En junio de 2018 se abrió un proceso de selección de alto juez de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos (en adelante, CSJ). Esto le dio la oportunidad al Presidente Donald Trump de nominar un segundo candidato a magistrado: el juez de la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, Brett Kavanaugh. Él fue confirmado el pasado 5 de octubre.
Su proceso de confirmación en el Senado ha sido uno de los más controversiales en décadas. Poco antes, la académica Christine Blasey Ford acusó a Kavanaugh de haber intentado violarla en 1982. Esta acusación se inserta en el contexto del movimiento #MeToo, que ha denunciado con éxito mediático el acoso y abuso sexual.
En el fondo de esta polémica elección yace un conflicto entre la política de ideas conservadoras e ideas progresistas. Estas históricamente han estado en tensión en Estados Unidos, como en otras partes del mundo, incluyendo Costa Rica. Este último aspecto ha sido muy polarizante con la llegada de Trump a la presidencia.
La confirmación de Kavanaugh del pasado 5 de octubre tiene implicaciones potenciales. Aquí me referiré brevemente a las relacionadas al poder político de Trump y las concernientes a la ideología de los magistrados.
El poder político. Las opiniones jurídicas de Kavanaugh en casos relevantes, como en algunas de sus publicaciones académicas, sugieren que este juez podría ser clave en caso de que una decisión presidencial pueda ser revisada en la CSJ, debido a sus argumentos a favor de presidencias fuertes.
En varios medios se ha afirmado que una de las razones de Trump para decantarse por este juez es una publicación suya de 2009, donde argumenta que a los presidentes se les debe eximir de ser sujetos de investigación judicial mientras estén en ejercicio. Recuérdese que a Trump se le siguen dos investigaciones, una por su presunta implicación en la interferencia rusa en las elecciones estadounidense de 2016 y otra por el supuesto ofrecimiento de dinero a dos de sus examantes para mantener ambas relaciones en secreto.
Empero, en su artículo de 2009 Kavanaugh asegura que la exención de la investigación judicial a presidentes debe de darse mediante una ley especial del Congreso. Allí también afirma que en ciertos casos cabría la figura del juicio político. De comprobarse una implicación de Trump en la trama rusa de las elecciones de 2016, sería difícilmente justificable eximirlo de un juicio político.
Pensamiento jurídico e ideología. La implicación más importante de su elección es moral, o sea, las ideas que los magistrados de la CSJ consideran correctas. Aunque en general actúan de manera independiente de las otras ramas del poder político, según prueban varias investigaciones, se ha encontrado que estos expresan valoraciones jurídicas que tienden a acercarse a las preferencias ideológicas de la izquierda liberal y derecha conservadora representadas en los partidos Demócrata y Republicano, respectivamente.
Temas como la posesión de armas y el aborto dividen a los altos jueces. Trump aseguró que procuraría que la Corte revise su opinión de 1973, que posibilita el aborto en Estados Unidos. Aunque la posición de Kavanaugh no es clara al respecto, existe la posibilidad de que con su elección ganen las tesis más conservadoras en la CSJ y la promesa de Trump efectivamente se cumpla, invalidando una victoria histórica del movimiento de mujeres estadounidense, que es simbólica a nivel mundial.
Sin embargo, con su elección el foco de la polémica ahora es la legitimidad del mismo Kavanaugh, pues la duda de si cometió los abusos de los que se le acusa persistirá. Posiblemente, este juez tiene incentivos para asumir la posición esencial que deja su predecesor, Anthony M. Kennedy, un magistrado también electo bajo un gobierno republicano, pero, en la práctica, muy moderado. En este sentido, Kavanaugh no querría seguir siendo objeto de polémica.
