Mundo Tillerson sobre Centroamérica:

“Buscamos impulsar la seguridad nacional estadounidense”

De forma discreta pero al más alto nivel, el 15 y 16 de junio se celebró en Miami una “Conferencia sobre la prosperidad

De forma discreta pero al más alto nivel, el 15 y 16 de junio se celebró en Miami una “Conferencia sobre la prosperidad y seguridad en Centroamérica”, organizada por Estados Unidos y México.

“Su éxito es nuestro éxito”, diría el vicepresidente norteamericano, Mike Pence, al inaugurar la reunión. La idea es tratar de asegurar que nuestras fronteras “estén cerradas para aquellos que busquen hacernos daño” y “que sean infranqueables para las drogas que están asolando nuestras familias y comunidades”.

El secretario de Estado, Rex Tillerson, reiteraría la idea: “buscamos impulsar la seguridad nacional estadounidense, garantizar nuestras fronteras y avanzar en nuestro interés económico”, dijo en su discurso.

En realidad, como recordó la agencia norteamericana La voz de América, fue el Secretario de Seguridad Nacional, el general John Kelly Kelly, “quien primero esbozó la idea de la conferencia durante un viaje por Guatemala y México en febrero pasado”.

“La protección de nuestras fronteras en el sur empieza a 15 mil millas de distancia”, afirmó Kelly al mencionar a los que considera sus socios estratégicos en la región: Guatemala, Honduras, El Salvador, Colombia, Panamá y Costa Rica.

En la cita en Miami, por Estados Unidos participaron los principales responsables de su política exterior y de seguridad, así como el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin. Por su parte, la delegación mexicana tuvo una representación al mismo nivel, presidida por el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, con la participación del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y del secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade.

La reunión tuvo dos etapas, la primera orientada a discutir cómo estimular “la inversión del sector privado en las repúblicas centroamericanas”. El día siguiente, viernes 16, el encuentro se trasladó de la Universidad Internacional de Florida (FIU) a la sede del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos.

Ahí, dijo Kelly, “nos vamos a enfocar en el tráfico de drogas, el tráfico de personas y los esfuerzos para conseguir una Centroamérica más segura”. Kelly y el secretario de Gobernación de México, Miguel Ángel Osorio Chong, encabezaron esas discusiones.

Aspiraciones centroamericanas

La reunión se enmarcó en los objetivos de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo del Norte de Centroamérica, un plan de cinco años (2016-2020) que pretende detener las migraciones hacia el norte a partir de la creación de oportunidades económicas y la transformación de la vida de los ciudadanos centroamericanos.

Fue recibida con entusiasmo por sus partidarios, para quienes el proyecto construye confianza y crea oportunidades, y con desconfianza por otros, como el analista Raúl Molina, quien describió el plan como una “vergonzosa alianza” en un artículo publicado el 26 de febrero del año pasado en el diario guatemalteco La Hora.

Se anunció una ayuda de $655 millones en el presupuesto del año fiscal norteamericano del 2017, monto que deberá reducirse a $460 millones, de acuerdo con el presupuesto del próximo período fiscal, en discusión en el Congreso de ese país.

Los dos presidentes centroamericanos presentes en Miami fueron el de Honduras, Juan Orlando Hernández, y el de Guatemala, Jimmy Morales. Por El Salvador asistió el vicepresidente Oscar Ortiz.

En opinión de Hernández, “una Centroamérica convulsa, con falta de oportunidades, con violencia, es un riesgo tremendo para Estados Unidos, para México y para la región”. Una verdadera “bomba atómica”, afirmó.

En una entrevista a La Voz de América, el presidente hondureño recordó que “el Triángulo Norte de Centroamérica se volvió una de las regiones más violentas del mundo por el tránsito de drogas que se produce en el sur del continente y que se consume en el norte”.

Según el diario guatemalteco La Prensa Libre, el interés de Guatemala en la reunión era “atraer la inversión, porque de la conferencia dependería que empresarios estadounidenses, mexicanos, centroamericanos y colombianos inviertan en el país y generen empleos para frenar la migración ilegal”. El Plan, agregó, es “disminuir la migración ilegal y mejorar las oportunidades de desarrollo humano, así como la seguridad en los tres países centroamericanos”.

