Deportes Historias representativas de cada país mundialista

Salah: en el corazón de Egipto

El jugador Mohammed Salah concentra todas las esperanzas futboleras de Egipto en el Mundial Rusia 2018, donde esperan por primera vez pasar de ronda.

Superó el rechazo de un club local para el que quería jugar.

Sirve de inspiración para el pueblo egipcio.

Mohammed Salah no es de la selección de Egipto. Egipto es de Mohammed Salah. Y no porque sea su dueño o algo por el estilo, sino porque la afición egipcia cifra gran parte de las opciones de trascendencia de su selección en lo que pueda hacer la poderosa pierna izquierda de este hombre de 25 años de cabello rizado y barba recortada pero tupida.

Salah logró surgir en el fútbol, a pesar de haber nacido en extrema pobreza en la aldea de Nagrig, uno de los barrios más relegados en el plano socioeconómico de El Cairo. Luego de jugar en las polvorientas calles del lugar, pasó a escuelas de fútbol en Basyoun, Tanta, y a un equipo de El Cairo, todas relativamente alejadas de su casa, a por lo menos una hora.

Tras un fogueo entre el Basilea suizo y la Sub 20 egipcia, con la que jugó, Salah fue llevado a Europa para un período de prueba con los helvéticos. Luego pasó al Chelsea de Inglaterra, donde no le fue bien, y luego a Italia donde jugó con Fiorentina y Roma. Finalmente, Salah llegó a Liverpool, donde tuvo éxito.

Aunque en los equipos europeos a Salah le pagan gran cantidad de dinero, (en este momento recibe 200 000 euros por mes en el Liverpool), él reinvierte una cuantiosa parte de su salario en las familias de menores recursos económicos y en la superación sanitaria de su aldea, con ambulancias, equipos médicos, y con aportes a fondos monetarios de su país.

Incluso, rechazó una mansión que le quería regalar el dueño de uno de los principales clubes egipcios por clasificar al país a un Mundial luego de 28 años de espera, y en su lugar le pidió que donara el dinero a la gente de su natal Nagrig.

Por estas acciones, se le quiere tanto en su país, que lo llaman “el hacedor de alegrías” en medio de la gran crisis política, económica y social del país egipcio, donde la “Primavera Árabe” aún no llega ni con los cambios de régimen.

Incluso varios aficionados estallaron en redes sociales contra el jugador español Sergio Ramos poco después de la lesión que le impidió seguir jugando la final de la Champions League europea y que por poco lo deja fuera del Mundial.

Por otro lado, en las últimas elecciones presidenciales egipcias, a pesar de no ser un candidato, cerca de un millón de personas optaron por anular su voto eligiéndolo a él en lugar de los dos oficiales.

Finalmente, hay varios lugares, incluida la escuela donde estudió por algún tiempo, aunque sin éxito en ese ámbito, que llevan su nombre.

Por otro lado, como la mayor parte de los 95 millones de egipcios, abrazó el credo del islamismo, y por ello debió solicitar permisos especiales para poder interrumpir por ratos el estricto ayuno obligatorio del mes de Ramadán y jugar la final de la Liga de Campeones sin contratiempos.  Cada vez que anota, se postra en tierra en dirección a La Meca. Los aficionados del Liverpool le crearon un cántico donde le prometían que si anotaba más goles, se convertirían al Islam.

El futbolista egipcio Mohammed Salah está llamado a guiar a su país a la segunda ronda de un mundial por primera vez en su historia. FOTO: MOHAMED SALAH-WIKIPEDIA

 

En su faceta extrafutbolística, a Salah le gusta tocar la batería, y pese a la gran comunión que ha desarrollado con la gente de Liverpool, sigue sin adaptarse a la comida inglesa. Por lo contrario, su platillo favorito sigue siendo y por mucho el kushari (un plato típico de Egipto que lleva lentejas, pasta corta, fideos, arroz, garbanzos, cebollas crujientes, salsa de tomate, salsa picante y vinagre de ajo).

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