 a inicios del 2016, aparentemente debido a la diabetes que sufre desde los 17 años.

“Yo recibía de dos a tres sesiones de hemodiálisis por semana. En julio del 2018 resulta que el San Juan de Dios indica que hay un riñón disponible y lo comunica a todos los hospitales. Todos se negaron -por la situación del modelo de pago- y el Max Peralta constituye un equipo de trasplantes, y nos llama a mí y a otros dos compañeros”.

“Una compañera no tenía unos exámenes, yo por mi parte estaba más grueso. Resulta que la otra persona tenía menor peso que yo y a él lo eligieron. Pero precisamente por la situación del modelo de pago, el San Juan de Dios indicó que el otro riñón tampoco se iba a utilizar, los otros hospitales dijeron que no, y el Max Peralta empezó a correr y lograron conformar un segundo equipo de trasplantes. Tuve que esperar año y siete meses”, señaló Romero.

Este vecino de Cartago aseguró también que su vida cambió drásticamente, pues mientras sufría de problemas renales padecía de anemias, falta de calcio y fósforo. Además, no se podía asolear y tuvo que reducir la cantidad de agua que podía ingerir.

Romero criticó también que el Hospital Max Peralta actualmente no tiene las condiciones para monitorear a los trasplantados, pues los cuartos de aislamiento que se utilizan son los de la Unidad de Cuidados Intensivos.


 

 

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