Opinión

Otra vez la cultura del guaro ganó la carrera

Empieza el resumen deportivo y solo se hace la aclaración que la noticia que enluta al atletismo por el atropello de un corredor

Empieza el resumen deportivo y solo se hace la aclaración que la noticia que enluta al atletismo por el atropello de un corredor esa mañana por parte de un conductor ebrio, según lo indicó la prueba respectiva, será desarrollada en el noticiero. Claro, lo que era una cita deportiva se convirtió en un suceso.

Las redes sociales arden contra todo. Como casi siempre, hay variedad de opiniones que culpan a la organización del evento, a la Federación Costarricense de Atletismo, a la Policía de Tránsito, las leyes, y no podía faltar quien culpara al convaleciente Presidente de la República.

Obvio que los insultos hacia el conductor ebrio que atropelló y mató al atleta venezolano se llevaban el primer lugar, pero no muchos señalaban que lo que realmente está asesinando muchas vidas es la falta de educación asociada a la cultura del guaro.

La decepción, la diversión, la adicción y la depresión pueden ser algunas de las causas por las que una persona se decida a tomar guaro hasta rebasar los límites “permitidos”. ¿Pero, qué es lo que provoca que esa persona, así alcoholizada, conduzca? Yo creo que una fuerte razón es la falta de educación. Hasta la saciedad se insiste en que si usted va a tomar no conduzca. Si quiere arruinar su cuerpo es una decisión muy suya, pero si usted fuera más educado no atentaría contra la sociedad en la que vive.

Y hay que seguir insistiendo en que lo único que puede aminorar la existencia de este tipo de ignorantes alcoholizados en carretera son las campañas de educación acompañadas de fuertes sanciones para quienes cometen la imprudencia de manejar tomados.

Es que el alcohólico puede ser un enfermo pero entonces hay que educarlo para que no ande en la calle conduciendo. Hay que ayudarlos.

En esta época donde se busca ansiosamente a qué ponerle impuesto, pues ahí está el guaro. Le pueden meter el impuesto que quieran. Quienes suelen tomar, no lo dejarán de hacer, pero a lo mejor y por cuidar su economía, beberán menos. La industria no va a desaparecer. Recaudarán lo mismo porque el producto será más caro y la gente tomará menos cantidad. Y a quienes  su condición económica les permite beber sin parar por lo menos aportarán más a las finanzas estatales.

Entiendo los fuertes intereses empresariales de una industria tan generosa en recursos económicos, pero ya va llegando el momento de pensar en las personas. No basta con hacer campañas mediáticas de temporada (chofer designado) contra la ingesta excesiva de alcohol para aparentar que les importa, y luego llegar al lugar del evento y verlo tapizado de aves que incitan al consumo de guaro.

Pero insisto, el guaro puede estar ahí, que si fuéramos más educados, hasta se tomaría con más decoro y menos abuso, sabiéndonos alcoholizados llamaríamos un Uber o un taxi rojo, para evitar discusiones.

Por lo tanto, entiendo que siempre busquemos culpables y que la solución no parta de un ente o una persona, pero al menos para mí lo que sí es cierto es que la ausencia de educación es la que nos mata. Y justo cuando termino de escribir me aparece un spot de tv de una empresa cervecera en la que uno de sus “actores” sentado con una cerveza señala que somos potencia mundial. Casi me vomito y eso que no tomo.

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