Opinión

Semillas de cambio agrícola

Mi abuelo José tenía una finca en Barranca, Puntarenas. Le gustaba escuchar a sus gallinas, le gustaba cuidar a su ternero y engordar a suschanchitos

Mi abuelo José tenía una finca en Barranca, Puntarenas. Le gustaba escuchar a sus gallinas, le gustaba cuidar a su ternero y engordar a sus chanchitos. La abuela Rosa le hacía compañía y entre ellos preparaban sus tamales, toda la familia degustaba los tamales de chancho. La vida era dura en la agricultura y eventualmente tuvieron que dejar la finca y sus animalitos. Atrás quedaron los árboles que los arrullaban con su canto, tampoco pudieron más disfrutar de la poza. Lo que les esperaba era un mundo hostil en San José. Mi madre luchó en la ciudad y con mucho esfuerzo pudo ingresar en la UCR y graduarse en derecho. Con el arduo esfuerzo de mi familia logré estudiar. Yo soy la tercera generación, soy profesor de agronomía de esta Universidad y pienso a menudo en mi abuelo y sus tristezas, también en sus alegrías en la finca. Pienso en que como él hay muchos agricultores que luchan día a día por llevar sustento a sus familias, y que la alternativa son los tugurios violentos de San José donde los jóvenes mueren a mano del crimen organizado. Sé que hay soluciones para los agricultores, y que ellos las desean, pero que no las tienen a mano. Y el tiempo se acaba porque el clima ha cambiado.

Por ejemplo, sé que en Uganda hay yuca que tolera los virus, y que gracias a ello las familias pueden surgir y ya no tienen que emigrar a la ciudad. Sé que en el país asiático de Bangladesh los niños ya no tienen que aplicar químicos tóxicos a la berenjena porque las variedades nuevas resisten a los gusanos. Sé que la Academia Pontificia de la Ciencia y más de 100 sociedades científicas alrededor del mundo apoyan estos esfuerzos, entre ellas la Academia de las Ciencias de Francia (2002), la Academia Alemana de la Ciencia e Ingeniería (2009), y la Academia de las Ciencias del Brasil (2000). Ninguna de estas variedades es privada, son desarrolladas por institutos de agricultura. Todas estas variedades son transgénicas. Todas ellas son seguras. Es hora de hablar con una mano en el corazón y con evidencia en la otra. Es hora de compartir la semilla del cambio y otorgar acceso irrestricto a las variedades modernas transgénicas como una herramienta segura para desterrar la pobreza, el hambre, la desnutrición y la exclusión social. Los agricultores de Costa Rica lo merecen.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido