Hay escritores que nacen en cuna de oro y que difícilmente podrán escribir, con genuina honestidad, sobre la vida descarnada y desnuda. Este no es el caso de José León Sánchez, reconocido hoy día como uno de los escritores más prolíficos y respetados en Latinoamérica y otros continentes.
Nuestro país siempre ha sido dado a estigmatizar, a satanizar a algunos de sus ciudadanos más sobresalientes, aún antes de conocer las causas, razones o circunstancias que primaron para su anticipado juzgamiento. Aquí hay una larga lista de artistas, músicos, pintores y creadores en general, que través de décadas fueron incomprendidos y rechazados por una sociedad mojigata y acusadora, algunos de ellos incluso obligados a salir al exilio como fueron los casos de Carmen Lira, Chavela Vargas, Yolanda Oreamuno, solo para mencionar tres ejemplos.
En el caso de José León Sánchez, cuyo primer libro fue La Isla de los Hombres Solos, que según me ha contado, comenzó a escribir en papeles de sacos de cemento, en el antiguo presidio en la isla de San Lucas, fue una recopilación de cartas que los presidiarios le pedían que les escribiera a sus familias. Así nació el libro, así José León aprendió a ser escritor al tiempo que aprendía a escribir, de ahí en adelante, su obra brotó explosiva y diáfana, remontando el vuelo como el ave fénix desde el más oscuro foso, por encima de todas las desgracias, de todas las adversidades y de todas las vicisitudes. Las letras de este país – que tenían una deuda de honor con él -, le otorgaron el muy merecido Premio Magón (máximo galardón a las Letras Nacionales), además, en el 2018 se le reconoció en México con el premio Nelson Mandela (que viene a ser como el premio Cervantes), pero en el campo de los derechos humanos y en el 2016, se le dedicó la mundialmente famosa “Feria del Libro”, en la ciudad de Calcuta, India.
La obra completa de José León Sánchez es un solo e inmenso poema y es porque el poeta, ¡magnífico!, absorto y profundo, ensimismado en su propia existencia, sufre de una maldita capacidad de asombro, “palpa” lo que los demás “no sienten”. El poeta José León, observa y vibra con la disonante de todas las contradicciones, habita el erotismo con el alma desnuda al filo de divinas desgracias, José León abarca tempestades, ¡exige! la más profunda pasión, alimenta con su sangre sus benditos demonios, esos que yacen en los más oscuros escondrijos del alma humana.
Alimenta con su pluma las ubres de la vida, camina intransigente, intransmutable, intransferible, inclaudicable, ¡trashumante!, con un fardo de tolerancia a cuestas, donde guarda el infinito dolor y la invaluable alegría de ser -sencillamente-, ¡él mismo! José León vibra con la magia oculta en todos los misterios, esquiva los veranos y se adentra en los inviernos, crece con la yerbabuena y se nutre con la “boñiga” del tiempo.
José León, cuando le da la gana, se convierte en raíces podridas del silencio, se transforma en jaguar en celo, almizcle de colibrí, amamanta estrellas, enamora galaxias, y pregona su Amor por una Haiza, tan infinita como bella, algo así como la presencia de todas las ausencias.
José León no solo solloza nostalgia, ¡solloza ternura! José León aspira el olor lejano de flores inexistentes, habita milenios de historias, y cuando quiere estar solo, se adentra en la selva de su propio corazón… donde aúlla un diluvio de noches rodeado de lobos esteparios y tristes…
El Poeta José León, se habita a sí mismo, sin intermediarios, sin fiesta ni fanfarria, el poeta José León avanza mirándose hacia adentro, esperando que en cualquier momento, en cualquier segundo, en algún instante le brote en sí mismo ¡La primavera del mundo!… José León Sánchez… ¡niño grande!, ¡aventurero trashumante!, ¡nómade del destino!, ¡alquimista de la palabra!, ¡portentosa clarividencia de la poesía!… José León Sánchez: ¡ el poeta que decidió escribir novelas!
