Cultura Exsandinistas y Zoilamérica Ortega

Luchadoras nicaragüenses retratadas en dos documentales

Ambas películas documentales, proyectadas en el cine Magaly, hurgan con mirada crítica en la realidad de exguerrilleras y exmilitantes sandinistas relegadas o víctimas del poder en Nicaragua.

Durante dos semanas, quienes gustan del cine documental tuvieron la oportunidad de acercarse a un retazo de la historia reciente de Nicaragua a través de la mirada crítica de las directoras Leonor Zúñiga, nicaragüense, y de la estadounidense Jenny Murray. Ellas estuvieron al frente de las producciones Exiliada y Las Sandinistas, respectivamente.

Zúñiga dirige su cámara hacia la realidad del exilio de Zoilamérica Ortega Murillo, hija de los mandatarios Daniel Ortega y Rosario Murillo, quien hace poco más de dos décadas denunciara al varias veces presidente por abuso sexual.

Filmada casi por completo en la casa de Zoilamérica, la película “profundiza en su exilio como una forma de aislamiento físico y emocional, que se le impone como castigo por atreverse a buscar justicia, confrontar a su abusador, su familia y el partido sandinista”, reza la presentación del filme.

“Me interesaba el plano íntimo, del plano político, pues la historia de Zoilamérica había sido abordado desde el escándalo político y público. Me interesaba cómo la persona que denuncia el abuso sexual vive íntimamente las consecuencias de hablar de un sistema extremadamente machista”, comentó Zúñiga.

“Cuando el padrastro es presidente, cuando el padrastro tiene todo el poder, todo el país es su casa”, se escucha a Zoilamérica en el filme.

Por su parte, Murray da voz a emblemáticas mujeres, protagónicas en la caída del régimen somocista que llevó a los sandinistas al poder, como las exguerrilleras Dora María Téllez y Mónica Baltodano, hoy relegadas o excluidas de la toma de decisiones en ese país.

El filme recoge –a través de un recorrido histórico– el papel relevante de miles de mujeres que abandonaron estudios, hogar y familia para integrarse, primero a la guerrilla y posteriormente a las tareas de reconstrucción del país.

Sin embargo, también muestra la ruptura de esas mismas mujeres con el poder sandinista y la vuelta a las calles, cuatro décadas después, para exigir derechos que consideran han sido postergados o violentados por el gobierno de ese país.

“Las mujeres fuimos importantes durante la guerra y luego fuimos marginadas. ¿Cómo generas cambios para la mujer? Esa es la pregunta”, se escucha a las mujeres en el documental.

Carteles promocionales de las películas documentales Exiliada y Las Sandinistas de las directoras Leonor Zúñiga y Jenny Murray.

De la directora de “Exiliada”

Leonor Zúñiga es una joven directora que hoy se encuentra exiliada en Costa Rica, a donde llegó en abril anterior, posterior al estreno de su película y temerosa de eventuales represalias por el contenido de su obra. UNIVERSIDAD conversó con Zúñiga sobre algunos aspectos que rodearon la realización del filme.

¿Por qué abordar el tema del abuso sexual desde el exilio y con una figura como la de Zoilamérica como protagonista?

—Quería hablar sobre un documental que explorara la familia como una estructura de opresión para las víctimas de abuso sexual.

Zoilamérica representa todo esto que quiero explorar: tuvo el valor de hablar, de denunciar a su abusador sexual y vivió toda esta cultura de silencio e impunidad que protege a los abusadores sexuales, donde la familia se convierte en cómplice.

Su tema es un ejemplo. Siendo de una familia tan predominante y con tanto poder, servía no solo para hablar de la estructura familiar como una estructura de opresión, sino que, era un espejo donde yo esperaba que nuestra sociedad nicaragüense pudiera reflejarse también.

Hablando del contexto, ¿qué ha pasado en Nicaragua en relación con el abuso sexual, desde las denuncias de Zoilamérica dos décadas atrás y la producción del documental?

—Fue un proceso que duró varios años en los que ella nunca tuvo una oportunidad de tener un proceso justo, en el que Daniel Ortega se negó a ir a juicio amparado en su inmunidad como diputado. Encaró los cargos alegando que el caso había prescrito, lo cual era falso.

Fue un parteaguas, porque a partir de entonces el movimiento feminista rompe de forma rotunda, y sin regreso, sus relaciones con el Frente Sandinista. Y desde ahí, puedes ver un poco la pauta de lo que ha sido la lucha alrededor de este tema y de los derechos de las mujeres.

La situación refleja las contradicciones de este sistema de poder sumamente violento en que vivimos y una sociedad que lo quiere transformar.

Desde el feminismo se plantea que lo personal es político, ¿es acaso Exiliada una analogía entre lo que ocurre en las familias y en la sociedad cuando se habla de abuso de poder?

—Creo que el abuso sexual es una forma de abuso de poder. No imaginaba que el guión iba a salir en este contexto, en el que la analogía de lo que ocurre con Zoilamérica -exilio, manipulación, represión y persecución- iba a ser una metáfora tan fuerte de lo que ahora viven los nicaragüenses.

Hay patrones de conducta comunes. Podés ver cómo desde un patrón autoritario en la familia y un poder autoritario del Estado se controla a quienes se pronuncian en contra de las violaciones de derechos humanos o en contra del abuso sexual.

¿Qué significó para vos, como mujer joven y cineasta, emprender un trabajo de esta naturaleza? ¿Qué tipo de impacto quiere lograr?

—Fue una decisión muy difícil. Me pasé como seis meses valorando los riesgos. Quería explorar el cine desde el punto de vista de ser mujer, lo que conllevaba ser mujer con todas sus construcciones de género. Sentía que me podía retar y tratar el caso de Zoilamerica y darle una perspectiva totalmente distinta.

Quería hacer un documental sobre una mujer, una profesora universitaria, una madre que sufrió abuso y darle voz a ese punto de vista que es parte de ella y no sobre ella.

¿Impacto? Mi intención era abrir una discusión franca sobre el abuso sexual y lo que está ocurriendo dentro de la familia, y cómo todo este abuso de poder está conectado con estructuras más grandes, que nos llevan a tener un país tan violento como el que tenemos hoy en Nicaragua.

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