Costa Rica presente

Costa Rica no estuvo ausente en la reunión. Su representante fue el canciller Manuel A. González.

En una declaración difundida luego de la clausura de la reunión, la cancillería costarricense reclamó que “Centroamérica no está dividida en triángulos”. Con ese título, el comunicado reivindicó que, con esa reunión, la administración del presidente Trump había enviado “un mensaje político muy importante hacia una región que durante muchos años ha estado desatendida y que ha incrementado sus índices de criminalidad, violencia e inmigración”.

“Centroamérica no está dividida en triángulos y por lo tanto tenemos que actuar de manera integran, en conjunto”, dijo la cancillería.

Según datos oficiales, en el “triángulo” al que el canciller González nos quiere incorporar, en el 2016 se registraron 15.809 asesinatos, una tasa de 50,6 por cada 100.000 habitantes, cinco veces más del porcentaje que establece la Organización Mundial de la Salud para hablar de una epidemia de homicidios.

O quizás a lo que apunta es a incluir el país en el programa que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció el miércoles 14, para invertir $2,5 mil millones en infraestructura en Honduras, El Salvador y Guatemala. De ese monto, $750 millones serán aportados por el BID y el resto por fondos públicos y privados.

Dos visiones

Sobre la reunión, los comunicados oficiales de México y Estados Unidos destacaron diferentes aspectos y hicieron énfasis en distintos objetivos.

México destacó que “en el marco de esta conferencia —y con base en el principio fundamental del respeto a la soberanía de cada Estado y en apego a sus marcos jurídicos vigentes— se discutieron temas relacionados con la integración regional, desarrollo de infraestructura y la conexión de los mercados energéticos para crear ambientes favorables a la inversión y al crecimiento económico”.

En el caso de Estados Unidos, “los participantes de la conferencia dialogaron sobre políticas para promover la inversión en la región, facilitar el crecimiento sostenido y mejorar las condiciones para compañías de Estados Unidos y otras compañías”.

La participación de los Estados Unidos en Centroamérica –dice el comunicado de Washington– “tiene el propósito de destruir a las organizaciones criminales trasnacionales, combatir el tráfico de drogas y reducir la migración illegal; así como aumentar la inversión del sector privado para crear empleo y oportunidades económicas en la región”.

Mientras, México se permitió recordar que esos desafíos no se reducen a un tema de seguridad y no serán resueltos “solo con base en medidas de control migratorio. Debemos hacer frente a este tema desde sus causas estructurales, promoviendo un desarrollo que permita más y mejores oportunidades”. “Es necesario fomentar una economía incluyente”, agregó el comunicado.

De Miami a Cancún

Si la reunión de Miami tuvo una cobertura discreta –prácticamente nula en Costa Rica– no ocurrió así con la asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se celebró en Cancún solo unos días después. Difícil pensar que la coincidencia se dio al azar. Por el contrario, como lo revela un artículo de dos corresponsales del diario español El País, la intención era que la primera contribuyera a amarrar la resolución contra Venezuela en la segunda.

La clave parece haber sido la posición de El Salvador que, como ya vimos, envió a su vicepresidente a la reunión de Miami.

La posición de El Salvador, dice El País, “irritó sobremanera a México”.

Los anfitriones de la cita de Cancún, “se sintieron, en cierta manera, traicionados por un país de su órbita de influencia. Unos días antes, había impulsado en Miami una reunión al máximo nivel entre los países centroamericanos y Estados Unidos. México dio por hecho que el gesto de promover aquel encuentro sería recompensado”, dice la nota. Como sabemos, no fue así.

El papel de Costa Rica fue distinto. El Canciller de la República, Manuel A. González Sanz, “expresó su tristeza por el resultado de la votación”, por “la continua inacción de los Estados”, decía un comunicado de la cancillería sobre la situación de Venezuela y el resultado de la votación en la asamblea de la OEA. El canciller lamentó que “producto de un intenso proceso de negociación”, quedara “por fuera o no reflejados con mayor contundencia elementos fundamentales para Costa Rica”, y que, aun así, la resolución no contara con los votos suficientes para su aprobación.

Apostando siempre a nuestra mala memoria, parece que se atreven a pensar que nos hemos olvidado de que en América Latina los peores crímenes políticos se han cometido siempre por las fuerzas más conservadoras en nombre de la libertad y la democracia.

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