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“La vida es dura aquí”

"La vida es dura aquí, nunca lo ha sido tanto como ahora", dice Judie McRae al reportero de la BBC en Rockport, en la costa

“La vida es dura aquí, nunca lo ha sido tanto como ahora”, dice Judie McRae al reportero de la BBC en Rockport, en la costa de Texas, devastada por las inundaciones del huracán Harvey la semana pasada. “No pudimos huir del huracán porque aquí todos somos pobres”, agrega. A pesar de las alertas muchos no pudieron escapar. La mayoría no tenía medios, ni ningún otro lugar para irse.

Rockport está a unos 300 km al suroeste de Houston. Casi 90% de la población es blanca y ahí ganó Trump en las pasadas elecciones.

Quizás podemos comenzar en Rockport el recorrido de la semana. Una tragedia devastadora, con las inundaciones provocada por Harvey que desbordó las represas construidas hace años para controlarlas, consecuencia de las lluvias de la semana pasada.

Harvey cobró la vida de 44 personas, según estimaciones dadas a conocer el viernes pasado. 32 mil personas tuvieron que buscar abrigo en refugios preparados para la emergencia.

Accidente poco natural

Houston, la cuarta ciudad de los Estados Unidos, ha tenido un crecimiento explosivo en las últimas décadas. Con un área metropolitana estimada en 23 mil km cuadrados, Houston ocupa un área algo mayor que el estado de New Jersey. En el mismo período se construyeron cerca de 360 mil nuevas viviendas en el condado de Harris, donde está ubicada gran parte de la ciudad, según datos del diario local, The Houston Chronicle. Miles de hectáreas de tierra se transformaron en calles pavimentadas, en centros comerciales, carreteras y estacionamientos.

Afectada con frecuencia por huracanes y tormentas, sin planificación adecuada, en abril pasado sufrió el embate de Allison, con consecuencias menos catastróficas que las de esta semana. Pero ya entonces quedó en evidencia la debilidad de una ciudad que crece sin planificación.

No fueron las únicas inundaciones de la semana. Más de 1.200 personas murieron y otros 40 millones se vieron afectadas por las lluvias monzónicas en el norte de la India y Bangladesh y el sur de Nepal y Pakistán, aunque sin las mismas repercusiones mediáticas de lo ocurrido en Texas.

Ante estas tragedias, Johanthan Freedland nos pregunta, en las páginas del The Guardian, cuál fue el peor desastre de la semana. Su respuesta, inesperada, es ¡Yemen!

En julio ya Naciones Unidas había advertido que sobre este país del sur de la península Arábica se cernía la mayor crisis humanitaria del mundo. El cólera ya ha matado a dos mil personas e infectado a más de medio millón. Plantas de tratamiento de aguas negras han sido destruidas por los bombardeos. La coalición encabezada por Arabia Saudita mantiene cerrado el aeropuerto de Sana, lo que impide la llegada de alimentos y medicinas, niños cadavéricos, bebes apáticos, madres famélicas recuerdan las peores hambrunas de África. Este desastre, dice Freedland, es totalmente “human made”.

De nuevo Corea

La semana cerró con otra vuelta de tuerca en torno a la crisis de la península de Corea. Al anuncio de que Corea del Norte había probado probablemente una bomba de hidrógeno renovó las tensiones y multiplicó las iniciativas diplomáticas en torno a una situación en permanente escalada.

Estados Unidos renovó tradicionales maniobras militares con sus aliados en la región, en particular con Corea del Sur, la semana pasada. Corea del Norte respondió con un nuevo ensayo nuclear.

La prueba fue condenada de forma “categórica” por China, cuya cancillería emitió un comunicado en el que señaló: “La República Popular Democrática de Corea ha llevado a cabo su sexto ensayo nuclear, desafiando la opinión mayoritaria de la comunidad internacional. El gobierno de China expresa su categórica protesta con este motivo”.

El presidente chino, Xi Jinping, se reunió en la ciudad suroriental de Xiamen con su homólogo ruso, Vladímir Putin, poco después de que se conociera la prueba nuclear de Corea del Norte, que los rusos también condenaron.

Convocado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se esperaba para el lunes una resolución sobre este caso.

“No puedo pasar por alto la situación en la península de Corea, que se agudizó últimamente y está al borde de un conflicto generalizado”, escribió Putin en un artículo publicado por los medios principales de los Brics, integrado por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, en la víspera de una cumbre que el grupo tenía previsto celebrar del 3 al 5 de setiembre en Xiamen.

La cancillería rusa ha insistido en el fracaso de las políticas de sanciones y en la necesidad de retomar las negociaciones a seis bandas –las dos Coreas, China, Japón, Estados Unidos y Rusia– paralizadas desde 2009, cuando Pyongyang decidió retirarse como protesta contra las sanciones impuestas al país por sus ensayos nucleares.

En Estados Unidos, resurgen, sin embargo, voces que piden “máxima presión” contra Corea del Norte.

“La sexta prueba nuclear de Corea del Norte y el continuo desarrollo de armas de destrucción masiva por Pyongyang demuestran que una respuesta desganada por parte de Estados Unidos y la comunidad internacional no surtirán efecto. Es hora de que la administración Trump articule una estrategia real de máxima presión e implicación, en lugar de la palabrería sobre ese enfoque”, dijo el investigador estadounidense Joel Wit en el blog del centro de análisis 38North, nombre que hace alusión a la línea divisoria entre las dos Coreas.

El Secretario de Defensa norteamericano, el general James Mattis, fue más lejos. “Cualquier amenaza a Estados Unidos o a sus territorios, incluyendo Guam, o a nuestros aliados, generará una respuesta militar masiva, una respuesta eficaz y abrumadora“. “No estamos buscando la aniquilación total de un país; a saber, Corea del Norte. Pero, como he dicho, tenemos muchas opciones para hacerlo”, dijo Mattis en un mensaje pronunciado en la Casa Blanca.

Contra Rusia

Las tensiones también se renovaron por las medidas de Washington contra Moscú. Estados Unidos ha seguido cerrando oficinas consulares y comerciales rusas en el país a lo que se ha agregado el allanamiento de esos edificios. El domingo, el ministerio de Relaciones Exteriores ruso calificó de “acto hostil” la ocupación de su consulado general en San Francisco y de la oficina de representación comercial en Washington.

Moscú exigió la devolución de sus edificios diplomáticos, que gozan de inmunidad, según la legislación internacional. De lo contrario, afirmó, Estados Unidos “cargará con la responsabilidad por la continua degradación de las relaciones entre nuestros países, de las que dependen en grado considerable la estabilidad global y la seguridad internacional”.

No es este el único foco de tensión entre los dos países. Stephen Blank, investigador principal del Consejo Estadounidense de Política Exterior para temas de Rusia, pidió al gobierno norteamericano enviar buques de guerra al mar Negro como una forma de protesta contra la construcción de un puente que unirá el territorio ruso con la península de Crimea.

Rusia cerró de forma provisional el estrecho de Kerch, que separa el mar Negro del mar de Azov, entre Rusia y Ucrania, para terminar las obras del puente, que les permitirá un acceso directo a Crimea, sin pasar por el territorio de Ucrania.

Blank pidió también, en su artículo, la entrega de armas que el gobierno de Ucrania ha pedido. En medio del conflicto regional, ese sería un paso que solo agravaría la situación que se vive en la región. En su opinión, sin embargo, “mientras más la guerra se acerque al hogar de Putin, más pronto llegará el momento en el que le será difícil mantenerse”.

Todd Wood, un expiloto de operaciones especial y agente de la bolsa en Wall Street, un hombre partidario de Trump, se preguntó, en un artículo escrito en el conservador The Washington Times, si hay alguien en el “Estado profundo” en su país que quiere realmente una guerra con Rusia.

Con Trump llegó a la Casa Blanca un hombre que piensa que “tener una mejor relación con el país más largo del mundo, uno que tiene el mayor arsenal nuclear del plantea, era una buena idea”. Y entonces comenzó “el caso ruso”, dijo Wood. “Alguien realmente quiere una guerra con el Kremlin”, estimó.

En este clima de renovadas tensiones en los más diversos escenarios, en Estados Unidos los supremacistas blancos anuncian nuevas acciones después de sus manifestaciones en Charlottesville, mientras en Europa se espera el anuncio de las reformas a las leyes laborales que prometió para este mes el gobierno francés de Emmanuel Macron.

“El infierno del milagro alemán” es el modelo que inspira a Emmanuel Macron, escribió Olivier Cyran este mes, en Le Monde Diplomatique. Un artículo sobre las reformas que crearon los miniempleos en Alemania y que, al desmenuzar la forma como opera ese mecanismo, ayuda a entender las tensiones que se esparcen por todo el mundo.

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