Opinión

El fundamentalismo religioso contra la deliberación democrática

En términos de la cohesión social democrática, un reto central es evitar una polarización de los referentes de pertenencia.

En su artículo 28, la Constitución política de nuestro país afirma: ¨Nadie puede ser inquietado ni perseguido por la manifestación de sus opiniones ni por acto alguno que no infrinja la ley. Las acciones privadas que no dañen la moral o el orden públicos, o que no perjudiquen a terceros, están fuera de la acción de la ley. No se podrá, sin embargo, hacer en forma alguna propaganda política por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose, como medio, de creencias religiosas.

El Tribunal Supremo de Elecciones explica esa prohibición constitucional, cuya raigambre histórica se remonta al siglo XIX, como una línea divisoria inflexible, que no debe ser transgredida, ya que está en la base de nuestro sistema de valores democráticos para que el voto -en lo posible- ¨sea el resultado del propio convencimiento con prescindencia de cualquier influjo extraño a la gestión de los intereses puramente temporales de la República evitando así la influencia de credos religiosos o de obstáculos que pudiesen afectar la libre voluntad de los ciudadanos en el ámbito político-electoral¨ http://www.tse.go.cr/juris/relevantes/1375-E1-2018.html

Velar por el cumplimiento de la Constitución es tarea de todos los poderes de la República, pero también de los partidos políticos democráticos, y de todos los ciudadanos. El uso masivo de las redes sociales y la existencia de un sinnúmero de organizaciones religiosas fundamentalistas de larga data, donde hoy se transita una desdibujada frontera entre culto y proselitismo político, dificultan sensiblemente la capacidad fiscalizadora del TSE para el cumplimiento de este precepto constitucional.

En otro contexto, ante la eficacia en la primera ronda electoral de un voto así polarizado por Fabricio Alvarado, los partidos tradicionales de nuestro país deberían haber estado denunciando estos desmanes, en medio de una profunda reflexión acerca de las causas que subyacen a la proliferación de tales creencias religiosas que han prendido eminentemente en sectores medios y marginales de la sociedad, y que han socavado sus bases populares y electorales.

Antes bien, empresarios, políticos de diverso rango de los partidos tradicionales y algunos tecnócratas están sellando un acuerdo pragmático con Fabricio Alvarado, ponen a su disposición logísticas electorales y recursos, y buscan conferirle legitimidad como candidato.

¿Será acaso que estamos contemplando en Costa Rica lo que el analista Javier Corrales advierte para América Latina? https://www.nyti.ms/2DgrJ7Z  ¿Será que estos políticos y empresarios abrazan a evangélicos fundamentalistas para conseguir votos entre gente de todas las clases sociales, sobre todo entre los menos favorecidos, para volver a convertir a los partidos tradicionales en partidos populares? ¿Será por ello que incluso están dispuestos a tranzar con la intransigencia de estos electores en muchas materias?.

De ser así, estamos presenciando en Costa Rica el insólito surgimiento de un populismo que habría nacido de movimientos fundamentalistas religiosos casi carentes de partido (ya que, hasta febrero, Restauración Nacional había sido un ¨partido¨ casi unipersonal) y que se alían con políticos tradicionales, que extienden un cheque en blanco a un líder carismático de cuestionable vocación democrática.

No es quizá casual, por ejemplo, que la llamada ¨ideología de género¨, un término esencialmente fundamentalista evangélico, haya sido moneda de uso en la campaña del Partido Liberación Nacional… pero ¿estaremos ahora un paso más allá de la penetración de los partidos tradicionales por parte de los evangélicos, y ad portas de la conformación de un nuevo populismo?

Este travestismo indudablemente es una apuesta muy arriesgada para los partidos tradicionales. Como algunos advierten sagazmente, el debilitamiento de las adscripciones partidarias podría profundizarse, y derivar en un fortalecimiento de ese ¨nuevo¨ partido Restauración Nacional. Por su parte, para quienes adhieren a un ideario de centroizquierda, esta claudicación pudiera conducir a profundas rupturas partidarias.

Actualmente es el artículo 28 de la Constitución el que no es defendido con denuedo.  ¿Y qué sería de la defensa de la Constitución, en otras circunstancias? A manera de ejemplo, veamos las convicciones de don Fabricio Alvarado acerca de la relación entre gobierno y religión, y sobre la división de poderes:

¨Queremos una CR con esos principios y esos valores que nos enseñaron desde niños y que se han ido perdiendo, pues se ha tratado de sacar a Dios de la Constitución, de la educación, y yo creo que a Dios hay que meterlo en el Gobierno. Usted estará diciéndome, debe estar tal vez pensando, que no se debe mezclar la política con las cosas de Dios. Déjeme darle un texto bíblico: Isaías capítulo 33, versículo 22. Ese texto dice así: Jehová es nuestro Juez; Jehová es nuestro Legislador; Jehová es nuestro Rey ¡el mismo nos salvará!  Permítame desglosárselo. Jehová es nuestro Juez: ¿dónde están los jueces? en el Poder Judicial.  Jehová es nuestro Legislador: ¿dónde están los legisladores? en el Poder Legislativo.  Jehová es nuestro Rey: ¿qué es un Rey? la figura de un Presidente ¿Dónde está el Presidente? En el Poder Ejecutivo. Y cierra este texto bíblico diciendo: ¡el mismo nos salvará!  La salvación que Costa Rica necesita es meter a dios en el Gobierno, es que usted tome en cuenta los principios y valores que están en la Biblia, los principios y valores que Dios estableció para sus hijos a la hora de votar. Por favor vote con principios y valores¨.   https://youtu.be/OnAsCON79rA

Invocar la palabra divina para resolver la convivencia social amenaza la libertad de la deliberación democrática. Lo político es una modalidad que debe atender el largo plazo de la existencia de la vida en común, una forma de acción colectiva que intenta esta vida en común, y que abarca el poder y la ley, el Estado y la nación, la igualdad y la justicia, la identidad y la diferencia, la ciudadanía y la civilidad.

En términos de la cohesión social democrática, un reto central es evitar una polarización de los referentes de pertenencia. En Costa Rica es fundamental renovar un grado de convergencia moral como fundamento del orden social democrático, promover la presencia de lazos generalizados de amistad y de cooperación cívica. Se han transgredido públicamente las fronteras del discurso acerca de los vínculos entre la política y la religión, se han azuzado discursos divisivos y de odio. Junto con abordar las brechas sociales, debe promoverse el buen gobierno, la ciudadanía democrática y activa, la recomposición del tejido social y del vínculo social basado en valores democráticos.

Sin un acto virtuoso de ciudadanía, nuestras mejores tradiciones democráticas pueden fenecer. Ellas deben enarbolarse con un voto contra el fundamentalismo religioso.

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